lunes, 18 de mayo de 2015

PROBLEMA DE BASURA EN CIUDADES LATINOAMERICANAS

LA POLÍTICA AMBIENTAL EN LATINOAMÉRICA,
COEXISTE  CON EL MAL OLOR, LAS RATAS, 
LOS CERDOS, LAS MOSCAS, LOS GUSANOS, 
Y EL METANO DEBAJO DE LAS CAPAS DE BASURA

Escribe 
CARLOS  FERMÍN ( *)
 Fuente “Eco Portal”
14 de mayo 2015

(*) CARLOS FERMÍN (*) (Venezuela) Periodista. Se especializa en temas de Ecologia y Medio Ambiente. Graduado en Comunicación Social, mención Periodismo en la Universidad de Zulia, Venezuela    Escribe en la Web http://ekologia.com.ve/  y otros medios de la prensa alternativa. Ha dicho que…”La perversa realidad ambiental que confrontamos a diario, refleja el caos supremo de la implacable Sociedad Moderna”


Cuando se trata de reducir los índices de contaminación ambiental y fomentar la práctica de la Cultura del Reciclaje, los latinoamericanos sufrimos de un continuo bloqueo mental, que nos impide asumir la
responsabilidad de proteger los recursos naturales del Medio Ambiente, y generar respuestas positivas de cambio a favor del saturado planeta Tierra. La sistemática indiferencia ecológica en América Latina, permite que los latinoamericanos produzcan de 0,7 a 1,3 kilogramos de basura a diario, por lo que cada 24 horas se originan más de 500 mil toneladas de desechos sólidos, que termina promediando casi 200 millones de toneladas de residuos anualmente. De esa trágica cifra, se recicla menos del 15% de los materiales orgánicos e inorgánicos que

se descargan en los vertederos de basura a cielo abierto, los cuales acumulan, queman y contaminan toda la desidia ambiental, ocasionada por la ignorancia de los más de 600 millones de latinoamericanos que atiborran las calles de nuestra capitalista geografía. DESAYUNAMOS, ALMORZAMOS Y CENAMOS, pero ¿Dónde termina el cartón de huevos, la botella de Coca-Cola y la lata de atún? COMPRAMOS, VENDEMOS Y REGALAMOS, pero ¿Dónde termina la colilla del cigarro, el blister de los juguetes y el vidrio de los


licores? LEEMOS, VIAJAMOS Y REZAMOS, pero ¿Dónde termina el papel periódico, las hojillas de afeitar y los test de embarazo? LLORAMOS, REÍMOS Y SOÑAMOS, pero ¿Dónde termina el envase del cloro, el envoltorio de las galletas y las cáscaras de las frutas? TRABAJAMOS, DORMIMOS Y DESPERTAMOS, pero ¿Dónde termina el pañal desechable, los discos compactos rayados y la mugre de las uñas? NACEMOS, CRECEMOS Y MORIMOS, pero ¿Dónde termina el pote de champú, el tetra pak de la leche, las jeringas del hospital y las bujías oxidadas? La respuesta es muy sencilla. Gran


parte de la basura latinoamericana termina aglutinada en una genérica bolsa de plástico negra, blanca o transparente, que se deposita en el genérico contenedor de basura frente a nuestro domicilio, esperando que las agujas del reloj marquen la impuntual llegada del genérico camión compactador, que trasladará con gritos industriales todos los desechos sólidos hasta el genérico vertedero a cielo abierto, para que
de generación en generación se repita la misma errática historia de abuso ambiental. ¿Por qué somos tan sinvergüenzas? Vivimos destruyendo el entorno biofísico que albergamos, y nos quedamos calladitos ante el gran ecocidio que perpetramos en la oficina, en el hogar, en las plazas, en los parques, en las playas y en las aceras de nuestros países. Desde Toluca de Lerdo en México, pasando por Maracaibo en Venezuela, y llegando hasta Tucumán en Argentina, observamos que la irracionalidad ecológica de la población latinoamericana, demuestra la falta de Conservacionismo entre los ciudadanos, y la negativa de los gobiernos de turno en aplicar la normativa legal que prioriza la
práctica obligatoria del reciclaje. Surgen las interrogantes ¿A qué normativas legales nos estamos refiriendo? ¿Será a las fantasmagóricas leyes sobre la Gestión Integral de los Desechos Sólidos, o a las ordenanzas municipales que nunca se transfieren a la colectividad? Es obvio que la política ambiental vigente en Latinoamérica, coexiste con el mal olor, con las ratas, con los cerdos, con las moscas, con los gusanos, y con el metano que habita debajo de las capas de basura en La Ciénaga, en El Rodeo, en La Bonanza, en Yotoco, en Villa Hayes, en Norte III, en La Esmeralda
, en La Chorrera, en El Milagro, en Cerro Patacón, en San José, en La Cañada, en Zona 3, en Las Iguanas, en Santiago Poniente, en Doña Juana, en Atiquizaya, en Huajara, en Yopal, en Calle 100, en Los Pinos y en el resto de los laberintos de aniquilación ambiental, mejor conocidos como rellenos sanitarios, vertederos o botaderos de basura. Recordemos que los mencionados laberintos del ecocidio, no fueron, no son y nunca serán la respuesta ambientalmente inteligente para alcanzar el desarrollo sostenible y sustentable de los pueblos. La cal, el aserrín y la arena, no pudieron
ocultar las prolongadas grietas del extinto Jardim Gramacho, que vivió más de 30 años soportando la extrema negligencia carioca, y pronosticó la imparable crisis ecológica del actual siglo XXI. Por desgracia, los rellenos sanitarios no representan un mecanismo técnico eficaz para disponer de la basura urbana. La verdad, es que son improvisadas áreas naturales demarcadas con estratégicos vocablos politizados, donde las empresas contratistas jamás terminan recolectando, clasificando y llevando la basura hasta los centros autorizados de reciclaje, que aprovecharían los materiales desechados en aras de su reutilización como materia prima, para la fabricación de nuevos productos de bajo impacto ambiental. El tema renace en cada campaña electoral. Y vuelve a morir... con total éxito.  

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