TODO
PUEDE SER LLEVADO AL MERCADO,
AGUA POTABLE, SEMILLAS, ALIMENTOS
Y HASTA LOS ÓRGANOS HUMANOS...
ESTO HA PENETRADO TODA LA
SOCIEDAD.
Escribe
LEONARDO BOFF (*)
Fuente: Web del autor
Viernes 15 de mayo 2015
(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno
de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la Congregación
para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le
silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de
ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como
Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín
entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos a diversas lenguas. En
1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood, considerado el
Nobel Alternativo.
Vivimos
en la era de las Grandes Trasformaciones. Entre tantas, destaco apenas dos: La
primera en la economía: a partir de 1834 con la revolución industrial en
Inglaterra. Fué el paso de una economía de
mercado a una sociedad de mercado.
El mercado ha existido siempre en la historia de la humanidad, pero nunca una
sociedad solo de mercado. Esto quiere decir que la economía es lo que cuenta,
todo lo demás debe servirla. El mercado que predomina se rige por la
competición y no por la cooperación. Lo que se busca es el beneficio económico
individual o corporativo y no el bien común de toda una sociedad. Generalmente
este beneficio se alcanza a costa de la devastación de la naturaleza y de la
creación perversa de desigualdades sociales. Se dice que el mercado debe ser
libre y el estado es visto como su gran traba. La misión de este, en realidad,
es ordenar con leyes y normas la sociedad, también el campo económico y
coordinar la búsqueda del bien. La Gran Transformación postula un Estado
mínimo, limitado prácticamente a los asuntos ligados a la infraestructura de la
sociedad, al fisco y a la seguridad. Todo lo demás pertenece y es regulado por
el mercado. Esta forma de organizar la sociedad únicamente en torno a los
intereses económicos del mercado ha escindido a la humanidad de arriba abajo:
se ha creado un foso enorme entre los
pocos ricos y los muchos pobres.
Predomina una perversa injusticia social.Se ha creado también una inicua
injusticia ecológica. En el afán de acumular han sido explotados de forma
predatoria bienes y recursos de la naturaleza, sin ninguna limitación ni ningún
respeto. Lo que se busca es un enriquecimiento cada vez mayor para consumir más
intensamente. Esta voracidad ha encontrado el límite de la propia Tierra. Esta
ya no tiene todos los
bienes y servicios suficientes y renovables. No es un
baúl sin fondo. Tal hecho dificulta si no impide la reproducción del sistema
productivista/capitalista. Es su crisis. La segunda Gran Transformación se está
dando en el campo de la conciencia. A medida que crecen los daños a la
naturaleza que afectan a la calidad de vida, crece simultáneamente la
conciencia de que tales daños se deben en un 90% a la actividad irresponsable e
irracional de los seres humanos, más específicamente a la de aquellas élites de
poder económico político, cultural y mediático que se constituyen en grandes
corporaciones multilaterales y que han asumido los rumbos del mundo. Tenemos
que hacer con urgenci
a alguna cosa que interrumpa esta trayectoria hacia el
precipicio. El primer estudio global sobre el estado de la Tierra se hizo en
1972 y reveló que la Tierra está enferma. La causa principal es el tipo de
desarrollo que las sociedades han asumido, que acaba sobrepasando los límites
de la naturaleza y de la Tierra. Tenemos que
producir, sí, para alimentar a la humanidad, pero de otra manera, respetando
los ritmos de la naturaleza y sus límites, permitiendo que ella descanse y se
rehaga. A eso se lo llamó desarrollo humano sostenible y no solamente
crecimiento material, medido por el PIB. En nombre de esta conciencia y de esta
urgencia
, surgió el principio responsabilidad (Hans Jonas), el principio
cuidado (Boff y otros), el principio sostenibilidad (Informe Brundland), el
principio cooperación (Heisenberg/Wilson/Swimme), el principio
prevención/precaución (Carta de Río de Janeiro de 1992 de la ONU), el principio
compasión (Schoppenhauer/Dalai Lama) y el principio Tierra (Lovelock y Evo
Morales), entendida ésta como un superorganismo vivo, siempre apto para
producir vida. La reflexión ecológica se ha vuelto compleja. No se puede
reducir solamente a la preservación del medio ambiente. La totalidad del
sistema mundo está en juego.
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