martes, 24 de marzo de 2015

¿CÓMO REACCIONAR ANTE LA AMENAZA DE OBAMA?

ES INGENUO PENSAR QUE LO QUE HOY EE UU
 HACE EN VENEZUELA NO LO HARA CON  OTROS 
GOBIERNOS QUE SEAN RETICENTES  A SUS ÓRDENES

Escribe 
ATILIO BORÓN (*) 
Fuente “Rebelión” 
23 de marzo 2015.

(*) ATILIO BORON – (ARGENTINA) Economista y periodista argentino. Analista y politólogo. Director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED).  Premio Internacional de la UNESCO José Martí. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2009. Profesor Regular Titular de Teoría Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires desde 1986. Autor entre otros de “La Filosofía Política Moderna.” Premio al Pensamiento Crítico y Columnista en varios medios alternativos. Conferencista internacional.


Los cancilleres de la UNASUR debían haberse reunido en Montevideo. Un áspero entredicho, por una insólita declaración del vicepresidente uruguayo que puso en duda dudando de la injerencia de Estados Unidos en Venezuela, dinamitó la reunión. Rafael Correa, consciente de la extrema gravedad de la amenaza sobre Venezuela, enmendó tamaña insensatez y
convocó a una reunión extraordinaria de cancilleres en la sede de la UNASUR, en Quito. Como resultado surgieron dos comunicados: uno compromete el  “más amplio diálogo político con todas las fuerzas democráticas venezolanas, con el pleno respeto al orden institucional, los derechos humanos y el estado de derecho”.   En el otro rechazan al Decreto Ejecutivo firmado por Obama el 9 de marzo por constituir “una amenaza injerencista a la soberanía y al principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados” a la vez que “solicita la derogación del citado Decreto Ejecutivo.”  Teniendo en cuenta  el mapa sociopolítico sudamericano, ambas declaraciones
constituyen casi un milagro, sobre todo la segunda. Sorprende el mutismo de algunos presidentes de la región: o no perciben la gravedad de la iniciativa de la Casa Blanca -una larvada “declaración de guerra” o, peor aún, sí la perciben no parecen tener la voluntad política necesaria como para rechazar con contundencia este enésimo capítulo del intervencionismo norteamericano.  ¿Qué hacer ahora? La UNASUR se expidió y solicitó la derogación del Decreto Ejecutivo? Es harto improbable que Obama preste oídos a esta petición. Por lo tanto se abren dos senderos. Uno, si la Casa Blanca aceptara derogar su decreto. Esto descomprimiría la situación en Venezuela porque quien atiza el fuego de la sedición es más Washington

que la débil y desprestigiada oposición vernácula, víctima de unafenomenal orfandad de ideas y cada vez más mimetizada con el modus operandi del paramilitarismo, lo que por cierto disgusta y mucho a los venezolanos, aún a quienes se oponen al gobierno. Pero el objetivo estratégico de Washington es precisamente perpetuar la crisis en Venezuela, para lograr el “cambio de régimen”, eufemismo por “golpe de estado”, blando o duro, poco importa. Por consiguiente, lo más probable será que Obama opte por el segundo camino y reafirme su postura inicial, antelo cual los gobiernos de la UNASUR, y por extensión de la CELAC, aunque sea como producto de su instinto de conservación, deberían responder elevando la apuesta anunciando que en tal caso desistirían de


asistir a la próxima Cumbre de las Américas programada para tener lugar en Panamá entre el 8 y el 10 de Abril próximos. Sería un alarde de ingenuidad suponer que lo que hoy Estados Unidos está haciendo en Venezuela no lo repetiría con cualquier gobierno que sea percibido como poco dispuesto a inclinarse ante sus órdenes. De donde se desprende un serio desafío para los pueblos y los gobiernos de Nuestra América: ¿qué hacer si la previsible escalada que siempre han desatado esos decretos   traduce en una agresión  antes de la cumbre? Tal vez, un embargo financiero que paralice   PDVSA,  un bloqueo de los puertos (como hicieron en la


Nicaragua sandinista) o una “zona de exclusión aérea”, como en Libia; o una oleada de atentados terroristas como las que perpetraron en Cuba, Chile y Nicaragua. En cualquiera de estos dos escenarios, la amenaza o la agresión, ¿qué sentido tendría asistir a un diálogo bajo estas circunstancias? ¿Quién se sienta a una mesa de negociaciones cuando uno de los actores apunta con un arma a la cabeza de otro? La UNASUR y también la CELAC deberían enviar un claro mensaje a Washington afirmando que sin la derogación del decreto las condiciones mínimas para realizar una constructiva conferencia internacional están ausentes y que la cumbre de Panamá deberá suspenderse hasta nuevo aviso. Para Obama sería un serio revés   y, tal vez, podría llegar a revisar su postura. 
  
                                  (…leer el análisis completo)


No hay comentarios: