viernes, 8 de mayo de 2015

EN EL TÚNEL

HUBO CONQUISTAS EN EL SIGLO XIX, 
PERO LA INDUSTRIALIZACIÓN INICIADA 
EN INGLATERRA, AHORA SE CUESTIONA 
POR CONTAMINACIÓN Y OTROS ESTRAGOS

Escribe
OCTAVIO RODRÍGUEZ  (*) 
Fuente “La Jornada” de México. 
7 de Mayo 2015

(*) OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO ( 1941, Puebla, México) Periodista. Escritor. Es un intelectual mexicano de izquierda. Especialista en política mexicana. Doctor en ciencia política y Sociales de la UNAM. Profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas. Su último libro es  “Derechas y ultraderechas en el mundo” (Siglo XXI Editores). Ha dicho que “Una cosa es la democracia en la elección de un dirigente y otra la democracia en el ejercicio del Gobierno”


Los mexicanos –la mayoría– vivimos en un túnel que pareciera no tener salida. O quizá sea un embudo en el que vamos hacia la parte más angosta por la que sólo cabrán, para ver la luz, los más privilegiados por este sistema que día a día cobra más víctimas en
todo el mundo, en algunos países más que en otros. Los partidos políticos tienen muy pocas propuestas de cambio, cuando tienen, y quienes no pertenecen ni simpatizan con los partidos están en similares circunstancias. Éstos, en el mejor de los casos, están preocupados por la situación concreta en que viven y, por lo mismo, sus demandas son sobre asuntos específicos. Otros nos dicen que el sistema se debe cambiar porque no ofrece nada bueno para las mayorías, y tienen razón, pero no parecen ser suficientemente audaces (y realistas a la vez) para señalar el cómo hacer esos cambios (la estrategia). Muchos le apuestan a la organización de los subalternos, como les llaman algunos a los pobres del campo y la ciudad, pero sin un programa viable (y no de buenos deseos) no se ve por qué y para qué habrían de organizarse, ni tampoco se habla del cómo. Podríamos estar de acuerdo en que un común denominador es la lucha contra el neoliberalismo, pero a la hora de las propuestas

alternativas surgen de inmediato las diferencias, y con éstas las divisiones y la dispersión. Por ahora, la lucha anticapitalista es un buen discurso. Además, la lucha anticapitalista es un anti, pero no es por sí misma un proyecto de lo que debiera sustituir al capitalismo. Se diría que es el socialismo, pero no hay referentes sólidos de un modelo alternativo de esta naturaleza. Teóricos y filósofos hay y ha habido, algunos de primera línea, pero tampoco han proporcionado soluciones que hayan resistido la prueba del tiempo, de la historia. Nos han ofrecido propuestas de cambio y críticas excelentes al statu quo, pero
la realidad terca y poderosa se ha encargado de ubicarlos en el nicho de las mentes más brillantes en las bibliotecas, pero no en la construcción de un mundo mejor para todos y no sólo para unos cuantos. ¿Será vigente la undécima tesis de Marx sobre Feuerbach: Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo?.  Hemos avanzado muchísimo en los últimos 150 años, pero la vieja tesis del desarrollo desigual y combinado persiste: ¿en qué se parecen países como Somalia y Noruega o Argentina, o más cerca, estados como Oaxaca y Nuevo León? Ha habido conquistas impensables a principios del siglo XIX, pero la industrialización iniciada en Inglaterra en aquellos años ahora
se cuestiona por la contaminación y otros estragos, y no faltan teorías que proponen la desindustrialización y el antidesarrollo como opción para la humanidad. Es claro que estos avances han mejorado la vida de miles de millones de personas pero no de toda la población mundial: unos tienen 80 o más años de expectativa de vida, otros siguen, como en la Edad Media, con la esperanza de llegar a los 50 años en promedio. Unos disfrutamos de las nuevas tecnologías de comunicación, Internet por ejemplo, y otros sólo las desean, pero en esto también hay críticas por sus efectos en la salud física y mental de quienes se enajenan a ellas. ¿Qué no tiene su pro y su contra? La inconformidad existe casi en
todos lados, aunque no en todos se exprese con libertad, pero ciertamente no está organizada. Es real, pese a que nos surjan dudas sobre la autenticidad de algunos movimientos, pero una vez más se percibe la falta de proyecto más allá de demandas concretas y con frecuencia inmediatistas. Cuando los obreros europeos y estadunidenses demandaban la jornada de 10 horas, y luego de ocho horas, sumaron a millones, pero aun así hubo esquiroles en sus mismos países, o importados de otros (la necesidad tiene cara de hereje, dice el dicho). Pero no todas las demandas actuales tienen el mismo grado de universalidad y, por lo mismo, no suman a tanta gente. Es esta una de las razones por las que buena parte de los movimientos sociales se dispersan y no se organizan como sería deseable para ejercer suficiente presión sobre quienes tienen el poder.  

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