EL MALESTAR EN LAS RELACIONES SOCIALES ASUELA AL PLANETA.
EN
MEXICO SE DESTACA POR LO AGUDO DEL DESEQUILIBRIO.
EN LA PROPORCIÓN DE JORNALES AL TRABAJO ASALARIADO
HACE DOS AÑOS ERA 18 PUNTOS MÁS BAJA QUE LOS DE CHINA...
Escribe
ROLANDO CORDERA (*)
Fuente:
“La Jornada” de
México
3 de mayo 2015
(*) ROLANDO CORDERA CAMPOS (Manzanillo, Colima; 31 de enero de 1942). Economista y político
mexicano. Es licenciado en Economía por la UNAM. investigador y colaborador de
“La Jornada” y suplemento “Nexos”. Profesor titular "C" de tiempo
completo en la Facultad de Economía de la UNAM. Doctor Honoris Causa de la
UNAM.
Como ocurre en todo el mundo, aquí la crisis global se
mantiene como realidad inmediata y horizonte cercano, encarnada en el desempleo
masivo, las fuertes tendencias hacia el estancamiento económico secular y una
irritación social siempre en
las goteras de la violencia colectiva. Para
nosotros, la crisis se volvió sin más la extensión del estancamiento
estabilizador que ha caracterizado nuestra evolución en los últimos 30 años.
Nada nuevo bajo el Sol caliente y colorado que quema cada día más. Con el campo
en imparable proceso de vaciamiento, sólo quedan como válvulas de escape la
informalidad en las urbes o la emigración. Por lo demás, sin seguro de
desempleo ni ahorros suficientes para la mayoría trabajadora y sus familias,
pocos pueden darse el lujo de no estar ocupados y remunerados por mucho tiempo.
Así ocurre con el sencillo jornalero rural o el obrero de la construcción que
se movió del campo deslumbrado por la luces de la ciudad, pero también con el
profesional que imaginó que el empleo adquirido era para siempre y
Norma Samaniego |
se despertó
un día con la inclemente realidad del recorte presupuestal, el cierre de
sucursales o la retirada de la multinacional hacia otras latitudes. La
globalización, se dirá, que viene por oleadas con caídas de los petroprecios,
paro en la economía estadunidense, desaceleración del Gran Dragón… o la llegada
de los ovnis que sobrevuelan el Cofre de Perote. De haber indemnización, se
sabe que durará poco y el autoempleo, el tránsito al mundo de los emprendedores
o la obtención de alguna beca serán escenarios
azarosos, de corta duración y
casi siempre marcados por la penuria emanada de los mercados famélicos, el
crédito caro y la avidez usuraria. Así, el panorama se despliega bajo la
dictadura férrea del mal empleo, llamado subempleo, empleo mal pagado,
informalidad o, de plano, abandono de la población económicamente activa por
agotamiento o decepción. En un contexto como este, debidamente documentado por
la OIT y el Inegi y analizado con acuciosidad recientemente por Norma Samaniego
(La participación del trabajo en el ingreso nacional: el regreso a un tema
olvidado, Economía UNAM #
33), no se puede esperar cooperación laboral para
proyectos de elevación sostenida de la productividad y transformación
productiva. Lo más que puede esperarse es pasividad y resignación obrera, que
los funcionarios y sus expertos en optimismo confunden con paz y armonía
laborales. Tampoco puede tenerse mucha esperanza en que los raquíticos
sindicatos auténticos eleven la mira y reclamen una revisión a fondo de los
términos del reparto del producto social que el cambio estructural y las crisis
que lo antecedieron le impusieron a la sociedad
desde finales del siglo XX.
Viven a la defensiva, cuando no bajo la cautela dolorosa que les impone el
drama contiguo de la informalidad mayúscula o el despido de sus prójimos. Este
malestar en las relaciones sociales fundamentales asuela al planeta, pero
nuestra experiencia destaca por lo agudo del desequilibrio. Como lo consigna
Norma Samaniego: “A nivel internacional, la proporción de las remuneraciones al
trabajo asalariado en el valor agregado –sin considerar los ingresos mixtos–
era en México en 2012 la más baja entre 31 países incluidos en la base de datos
de la OCDE, que incluía a algunos países no miembros.
Era casi 10 puntos
porcentuales inferior a las de Chile o Grecia y cerca de 18 puntos más baja que
la de China”. En estas condiciones, no sólo críticas sino extremas, los grandes
empresarios, los señoritos del PAN y el nuevo gobierno priísta, decidieron que
algo faltaba en este cerrojo infame e impusieron una reforma laboral contraria
del todo al espíritu constitucional y las enseñanzas de la historia. Lo que
tenemos hoy, entonces, es una hostilidad creciente contra el trabajo no
calificado y el calificado y el más cruel teatro de abuso y desorden en las
relaciones industriales
que cualquier Dickens improvisado pudo haber imaginado.
Así en Tijuana o en Juárez, en Naucalpan o el nuevo corredor del automóvil en
el Bajío, de donde emanan las nuevas grandes ilusiones del momento. Esta tierra
baldía, a la vez que poblada de despampanantes instalaciones industriales para
cuyos directivos la cuestión social y urbana no existe y que los gobernantes
prefieren ignorar olímpicamente, es el matraz de un descontento que trasmina
las fronteras de la planta o la oficina y se vuelca a la plaza pública, la
escuela o la calle. Se da todavía a ritmo glaciar, pero de vez en vez se nos
presenta como manifestación anómica, criminal, violenta, como ocurre en
Jalisco, Guerrero, Michoacán y se adueña sin compasión de Tamaulipas. Una nueva
grandeza mexicana se empeña en prometer el presidente Peña Nieto entusiasmado
por el éxito automotriz o la consumación de alguna obra pública de envergadura.
No la habrá, ni como ensueño, erigida sobre una competitividad basada en
salarios misérrimos y la docilidad proletaria impuesta por el abandono sindical
y la incuria oficial en materia de tutela del trabajo, por parte de Organismos del Estado mexicano..
RECOMENDAMOS ESTE VIDEO
sobre "SALARIOS DE LEGISLADORES DE MEXICO":
No hay comentarios:
Publicar un comentario