A PESAR DEL TERRORISMO
DE LOS MEDIOS,
LAS AGENCIAS DE
RIESGO HAN DICHO
QUE LA ECONOMÍA NO PRESENTA
FRAGILIDADES QUE LA OPOSICIÓN
INVOCA .
Escribe
EMIR SADER (*)
Fuente: ALAI
Publica “Rebelión”
16 de abril 2015
(*) EMIR SADER (BRASIL 1943): Sociólogo y científico. Es
profesor Y Doctor de Ciencia Politica de la Universidad de São Paulo (USP) y de
la Universidad do Estado do Río de
Janeiro (Uerj), miembro de CLACSO
(Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Reseña las consecuencias del
modelo neoliberal que dejó a América Latina sumida en la precarización laboral
en su Blog que es “Carta Maior”
Confiada en las movilizaciones de hace un mes, la oposición
convocó a nuevas manifestaciones preparadas de la misma manera, con el rol
determinante, de los medios de
comunicación. TV Globo no transmitió el partido de futbol como lo
hace, en São Paulo, para dejar espacio a
la cobertura de lo que creía sería una
manifestación todavía más grande que la anterior. Folha de São Paulo publicó
una cuestionable encuesta, justo en vísperas de las manifestaciones, intentando
animar a los opositores a seguir movilizados. Pero el fracaso fue rotundo. No
hubo nada que se pareciera a lo de hace un mes. En ciudades donde docenas de
miles se habían movilizado –como Brasilia o Belo Horizonte o Rio de Janeiro–
poca gente se ha dispuesto a hacerlo de nuevo. La Agencia Reuters calculó en
140 mil personas los manifestantes del domingo 12, cifra muy por debajo de lo
que había sido calculado para un mes antes. La repercusión general demuestra
que el momento más fuerte de la oposición ha quedado atrás. ¿Qué es lo que ha
cambiado en este último mes, para que las cosas se muestren ya distintas en
Brasil?. En primer lugar, el gobierno ha retomado la iniciativa política,
avanzando en la recomposición política de sus alianzas. Si hasta recientemente,
el PMDB se acercaba a la oposición, el nombramiento de su presidente y
vice-presidente de la república, Milton Temer, como coordinador político del
gobierno, ha revertido la correlación de fuerzas interna en ese partido, que
así se reposiciona dentro de la base política del gobierno. Por otra parte, hay
síntomas de que la situación económica, si bien no presenta todavía señales de
retomar el crecimiento, demuestra que el estancamiento va quedando hacia atrás
y presenta perspectivas de reactivación en varios sectores importantes. Incluso
los niveles de inflación apuntados –muy por debajo de los que Fernando Henrique
Cardoso dejó a Lula– no están descontrolados y, sobretodo, el nivel de empleo,
a pesar de actitudes de sabotaje de sectores del gran empresariado, no se ha
alterado. El gobierno, a su vez, ha tomado medidas de simpatía popular, sea
respecto a los descuentos del impuesto a la renta, sea en el diseño de la
política salarial de aumentos por encima de la inflación, estableciendo un
equilibrio respecto a las medidas de ajuste de las cuentas públicas. Por su
parte, el movimiento popular vuelve a ocupar las calles, con movilizaciones
nacionales como la del día 15 y una huelga general contra el proyecto de ley de
tercerización de la mano de obra que la Cámara de Diputados ha aprobado en
primera votación. Otro factor que ha contribuido al cambio de la situación está
el hecho de que Lula ha retomado su actuación como coordinador ad hoc del
gobierno y movilizador del PT y de los movimientos sociales. Al mismo tiempo,
el gobierno ha hecho nombramientos –en el Ministerio de Educación, en la
Secretaria de Comunicaciones y en el Instituto de Investigación Aplicada,
IPEA,– de
personas claramente identificadas con la izquierda, atendiendo a
demandas de ese sector. El otro factor nuevo ha sido la explosión de los casos
de corrupción –cada uno, muy por encima de los costos que envuelven las
denuncias sobre Petrobras– tanto del HSBC, como de una gran cantidad de
empresarios que han logrado evitar el pago de impuestos con propinas
millonarias a funcionarios encargados de recaudar el impuesto a la renta. Así,
parte importante de opositores que estaban promoviendo y financiando las
movilizaciones en contra de la corrupción, se han visto comprometidos en casos
mucho más
graves de corrupción, debilitando el ímpetu de la oposición y de las
movilizaciones. El gobierno Dilma ha completado sus primeros 100 días
atravesando crisis de distinto orden: de alianzas políticas, de enfrentamiento
con los medios de comunicación y con el gran empresariado. Han enfrentado su
peor momento, porque la arquitectura que Lula había montado se estaba
deshaciendo. La recomposición de las alianzas con sectores partidarios de
centro y con sectores del gran empresariado es lo que está cambiando,
permitiendo que el gobierno salga del asedio al que ha sido sometido en su
primer momento. El fracaso de las manifestaciones de esta semana confirman las
señales de cambio favorables al gobierno.
(…texto completo aquí)
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