USTED NO ELIGE LA EMPRESA QUE LE SUMINISTRARA AGUA.
PORQUE NO VA A DEJAR DE CONSUMIR ALGO BÁSICO PARA LA VIDA,
AUNQUE NO SEA DE BUENA CALIDAD Y TENGA UN MAL SERVICIO...
Escriben
SANTIAGO BARAJAS
Y ERIKA GONZÁLEZ (*)
Fuente “Revista Pueblos”
23 de
marzo 2015
(*) SANTIAGO MARTÍN BARAJAS (España 1964) Periodista.
Escritor. Graduado de Ingeniero Agrónomo en la Universidad Politécnica de Madrid. Desde
hace 30 años milita en el Movimiento Ecologista. Responsable del Area de Aguas en “Ecologistas en Acción” Durante varios años ha sido Coordinador General en
esa temática en la Organización. Autor entre otros de “Reducción de los
recursos hídricos”. Representante de los grupos ecologistas en el Consejo
Nacional del Agua. ERIKA GONZÁLEZ es investigadora del Observatorio de
Multinacionales en América Latina (OMAL).
“Cada día podemos
hacer del mundo un lugar más sostenible”, dice un anuncio publicitario de la
Fundación Aquae, perteneciente a Aguas de Barcelona (Agbar). La afirmación se
enmarca en las campañas publicitarias
de las empresas para conmemorar el Día
Mundial del Agua, establecido por Naciones Unidas el 22 de marzo. Las
multinacionales del agua lucen una responsabilidad social y ambiental. Como FCC
Aqualia, que afirma celebrar todos los días el Día Mundial del Agua. Una y
otra, Agbar (filial de la transnacional Suez) y FCC, se presentan como la mejor
opción para el abastecimiento y saneamiento del agua, y buscan con ello cumplir
un doble objetivo. Consolidar su oligopolio en el Estado español que significa
controlar más del 80% de la gestión privada del agua. Y adquieren un mejor lugar
de cara a las futuras privatizaciones. En 1996, el 37% de la población estaba
abastecida por empresas privadas; actualmente lo está el 53%. Los procesos de
privatización del agua de diferentes municipios y autonomías, muestran cómo los
argumentos de los gobiernos se repiten y son los mismos que se
han dado desde
los inicios del neoliberalismo, hace ya más de treinta años. La decisión
política sobre el tipo de gestión se reviste como una opción técnica basada en
la eficiencia, la transparencia, la inversión y la transferencia de tecnología
que aportan las empresas de capital privado, frente a la supuesta inoperancia
del sector público. Estas promesas, sin embargo, no se han hecho realidad en
multitud de experiencias y hay diversos estudios académicos -proporcionados por
investigaciones en la Universidad de Greenwich y en la Universidad de Granada-
que ponen en cuestión tales ventajas. Si tales argumentos
técnicos y económicos
son dudosos, ¿por qué se sigue privatizando? En el Estado español, la venta de
este servicio está suponiendo la entrada de liquidez en los presupuestos
municipales. El método es sencillo: se firma una concesión con la empresa
privada, que conlleva un “canon concesional”, es decir, un dinero que paga la
compañía por gestionar los servicios del agua. Y el canon va directamente, en
general, a pagar deudas que nada tienen que ver con el abastecimiento y
saneamiento del agua. Quien ostenta el gobierno inicia, entonces, un proceso lo
más rápido y opaco posible para evitar el debate público, porque una decisión
de este calado, sin argumentos técnicos ni económicos, puede suscitar una
amplia oposición social. Las críticas se basan en la incompatibilidad entre
garantizar un derecho humano universal y la expectativa de lucro a corto plazo
de las grandes empresas privadas. Más aún, cuando se trata de un servicio
público que se desarrolla en régimen de monopolio; una vez construida la
infraestructura, sólo una compañía tiene el servicio. Por otro lado, la
compañía suele subir las
tarifas para recuperar el pago del “canon concesional”
y no tiene en cuenta los ingresos de los usuarios y usuarias. En consecuencia,
el acceso universal y en condiciones de igualdad, que según Naciones Unidas
debería garantizarse, queda en entredicho. En relación a la dimensión
ambiental, las campañas de ahorro de agua y penalización de su despilfarro son
fundamentales para sostener el acceso a un bien limitado y escaso. En cambio,
una compañía privada que obtiene beneficios con el consumo del agua es difícil
que promueva este tipo de iniciativas. Los procesos de reversión a manos
públicas son un primer paso fundamental para garantizar el derecho humano al
agua. Un cambio que debe avanzar hacia la solidaridad, la universalidad, la
equidad, la transparencia, la participación social, el control democrático y la
consideración del agua como un bien limitado y escaso. Estos son principios
irrenunciables que no aparecerán en las campañas publicitarias de las grandes
corporaciones en el Día Mundial del Agua.
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