LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS EN PANAMA SIMBOLIZA
OFENSIVA DE
LOS EE.UU. EN SU REPETIDO INTENTO
POR NO PERDER LA HEGEMONÍA A NIVEL GLOBAL,
Y A LA VEZ CUIDA LIDERAZGO EN SU PATIO TRASERO
Y A LA VEZ CUIDA LIDERAZGO EN SU PATIO TRASERO
Escribe
KATU ARKONADA(*)
Fuente: “Rebelión”
6 de mayo 2015
(*) KATU ARKONADA (Barakaldo-País Vasco 1978) Militante de
la Izquierda Abertzale en Euskal Herria. Periodista. Escritor. Diplomado en
Políticas Públicas. Colabora con el Ministerio de Relaciones
Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia además de ser investigador en la
Universidad de la La Paz. Investigador y analista del CEADESC y del
Centre Tricontinental – CETRI- Profundo çonoçedor de politçias y
proçesos soiales de Amériça Latina.
Vivimos tiempos tan confusos como convulsos. La crisis
estructural del capitalismo en la que estamos inmersos y el nuevo escenario
geopolítico rediseñan todas las variables de la ecuación. Estados
Unidos comenzó su etapa de hegemonía a partir de la caída del muro y del colapso de la Unión Soviética, Hoy en día, con el impacto de la crisis estructural del capitalismo en pleno centro del norte capitalista y con el surgimiento de nuevos actores del tablero geopolítico, podemos afirmar que la nueva triada del poder mundial está conformada por los Estados Unidos, China y Rusia. Ese declive de la hegemonía estadounidense ha venido acompañada de una ofensiva en tres
ámbitos, político, económico y militar, con el objetivo de mantener el liderazgo, pero en la medida en que este no puede ser logrado por consenso, debe ser alcanzado mediante la dominación violenta en una buena parte del tablero geopolítico. En un momento en que la hegemonía cultural también se resquebraja, en que el modelo de capitalismo neoliberal comienza a ser enfrentado en una América Latina donde el vínculo tradicional entre democracia y capitalismo se ha roto, Obama trata de rescatar su viejo Ministerio de las Colonias, una OEA moribunda y agonizante, presentándose ante los países de América
Latina y el Caribe con la carta del
inicio de negociaciones para el restablecimiento de las relaciones con Cuba. Pero
buscando el equilibrio interno, el tachar de la lista negra a Cuba obligaba a
tener otro enemigo externo, en este caso Venezuela, en un enroque en la
política exterior hacia America Latina y el Caribe que probablemente supone el
inicio del fin de la era Obama en el subcontinente por subestimar el avance que
se ha dado en los últimos años en la unidad e integracion latinoamericana, aun
entre países y proyectos políticos y económicos muy diferentes. La agresión
contra Venezuela es parte de
un objetivo estratégico más amplio que pasa por
desestabilizar a los países del ALBA y desplazar acuerdos como Petrocaribe, que
agrupa a países centroamericanos y caribeños que tienen suministro de petróleo
venezolano. No es casualidad que Obama se reuniera con el Caricom justo antes
de viajar a Panamá, dentro de una estrategia definida como “Iniciativa por la
Seguridad Energética del Caribe” .Y si bien el núcleo bolivariano es objetivo
de primer rango en esta ofensiva, el segundo anillo progresista también
es
parte de esta ofensiva política. La Estrategia de Seguridad Nacional de los
Estados Unidos por la que se ha regido la era Obama coloca a Brasil como un
“centro de influencia emergente” al que solo le superan en prioridades China,
India y Rusia, además de “guardián de un patrimonio ambiental único y líder de
los combustibles renovables”. No es casualidad por tanto que la mayor parte de
bases militares estadounidenses se encuentren rodeando la Amazonia. Argentina
también es mencionada de manera explícita en dicha Estrategia en cuanto a país
miembro del G20, y probablemente algún día leeremos en documentos
desclasificados el vínculo entre la CIA y los fondos
buitre que atentan contra
la soberanía política y económica de este país. Otro de los países que gozan de
mención especial en esta Estrategia de Seguridad Nacional que define la
política exterior de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono,
es México. Reforzar México como frontera sur de los Estados Unidos como forma
de extender el control geopolítico del Caribe y la influencia en Centroamérica
es parte de la ofensiva estadounidense en el ámbito político. La reciente
aprobación de una ley en México para
dotar de legalidad a una realidad ya existente como es la de los
miles de
agentes estadounidenses que portan armas en territorio mexicano, es formalizar,
como lo fue el Pacto por México y la reforma energética, la entrega de
soberanía mexicana a una potencia extranjera. Frente a la integración
latinoamericana y caribeña, Estados Unidos se aseguran un aliado fiel en la
región. También parte de la ofensiva política es el financiamiento que se
produce desde USAID, NED y otras organizaciones ligadas al Departamento de
Estado y la CIA a una oposición de derecha en los países con gobiernos de
izquierda o progresistas. Una nueva derecha reciclada que busca seducir no
solo a las clases medias sino también a los sectores populares con un discurso
más despolitizado y light que la vieja derecha gorila neoliberal. Una oposición
“civil y democrática” que incluso no tiene empacho en presentarse como de
izquierda moderada frente a las izquierdas “radicales” y “populistas”.
Unidos comenzó su etapa de hegemonía a partir de la caída del muro y del colapso de la Unión Soviética, Hoy en día, con el impacto de la crisis estructural del capitalismo en pleno centro del norte capitalista y con el surgimiento de nuevos actores del tablero geopolítico, podemos afirmar que la nueva triada del poder mundial está conformada por los Estados Unidos, China y Rusia. Ese declive de la hegemonía estadounidense ha venido acompañada de una ofensiva en tres
ámbitos, político, económico y militar, con el objetivo de mantener el liderazgo, pero en la medida en que este no puede ser logrado por consenso, debe ser alcanzado mediante la dominación violenta en una buena parte del tablero geopolítico. En un momento en que la hegemonía cultural también se resquebraja, en que el modelo de capitalismo neoliberal comienza a ser enfrentado en una América Latina donde el vínculo tradicional entre democracia y capitalismo se ha roto, Obama trata de rescatar su viejo Ministerio de las Colonias, una OEA moribunda y agonizante, presentándose ante los países de América
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