“EN BRASIL HAY UNA RABIA GENERALIZADA
CONTRA EL PARTIDO DE
LOS TRABAJADORES (PT) ,
QUE ES MÁS BIEN INDUCIDA POR LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN” Leonardo
Boff
Escribe
VICKY PELÁEZ (*)
Fuente “Sputnik”
Publica “Rebelión”
20 de marzo 2015
(*) PELAEZ VICKY. Escritora y periodista peruana. Publica
sus artículos en El Diario de New York y en otros medios. Radicada en Nueva
York escribe una columna regular en el periódico hispano El Diario/La Prensa,
uno de los diarios más prestigiosos en español en Estados Unidos. Columnista
habitual en los principales medios alternativos del continente
El pasado domingo, cerca de 1,7 millón de personas
participaron en marchas convocadas por la oposición en 26 capitales
provinciales de Brasil y en la capital federal Brasilia demandando la
destitución de la presidenta Dilma Rousseff. La multitud la responsabilizaba de
la corrupción en
Petrobras, la empresa petrolera estatal y privada, pero tras
de todo esto hay una mano negra experta en revoluciones que ahora está operando
sutilmente en Brasil. La Suprema Corte de Brasil autorizó la apertura de
investigaciones a 51 políticos, entre ellos dos gobernadores y 34 legisladores,
incluso el presidente del Senado, Renan Calheiros y el de la Cámara Baja,
Eduardo Cunha. Aparentemente todos ellos estaban involucrados en la red de
corrupción en Petrobras que desvió de la empresa entre 2004 y 2012 unos 3700
millones de dólares a través de lavado de dinero y sobrefacturación en obras y
contratos. El supuesto autor de esta red, ex director de servicios
de
Petrobras, Renato Duque, ya fue arrestado y está colaborando con los
investigadores. Por supuesto, las protestas en términos generales muestran la
solidez de la democracia en Brasil recuperada hace 30 años después de 21 años
de dictadura militar (1964-1985), como lo reconoció la presidenta Rousseff. Sin
embargo, las marchas del domingo pasado no fueron muestras de una reacción
espontánea del pueblo que expresaban la indignación popular, sino fueron bien
preparadas y organizadas por la derecha nacional derrotada en las elecciones
presidenciales en 2002, 2006 y 2010 y en 2014. Sus consignas durante estos 12
años del gobierno del Partido de Trabajadores (PT) siguen siendo las mismas:
¡Fuera Lula! ¡Fuera Dilma! ¡Fuera PT! El teólogo y filósofo
brasileño Leonardo
Boff en su análisis de las recientes protestas afirmó que “en Brasil hay una
rabia generalizada contra el Partido de los Trabajadores, que es más bien
inducida por los medios de comunicación, pero no es odio contra el PT, es odio
contra 40 millones de pobres que fueron incluidos y que ocupan los espacios que
eran reservados a las clases pudientes”. Como lo expresó el escritor y
periodista argentino, José Steinsleger, invocando la película del famoso cineasta
brasileño Glauber Rocha “El León de 7 Cabezas” (1970), las siete cabezas de la
oposición en Brasil representan a los banqueros, latifundistas, empresarios,
tecnócratas, los medios de comunicación, los narcos y sectas religiosas
empeñados en revertir “el proceso de cambio y justicia social más profundo y
prolongado que ha vivido Brasil desde los tiempos de Getulio Vargas y Joao
Goulart (1951-1964)”. La derecha brasileña nunca ha podido asimilar estos 12
años del gobierno del PT, la pérdida de control de país, de la sociedad y de la
nación. Tampoco ha reconocido los avances de la última década de los gobiernos
de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Rousseff. La pobreza relativa bajó de
36.4 por ciento en 2002 a 18.6 en 2014 y la pobreza extrema del 15 al 5.29 por
ciento. Millones de personas fueron beneficiadas con viviendas
populares,
subsidios, acceso a la salud y la educación, inclusive universitaria, el sueldo
mínimo fue aumentado y la desigualdad disminuida. La derecha brasileña nunca ha
reconocido estos logros a pesar de que los gobiernos de Lula y Dilma jamás se
atrevieron a terminar con neoliberalismo, sino lograron modificarlo ligeramente
y crear condiciones para el crecimiento económico con la distribución de la
renta más equitativa. Por eso siguieron aumentando sus presiones sobre el
gobierno del Partido de Trabajadores en su intento de desacreditarlo. La clase
media es partícipe
en este juego, está influenciada por los medios de
comunicación en manos de la oligarquía y guiadas por las transnacionales de
información. Los medios de comunicación brasileños, en manos de 14 grupos
familiares que poseen el 90 por ciento del mercado de la comunicación,
asumieron el papel del principal partido de oposición. Lo reconoció en 2010 la
directora del diario conservador nacional Folha de Sao Paulo, Judith Brito
quien señaló que “puesto que la oposición se encuentra profundamente
debilitada, son los medios de comunicación los que, de hecho deben desempeñar
este papel. A veces con mucha imaginación”.
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