ES INGENUO PENSAR QUE LO QUE HOY EE UU
HACE EN VENEZUELA NO LO HARA CON OTROS
HACE EN VENEZUELA NO LO HARA CON OTROS
GOBIERNOS QUE SEAN RETICENTES A SUS ÓRDENES
Escribe
ATILIO BORÓN (*)
Fuente “Rebelión”
23 de marzo 2015.
(*) ATILIO BORON – (ARGENTINA) Economista y periodista
argentino. Analista y politólogo. Director del Programa Latinoamericano de
Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED). Premio Internacional de la UNESCO José Martí.
Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2009. Profesor Regular Titular de
Teoría Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires desde 1986. Autor entre otros de “La Filosofía Política Moderna.” Premio
al Pensamiento Crítico y Columnista en varios medios alternativos.
Conferencista internacional.
Los cancilleres de la UNASUR debían haberse reunido en
Montevideo. Un áspero entredicho, por una insólita declaración del
vicepresidente uruguayo que puso en duda dudando de la injerencia de Estados
Unidos en Venezuela, dinamitó la reunión. Rafael Correa, consciente de la
extrema gravedad de la amenaza sobre Venezuela, enmendó tamaña insensatez y
convocó a una reunión extraordinaria de cancilleres en la sede de la UNASUR, en
Quito. Como resultado surgieron dos comunicados: uno compromete el “más amplio diálogo político con todas las
fuerzas democráticas venezolanas, con el pleno respeto al orden institucional,
los derechos humanos y el estado de derecho”. En el
otro rechazan al Decreto Ejecutivo firmado por Obama el 9 de marzo por
constituir “una amenaza injerencista a la soberanía y al principio de no intervención
en los asuntos internos de otros Estados” a la vez que “solicita la derogación
del citado Decreto Ejecutivo.” Teniendo
en cuenta el mapa sociopolítico
sudamericano, ambas declaraciones
constituyen casi un milagro, sobre todo la
segunda. Sorprende el mutismo de algunos presidentes de la región: o no
perciben la gravedad de la iniciativa de la Casa Blanca -una larvada
“declaración de guerra” o, peor aún, sí la perciben no parecen tener la
voluntad política necesaria como para rechazar con contundencia este enésimo
capítulo del intervencionismo norteamericano. ¿Qué hacer ahora? La UNASUR se expidió y
solicitó la derogación del Decreto Ejecutivo? Es harto improbable que Obama
preste oídos a esta petición. Por lo tanto se abren dos senderos. Uno, si la
Casa Blanca aceptara derogar su decreto. Esto descomprimiría la situación en
Venezuela porque quien atiza el fuego de la sedición es más Washington
que la
débil y desprestigiada oposición vernácula, víctima de unafenomenal orfandad
de ideas y cada vez más mimetizada con el modus operandi del paramilitarismo,
lo que por cierto disgusta y mucho a los venezolanos, aún a quienes se oponen
al gobierno. Pero el objetivo estratégico de Washington es precisamente
perpetuar la crisis en Venezuela, para lograr el “cambio de régimen”, eufemismo
por “golpe de estado”, blando o duro, poco importa. Por consiguiente, lo más
probable será que Obama opte por el segundo camino y reafirme su postura
inicial, antelo cual los gobiernos de la UNASUR, y por extensión de la CELAC,
aunque sea como producto de su instinto de conservación, deberían responder
elevando la apuesta anunciando que en tal caso desistirían de
asistir a la
próxima Cumbre de las Américas programada para tener lugar en Panamá entre el 8
y el 10 de Abril próximos. Sería un alarde de ingenuidad suponer que lo que hoy
Estados Unidos está haciendo en Venezuela no lo repetiría con cualquier
gobierno que sea percibido como poco dispuesto a inclinarse ante sus órdenes.
De donde se desprende un serio desafío para los pueblos y los gobiernos de
Nuestra América: ¿qué hacer si la previsible escalada que siempre han desatado esos
decretos traduce en una agresión antes de la cumbre? Tal vez, un embargo
financiero que paralice PDVSA,
un bloqueo de los puertos (como hicieron en la
Nicaragua sandinista) o
una “zona de exclusión aérea”, como en Libia; o una oleada de atentados
terroristas como las que perpetraron en Cuba, Chile y Nicaragua. En cualquiera
de estos dos escenarios, la amenaza o la agresión, ¿qué sentido tendría asistir
a un diálogo bajo estas circunstancias? ¿Quién se sienta a una mesa de
negociaciones cuando uno de los actores apunta con un arma a la cabeza de otro?
La UNASUR y también la CELAC deberían enviar un claro mensaje a Washington
afirmando que sin la derogación del decreto las condiciones mínimas para
realizar una constructiva conferencia internacional están ausentes y que la
cumbre de Panamá deberá suspenderse hasta nuevo aviso. Para Obama sería un
serio revés y, tal vez, podría llegar a revisar su
postura.
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