EN PRIMER LUGAR, SOMOS DEMASIADOS.
RESPECTO
A LO QUE HAY. ES COMO DECIR:
"MUCHAS CABEZAS PARA POCOS SOMBREROS"
Escribe
EMIR SADER (*)
Fuente BLOG del autor en
“Público.es”
España
15 de mayo 2015
(*) EMIR SADER (BRASIL 1943): Sociólogo y científico. Es
profesor Y Doctor de Ciencia Politica de la Universidad de São Paulo (USP) y de
la Universidad do Estado do Río de
Janeiro (Uerj), miembro de CLACSO
(Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Reseña las consecuencias del
modelo neoliberal que dejó a América Latina sumida en la precarización laboral
en su Blog que es “Carta Maior”
El lema de una campaña electoral de hace poco tiempo del PP
en Cataluña resume la esencia de la filosofía del neoliberalismo. El neoliberalismo
no se dispone a producir más sombreros para superar esta situación, sino a
cortar cabezas. Podría dividir mejor lo que hay, hacer rotación con los
sombreros que hay por varias cabezas. Pero no. Hay que reducir la demanda de
sombreros por las excesivas cabezas.
¿Y quién decide que hay que cortar cabezas
y qué cabezas deben ser cortadas? ¿Acaso es la ciudadanía reunida
democráticamente en asambleas o en carnicerías gigantes quien tomas estas
decisiones? No. Es el mercado, ese gran carnicero. Al parecer, las cabezas han
vivido por encima de sus posibilidades de tener sombreros para todas, uno para
cada una. Ahora hay que hacer los deberes, cortar, austeramente, las cabezas
sobrantes. ¿Cómo decide el mercado cuáles son las cabezas sobrevivientes para los
insuficientes sombreros? Por la acción mágica, sabionda y equilibrada de su
mano oculta. Así, sobrevivirán las cabezas mejor calificadas por la inevitable
ley de la oferta y la
demanda. Malthusianamente. Para la gloria de los
sacrosantos equilibrios macroeconómicos. ¿Y si, violando esas normas, se
produjeran más sombreros para atender a la demanda de todas las cabezas? ¡No,
no y no! Por Dios, ni pensar en los disturbios macroeconómicos que se
producirían con la tenebrosa venganza del mercado, que enviaría rayos sobre las
cabezas de todos como castigo por no habernos obedecido a las leyes de la
oferta y la demanda. Todo menos eso. La inflación se dispararía a cifras de no
sé cuantos dígitos. Los capitales huirían a cualquier agencia del HSBC todavía
abierta o buscarían refugio, atraídos por la ley de la atracción universal que
los lleva, si no hay ningún obstáculo que los desvíe, hacia el dulce y justo
reposo de los paraísos fiscales. El FMI encenderá todas sus luces rojas y nos
considerará un caso execrable,
infradotado de los criterios mínimos de
confianza para recibir un céntimo siquiera de prestamos o de capitales. ¿Vale
la pena todo eso simplemente para satisfacer algunas cabezas cuya insistencia
en sobrevivir nos puede exponer a todos los fuegos del infierno? ¿A ser
declarados países no confiables frente a los confiables organismos
internacionales de la finanza y del poder? Quedarán menos cabezas, pero
mejores, porque saben que tienen que meter sus cabezas en los pocos sombreros
que van quedando. Que de eso se trata para países, gobiernos, partidos serios:
si no hay para todos, tiene que haber para algunos, que sean los que el mercado
dice que son los que merecen tener sus cabezas cubiertas. Esa es la filosofía
del neoliberalismo y de la austeridad: no hay para todos.
(…texto completo aquí)
No hay comentarios:
Publicar un comentario