viernes, 20 de marzo de 2015

TRAS CRISTINA, EVO Y MADURO. AHORA, TURNO DE DILMA

“EN BRASIL HAY UNA RABIA GENERALIZADA 
CONTRA EL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES (PT) ,
QUE ES MÁS BIEN INDUCIDA POR LOS 
MEDIOS DE COMUNICACIÓN” Leonardo Boff

Escribe
VICKY PELÁEZ (*)
 Fuente “Sputnik” 
Publica “Rebelión”
20 de marzo 2015

(*) PELAEZ VICKY. Escritora y periodista peruana. Publica sus artículos en El Diario de New York y en otros medios. Radicada en Nueva York escribe una columna regular en el periódico hispano El Diario/La Prensa, uno de los diarios más prestigiosos en español en Estados Unidos. Columnista habitual en los principales medios alternativos del continente


El pasado domingo, cerca de 1,7 millón de personas participaron en marchas convocadas por la oposición en 26 capitales provinciales de Brasil y en la capital federal Brasilia demandando la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. La multitud la responsabilizaba de la corrupción en
Petrobras, la empresa petrolera estatal y privada, pero tras de todo esto hay una mano negra experta en revoluciones que ahora está operando sutilmente en Brasil. La Suprema Corte de Brasil autorizó la apertura de investigaciones a 51 políticos, entre ellos dos gobernadores y 34 legisladores, incluso el presidente del Senado, Renan Calheiros y el de la Cámara Baja, Eduardo Cunha. Aparentemente todos ellos estaban involucrados en la red de corrupción en Petrobras que desvió de la empresa entre 2004 y 2012 unos 3700 millones de dólares a través de lavado de dinero y sobrefacturación en obras y contratos. El supuesto autor de esta red, ex director de servicios

de Petrobras, Renato Duque, ya fue arrestado y está colaborando con los investigadores. Por supuesto, las protestas en términos generales muestran la solidez de la democracia en Brasil recuperada hace 30 años después de 21 años de dictadura militar (1964-1985), como lo reconoció la presidenta Rousseff. Sin embargo, las marchas del domingo pasado no fueron muestras de una reacción espontánea del pueblo que expresaban la indignación popular, sino fueron bien preparadas y organizadas por la derecha nacional derrotada en las elecciones presidenciales en 2002, 2006 y 2010 y en 2014. Sus consignas durante estos 12 años del gobierno del Partido de Trabajadores (PT) siguen siendo las mismas: ¡Fuera Lula! ¡Fuera Dilma! ¡Fuera PT! El teólogo y filósofo


brasileño Leonardo Boff en su análisis de las recientes protestas afirmó que “en Brasil hay una rabia generalizada contra el Partido de los Trabajadores, que es más bien inducida por los medios de comunicación, pero no es odio contra el PT, es odio contra 40 millones de pobres que fueron incluidos y que ocupan los espacios que eran reservados a las clases pudientes”. Como lo expresó el escritor y periodista argentino, José Steinsleger, invocando la película del famoso cineasta brasileño Glauber Rocha “El León de 7 Cabezas” (1970), las siete cabezas de la oposición en Brasil representan a los banqueros, latifundistas, empresarios,


tecnócratas, los medios de comunicación, los narcos y sectas religiosas empeñados en revertir “el proceso de cambio y justicia social más profundo y prolongado que ha vivido Brasil desde los tiempos de Getulio Vargas y Joao Goulart (1951-1964)”. La derecha brasileña nunca ha podido asimilar estos 12 años del gobierno del PT, la pérdida de control de país, de la sociedad y de la nación. Tampoco ha reconocido los avances de la última década de los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Rousseff. La pobreza relativa bajó de 36.4 por ciento en 2002 a 18.6 en 2014 y la pobreza extrema del 15 al 5.29 por ciento. Millones de personas fueron beneficiadas con viviendas
populares, subsidios, acceso a la salud y la educación, inclusive universitaria, el sueldo mínimo fue aumentado y la desigualdad disminuida. La derecha brasileña nunca ha reconocido estos logros a pesar de que los gobiernos de Lula y Dilma jamás se atrevieron a terminar con neoliberalismo, sino lograron modificarlo ligeramente y crear condiciones para el crecimiento económico con la distribución de la renta más equitativa. Por eso siguieron aumentando sus presiones sobre el gobierno del Partido de Trabajadores en su intento de desacreditarlo. La clase media es partícipe
en este juego, está influenciada por los medios de comunicación en manos de la oligarquía y guiadas por las transnacionales de información. Los medios de comunicación brasileños, en manos de 14 grupos familiares que poseen el 90 por ciento del mercado de la comunicación, asumieron el papel del principal partido de oposición. Lo reconoció en 2010 la directora del diario conservador nacional Folha de Sao Paulo, Judith Brito quien señaló que “puesto que la oposición se encuentra profundamente debilitada, son los medios de comunicación los que, de hecho deben desempeñar este papel. A veces con mucha imaginación”.  

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