NO HAY HISTORIA DE
VENCEDORES SIN VENCIDOS.
ESTOS, NO PERDIERON POR SER MENOS DIGNOS,
SINO PORQUE NO PUDIERON DEFENDERSE.
ANTE ATROCIDADES Y SAQUEOS A QUE SE LES SOMETIO.
Escribe
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS (*)
Fuente: Blog del
autor en “Público.es”
de
España. Tradujo Antoni Aguiló
10 de mayo 2015
(*) BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS. (Coímbra, Portugal,
1940) Poeta y ensayista portugués. Doctor en Sociología del derecho por la
Universidad de Yale, científico social y uno de los referentes de la sociología jurídica contemporánea.
Profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra
(Portugal). se ha dedicado a una intensa militancia intelectual Sus ultimos
libros son ”Si Dios fuese un activista de los derechos humanos” (Madrid, Trotta
2014) y, de próxima aparición y co-escrito con Maria Paula Meneses
“Epistemologías del Sur “(Madrid, Akal).
Hay
gente demasiado pequeña para ser humana. Tal vez siempre haya sido así, pero
desde que la modernidad occidental se expandió por el mundo gracias al
colonialismo y al capitalismo la contradicción entre
la igual dignidad de todos
los seres humanos y el trato inhumano dado a algunos grupos sociales tomó la
forma de una fractura abismal. Una fractura por la que corrió mucha sangre y se
destiló mucha hipocresía. Las zonas de subhumanidad fueron teniendo varias
poblaciones (salvajes, indígenas, mujeres, esclavos, negros) pero nunca fueron
clausuradas; por el contrario, se renovaron con nuevas poblaciones que ahora
sustituyen a las antiguas. La zona más reciente es la de los inmigrantes
indocumentados. Por eso, la sangre derramada en el
Mediterráneo viene de muy
lejos, tanto en el tiempo como en el espacio. Y no es casualidad que hoy se
vierta tanto en el extremo norte como en el extremo sur del mismo continente,
en Sudáfrica. Las zonas de subhumanidad son zonas de no ser, donde quien no es
verdaderamente humano no puede reclamar ser tratado como tal, es decir, ser
sujeto de derechos humanos. A lo sumo, es objeto de discursos de derechos
humanos por parte de los que viven en las
zonas de humanidad. A estos no les
pasa por la cabeza que las zonas donde viven no serían lo que son si no
existiesen las zonas donde los “otros” “subviven” y de las que quieren salir
desesperadamente movidos por la escandalosa aspiración a una vida digna. Y no
les pasa por la cabeza porque la historia no les pesa; por el contrario, les
confirma que sólo los emprendedores victoriosos (individuales y colectivos,
pasados y presentes) merecen la humanidad de la que disfrutan. La filantropía
les hace bien, pero no tienen deudas que saldar con nadie. En la sangre que corre
en los dos extremos de África hay mucha
injusticia histórica y muchas historias
entrelazadas. El colonialismo europeo no terminó con la independencia de muchos
de los países de los que huyen los inmigrantes. Continuó bajo la forma de
controles militares y económicos, de fomento de rivalidades entre grupos
étnicos para garantizar el acceso a las materias primas o para asegurar
posiciones en la Guerra Fría. Muchos de los Estados fallidos fueron activamente
producidos como fallidos por los poderes occidentales. El caso más reciente y
trágico es Libia. ¿No era Libia una de las fronteras más seguras al sur de la
Unión Europea? ¿Mereció la pena destruir un país para garantizar más fácil
acceso al petróleo y servir a los intereses geoestratégicos de Israel y Estados
Unidos? Pero la historia del colonialismo europeo es mucho más compleja de lo
que se puede imaginar y sólo esta complejidad puede ayudar a explicar lo que
está sucediendo en Sudáfrica. ¿En qué medida los colonizados aprendieron con
los colonizadores la arrogancia de racismo? Formalmente un país independiente,
Sudáfrica fue, desde el inicio del siglo XX y hasta 1994, gobernado por una de
las formas más crueles de colonialismo interno, el régimen del apartheid. El
racismo institucionalizado, mucho más allá de una relación de poder basada en
la inferioridad inherente de los negros, se convirtió en una forma general de
ser y saber (racismo cognitivo) que insidiosamente se fue liberando de las
grandes diferencias del color de la piel para ejercerse. ¿Es por eso que los
negros sudafricanos son considerados el pueblo más intolerante de África hacia
los extranjeros pobres y negros? ¿Acaso ellos, que se liberaron del apartheid,
no se liberaron totalmente del régimen de ser y saber en el que se basaba?
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