EL MUNDO VIVE UNA CATÁSTROFE ABSOLUTA:
“ENTRE 300 Y 400
TONELADAS DE AGUA RADIACTIVA
SON VERTIDAS DIARIAMENTE AL PACÍFICO”.
¡DESDE HACE
CASI CUATRO AÑOS..!
Escribe
SALVADOR LÓPEZ ARNAL (*)
Fuente: “Rebelión”
11 de marzo 2015
(*) SALVADOR LÓPEZ ARNAL (ESPAÑA 1943) Escritor y periodista. profesor-tutor
de Matemáticas de la UNED y profesor de informática de ciclos formativos en el
Institut Puig Castellar . Catedrático de Filosofía Medieval en
la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid) Se especializó en
estudios hispanoárabes en la Universidad Complutense de Madrid. Miembro
del Front Cívic CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la
Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia).
En 1997, obtuvo el Right Livelihood Award –el que se conoce
como Premio Nobel Alternativo- por alertar al mundo sobre los riesgos del uso
del plutonio. En 2007 fue designado miembro del Grupo Internacional para
Materiales Fisibles de la Universidad de Princeton. Sabe, pues, de qué habla.
“Fukushima es un desastr
e que no terminó”, comentó Mycle Schneider, un
consultor independiente en energía nuclear en junio de 2014. Han pasado
entonces tres años de Fukushima y las consecuencias se siguen sufriendo por,
entre otras consecuencias, la continua fuga de radiactividad al ambiente. La lección
más importante que debía aprender la sociedad antes que nada era, en su
opinión, reducir el peligro potencial. “La energía contenida en los tanques de
gas natural líquido, por ejemplo, es increíble en términos de energía pura”.
Podía ser equivalente, señalaba, a dos veces la bomba de Nagasaki en un tanque.
Es muy poco probable que explote, “pero aun si el riesgo fuera solo del 10%, el
daño que podría causar supera toda imaginación”. Y esas bombas, añadía, están
por todas partes. La gente solemos creer que Fukushima fue el peor caso, el
escenario más dantesco y que ya pasó. Tranquilidad pues. Pero no era, no es
así. Puede ser peor. “Es un hecho sin precedentes por su complejidad, su
dimensión y sus consecuencias. El mayor problema es que la metodología elegida
por el gobierno japonés y Tepco (la empresa operadora de la planta que colapsó
tras el
Mycle Schneider |
terremoto y posterior tsunami el 11 de marzo de 2011) no parece
apropiada”. Es de nuevo Mycle Schneider quien habla. La situación está lejos de
estabilizarse. De hecho, la cantidad de radiactividad que se ha filtrado al
agua y a los sótanos se estima en más del triple de la que se liberó tras el
accidente de Chernóbil . Según Helen Caldicott, médico y activista antinuclear,
los tres núcleos fundidos de la planta de Fukushima, cada uno con un peso de
100 toneladas, son tan radiactivos que nadie puede acercarse a ellos. Ni
siquiera los robots; se derriten al acto. "Y nadie se acercará. La
contaminación continuará durante cientos de años", dijo Caldicott a RIA
Novosti citando a los mejores físicos de la actualidad. Por sorprendente que
pueda parecer, la empresa operadora de Fukushima, TEPCO, no está asesorándose
con nadie: “ni con Rusia o Ucrania, que vivieron la catástrofe de Chernobyl, ni
con la empresa de ingeniería Bechtel, que opera 150 centrales nucleares en
EE.UU”. TEPCO quiere ahorrar dinero, “¡incluso utiliza papel procedente de
refugios para desamparados". Las personas que desempeñan distintos
trabajos en las instalaciones de la central son contratadas por la mafia
japonesa, la 'yakuza'. La ganadora del Premio Nobel de la Paz precisaba que el
mundo está presenciando una catástrofe absoluta: “entre 300 y 400 toneladas de
agua radiactiva son vertidas diariamente al Pacífico”. Esto ha estado
ocurriendo desde hace casi
cuatro años. “Según ha reconocido TEPCO, en el
periodo entre mayo de 2011 y agosto de 2013 se han derramado al océano Pacífico
sustancias que representan un total de 20 billones de 'becquerel' de cesio 137,
10 billones de 'becquerel' de estroncio 90 y 40 billones de 'becquerel' de
tritio”. Desconocemos las cifras actuales. “50 razones para temernos lo peor de
Fukushima” fueron apuntadas por el incansable e imprescindible Harvey Wasserman
. “En Fukushima han desaparecido los núcleos derretidos pero las emisiones
radioactivas siguen
secretamente supurando”!. La dura censura dictatorial de
Japón, son sus palabras, “ha ido acompañada de un apagón –exitoso- en los
medios corporativos globales a fin de que Fukushima permanezca lejos de la
mirada pública”. Pero todo ello, como es evidente, “no mantiene la radiación
real alejada de nuestro ecosistema, nuestros mercados… o nuestros cuerpos. Las
especulaciones acerca del impacto final van desde lo totalmente inofensivo a lo
intensamente apocalíptico
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