LA OFENSIVA SOBRE EL TRABAJO DE GOBIERNOS
Y CORPORACIONES ES PARA EXPLOTAR
UNA CLASE
TRABAJADORA
CADA VEZ MÁS PRECARIZADA
Escriben
JOAN BENACH y PERE JODAR (*)
Fuente “Blog
Público.es” España
13 de marzo 2015
(*)JOAN BENACH Investigador
sobre condiciones de empleo y trabajo y desigualdades en salud y PERE JODAR Investigador
sobre condiciones de empleo y trabajo, relaciones laborales y movimientos
sindicales. Ambos trabajan en
GREDS-EMCONET (Departamento de Ciencias Políticas y Sociales, UPF) y son
coautores de “Sin trabajo, sin derechos, sin miedo” (Editorial Icaria) entre
otros libros sobre precarizaciçon.
El mundo vive hoy una
situación laboral intolerable asentada en el desempleo, la precariedad laboral
y la desigualdad. Según la OIT, en el mundo hay más de 200 millones de
desempleados, casi 1.700 millones de
trabajadores pobres (menos de dos dólares
diarios), una incontable y desconocida legión de personas que trabajan en la
economía informal y, lo que produce aún mayor escalofrío, un mínimo de 21
millones de esclavos, la cifra más alta de toda la historia de la humanidad. Europa
es una región, que con 6,5% de
población, concentra una cuarta parte de la riqueza y la mitad del gasto social
planetario y, sin embargo, el aumento global de la precariedad comporta que,
tras décadas de luchas sindicales y de desarrollo de los derechos laborales,
los mecanismos de protección garantizados por leyes y convenios sean cada vez
más débiles. Uno a uno se quiebran los derechos laborales: contratación,
despido, organización del trabajo, salario, jornada y tiempo de trabajo, huelga,
negociación colectiva, representación sindical… El objetivo de la ofensiva
sobre el trabajo impulsado por gobiernos e instituciones neoliberales y por las
grandes
PERE JODAR |
corporaciones es diáfano: dar la máxima libertad a las empresas y
explotar, disciplinar, dividir y debilitar a una clase trabajadora cada vez más
precarizada, que no sólo se ve expuesta a múltiples riesgos laborales que dañan
su salud, sino que también soporta una buena parte del riesgo económico que
inquieta a las empresas. A la vez que aumenta el poder empresarial, los
trabajadores, aislados, divididos en un mar de subcontratas y centros
fragmentados, pierden no sólo el control de sus ocupaciones, sino también la
capacidad de desarrollar una conciencia colectiva y solidaria que, en otras épocas,
les permitió organizarse, luchar y mejorar sus condiciones de trabajo y de
vida. Vivir bajo la precariedad laboral quiere decir trabajar bajo un sustrato
de vulnerabilidad y explotación. Los trabajadores en
precario carecen de
seguridad contractual, tienen un salario escaso, una gran inseguridad sobre sus
posibles prestaciones o pensiones futuras, así como un menor control sobre el
tiempo y los horarios de trabajo; a menudo simplemente esperan una llamada que
les permita unas horas de baja retribución. Precariedad significa vivir bajo
una amplia gama de situaciones: estar desempleado, tener un empleo intermitente
alternando empleo y paro, estar subempleado con un contrato temporal o a tiempo
parcial involuntario o realizando tareas muy inferiores a la educación
adquirida, ser un falso autónomo o un autónomo dependiente, trabajar en
situación de
informalidad y trabajo sumergido, o ser un trabajador pobre con un
salariopor debajo del umbral de la pobreza. En un mercado laboral enormemen te
complejo, entender las distintas precariedades no es tarea sencilla.
Contrariamente a una visión ampliamente extendida, la precariedad laboral no
sólo afecta a grupos concretos de trabajadores jóvenes, los nimileuristas,
ni-nis, freeters, generación perdida o precarios ilustrados. Y tampoco parece
pertinente utilizar la expresión precariado, en el sentido de Standing, es
decir, una nueva clase social emergente, peligrosa y sin identidad, compuesta
por una amplia amalgama de jóvenes educados y
frustrados, inmigrantes y minorías
sometidos y resignados, y trabajadores descolgados de la antigua clase obrera. Ninguna
de esas etiquetas permite entender adecuadamente qué es la precariedad ni
cuáles son sus causas ni consecuencias. En realidad, debemos entender la
precariedad laboral como un proceso de dominación que podemos llamar
precarización, donde las trabajadoras y trabajadores se ven obligados a aceptar
la explotación o la autoexplotación. Un proceso social que hace referencia al
desigual poder y al secular conflicto entre capital y trabajo (léase
empresarios y trabajadores), donde millones de personas sólo poseen su fuerza
de trabajo para vender, y trabajan (o son relegados al paro) con el
consentimiento de quienes controlan el mercado laboral y las condiciones de
trabajo.
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