sábado, 21 de marzo de 2015

CAOS SISTÉMICO SE INSTALA EN SUDAMÉRICA

LA HEGEMONÍA ESTADUNIDENSE, EN AMBAS ZONAS, 
ESTÁ SIENDO SOCAVADA POR TRES FUERZAS: 
1-CHINA 2-PROGRESISMO 3-MOVIMIENTOS POPULARES....

Escribe 
RAÚL ZIBECHI (*) 
Columnista de Internacionales 
en “La Jornada” de México 
Viernes 20 de marzo 2015

(*) RAÚL ZIBECHI- (Uruguay 1952) Periodista, docente, investigador y escritor uruguayo. Analista internacional en Red Voltaire. Logró en 2003 Premio José Martí por sus crónicas sobre Argentina. En diversos medios del continente y del exterior, incursiona en una visión panorámica sobre las luchas sociales en nuestra América. Escribe la sección internacional de “Brecha” (Uruguay). Profesor en “Multiversidad Franciscana” de América Latina

Propongo entender la coyuntura por la que atraviesa Sudamérica como el ingreso de la región en la situación de caos sistémico que atraviesa el mundo. Postulo que las manifestaciones del pasado fin de semana en algunas grandes ciudades de Brasil y el acoso interno y externo que sufre
el gobierno de Venezuela encarnan un salto cualitativo en esa dirección, en la que se despliegan cuatro grandes fuerzas cuyas fricciones y choques conforman una situación de creciente caos.
La primera frase del informe Tendencias globales hacia 2030, emitido por el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos en 2012, destaca que en 2030 el mundo habrá sufrido cambios radicales y que ningún país ostentará la hegemonía global. El quinto informe de la agencia concluye que el poder se ha desplazado hacia el este y el sur y que el espacio económico y estratégico asiático habrá superado al de Europa y Estados Unidos juntos. 

Estamos en plena transición hacia ese mundo. Con base en esa previsión, las élites estadunidenses se aferran al análisis de su principal geoestratega, Nicholas Spykman. Más de la mitad de su obra America’s strategy in world politics, publicada en 1942, está dedicada al papel que debe jugar la potencia en América Latina, y en particular, en Sudamérica. Como bien lo recuerda el cientista político brasileño José Luis Fiori, la clave es la separación de una América Latina mediterránea del resto, que incluye México, Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela, como una zona donde la supremacía de Estados Unidos no puede ser
cuestionada, un mar cerrado cuyas llaves pertenecen a Washington. El resto de Sudamérica, los países fuera de la zona de su inmediata hegemonía, tienen un trato sólo parcialmente diferente. 
Spykman plantea que si los grandes estados del sur (Argentina, Brasil y Chile) se unieran para contrabalancear la hegemonía estadunidense, se les debe responder mediante la guerra. Fiori se lamenta de que los países de la región, y particularmente Brasil, no tengan esto tan claro como la superpotencia. La hegemonía estadunidense, en ambas zonas, está siendo socavada por tres fuerzas: China, los gobiernos progresistas y los movimientos populares. En conjunto, tenemos cuatro fuerzas en disputa cuya colisión definirá el escenario latinoamericano por largo tiempo. De
algún modo, representan los papeles que tuvieron españoles (y portugueses), ingleses, criollos y sectores populares durante las independencias. 
La primera de esas fuerzas, Estados Unidos, cuenta con poder militar, económico y diplomático, además de aliados poderosos, como para desestabilizar a quienes se le opongan. Ciertamente, ya no tiene un poder casi absoluto como el que le permitió encadenar golpes de Estado para disciplinar la región a su antojo en los años 60 y 70. La segunda fuerza, China, está desplegando básicamente poder económico y financiero. Ha realizado fuertes inversiones en Venezuela, Argentina y
Ecuador, mantiene relaciones importantes con Brasil y Cuba, y adelanta proyectos arriesgados (para Estados Unidos) como el canal de Nicaragua, que competirá con el de Panamá. 
El primer Foro China-CELAC, celebrado en enero en Pekín, es una muestra del avance de las relaciones chinas con América Latina y anuncia que este proceso no se va a detener. La tercera fuerza, los gobiernos progresistas, es la más vacilante y contradictoria. Por un lado, se apoyan en los países emergentes, sobre todo China, y en menor medida Rusia. Por otro lado, se apoyan en el modelo extractivo, que implica alianza con China (y otros), pero, sobre todo, es un modo de acumulación que fortalece a las derechas y a las burguesías, así como el modelo industrial fortalecía a trabajadores, sindicatos y partidos de izquierda.   

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