AGUA DEL FRACKING QUE
LUEGO ES REINYECTADA
EN POZOS DE DESPERDICIO AHORA ES INCULPADA
DE CAUSAR
TERREMOTOS EN OKLAHOMA Y OTROS SITIOS.
Escribe
ALFREDO JALIFE-RAHME (*)
Columnista habitual en
Internacionales
de “La Jornada” de México
Domingo 5 de abril 2015
(*) ALFREDO JALIFE-RAHME- (LIBANO 1948) Escritor y
periodista. Analista de origen libanés. Radicado en México. Especializado en
relaciones internacionales, economía, geopolítica y globalización. Profesor de
Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Editorialista y maestro de postgrado.
Publica crónicas sobre sus especialidades en el diario “La Jornada” de
Mexico, semanario “Contralínea” y varios
otros medios del continente y Europa. Edito varios libros de gran éxito editorial,
Último publicado: “El Híbrido Mundo Multipolar: un Enfoque Multidimensional”
Que el fracking provoque sismos ha sido evidenciado por un
diluvio de reportes de publicaciones científicas de Estados Unidos (http://goo.gl/TD8tXD). Ahora toca el turno al
agua de desperdicio del fracking de ser colocada en la picota ciudadana. The
New York Times (NYT), muy cercano a los Clinton, consagra un extenso
reportaje
a los sismos de Oklahoma vinculados al fracking y su agua de desperdicio de la
poderosa cuan inimputable industria gasera/petrolera de Estados Unidos (http://goo.gl/PUeKSS). El rotativo reseña los
tres fuertes sismos –uno de los cuales alcanzó 5.7 grados en la escala de
Richter– de noviembre de 2011 con el concomitante costo de reparación de casas
modestas de los ciudadanos que ni siquiera son indemnizados y, menos, inmunizados
frente a futuros terremotos. Los funcionarios de Oklahoma –que
suelen proteger
a la industria gasera/petrolera, más que a los ciudadanos– catalogaron el magno
sismo como un acto de la naturaleza, que no fue la culpa de nadie. Muchos
científicos no están de acuerdo y aducen que “tales sismos (…) son
principalmente causados por los humanos (sic), debido a los pozos de desecho
utilizados para inyectar extensas cantidades de agua de desperdicio de la
exploración de gas y el petróleo en la profundidad de la tierra cercana a las
placas tectónicas”. ¿Por qué no participan los geólogos, sismólogos y expertos
hidráulicos en el diagrama colaborativo de explotación del salvaje fracking y
su tóxica
agua de desperdicio? Los científicos –como Arthur F. McGarr, jefe del
proyecto de inducción sísmica en el Centro Científico de Terremotos de Menlo
Park, California (http://goo.gl/VIDxaW)–
advierten que en caso de persistir la inyección de inmensas cantidades de agua
de desperdicio se corre el riesgo de más temblores peligrosos, si no en
Oklahoma, en otros pozos esparcidos en estados colindantes: Texas (máxima
potencia gasera/petrolera de Estados Unidos), Colorado, Nuevo México, Arkansas,
Misuri y Kansas. NYT considera que en un estado donde el
petróleo y el gas
constituyen sus pilares económicos, los líderes elegidos han sido lentos en
enfrentar el problema, mientras los reguladores –aunque hayan tomado algunas medidas protectoras– carecen de autoridad legal,
fuerza laboral y dinero. ¿Para que sirve un parasitario órgano regulador que no
regula? Después del “incremento abrupto y continuo de los sismos desde hace
cinco años, la mayor acción de la gobernadora Mary Fallin –de la Iglesia de
Dios y del Partido Republicano, muy amigable a la industria de petróleo y gas–
ha sido un estéril consejo de 12 apóstoles sin poderes de intercambio de
información sobre temblores, que se reúne en secreto y carece de
mandato para
emitir recomendaciones. La legislatura de Oklahoma se parece mucho al Congreso
mexicano por su disfuncionalidad, su entreguismo a la plutocracia
gasera/petrolera y su desprecio por la suerte metabólica de los ciudadanos. Después
de Alaska, Oklahoma es el estado donde más tiembla y que ha arrasado la quinta
parte de su territorio, donde domina en forma sustancial la industria
gasera/petrolera. Debido a las “filantrópicas lubricaciones pecuniarias” de la
industria gasera/petrolera, tanto republicanos como demócratas –quienes no
desean acabar con la gallina de los huevos de oro del espejismo financierista
de la alucinógena revolución energética del siglo XXI del gas shale y que
rumian, en el “México neoliberal itamita” sin sindéresis, los entreguistas
antimexicanos de IMCO han optado por la confortable política del avestruz. El
estado de Kansas acaba de empezar a tomar medidas –muy tímidas– para limitar
los pozos de
desperdicio que se encuentran detrás del incremento de los
terremotos (http://goo.gl/YYtTd8). Oklahoma,
con casi 4 millones de habitantes –de mayoría blanca (70 por ciento), con 10
por ciento de latinos y 9 por ciento de negros–, es un estado sumamente
conservador y religioso (70 por ciento protestantes y 16 por ciento católicos)
que forma parte del cinturón bíblico ( Bible Belt ),donde predominan los
bautistas sureños. En Oklahoma City (la capital) –sede de las principales
gaseras/petroleras de Estados Unidos: Devon Energy, Chesapeake Energy,
SandRidge Energy y Oklahoma Gas & Electric–, los ciudadanos viven bajo la
espada de Damocles de un inminente magno sismo de 7 grados debido a la
inyección masiva de agua de desperdicio, como advirtió un grupo de investigadores.
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