viernes, 15 de mayo de 2015

MÉXICO: EL CAPITALISMO DEL DESASTRE

SAQUEO NEOLIBERAL: DESTROZOS AL TEJIDO SOCIAL, 
EXPULSA LA POBLACIÓN DE SU TERRITORIO.
EL MEXICO DE CASAS NUEVAS PARA LOS    MANDAMÁS 
Y DE FOSAS NUEVAS REPLETAS PARA EL RESTO...

Escribe 
JOHN SAXE-FERNÁNDEZ (*) 
Fuente “La Jornada” de México 
14 de Mayo 2015

(*) JOHN SAXE FERNÁNDEZ. Nacido en Costa Rica y ciudadano mexicano. Escritor, Periodista, Analista. Doctor en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Realizó sus estudios en la Brandeis University, Washington University. Autor de diversos libros sobre temáticas de su especialidad, todos ellos con muy buen exito editorial y varias traducciones. 


En el México de fosas repletas de Tlatlayas y Ayotzinapas para amansar al resto (La Jornada, 14/4/15) son expresión brutal de lo que en “La doctrina del shock” Naomi Klein llamó capitalismo del
desastre. Con un recetario desde 1982 a base de desregulación, privatización, austeridad a 99 por ciento y derrama fiscal a uno por ciento, el shock vía la guerra al narco se palpa en cerca de 150 mil muertos, más de 26 mil desaparecidos e inusitada, torpe y riesgosa represión ante resistencias y protestas legítimas. Como en San Quintín, por las reivindicaciones de trabajador@s agrícolas ante estremecedoras condiciones de explotación, que el neoliberalismo y el TLCAN llevan a todos los rincones de la Federación con desempleo, hambre y represión. Con creciente intervención

policial, militar y del espionaje extranjero, parte y parcela de la sombrilla de terror y seguridad para consumar el gran despojo consignado en las (contra) reformas estructurales. Detrás de la privatización petrolera están, en la ronda uno, los negocios de petroleras de dentro (las menos): Pemex, la recién fundada Petrobal y Diavaz, entre otras, y las apetitosas ambiciones de firmas de fuera (las más): Exxon, Chevron. BP, Shell, Ecopetrol (Colombia), Cobalt International, Hunt Overseas, Total (Francia), Sierra Oil&Gas, BHP Billinton, Hess News, a quienes favorece –

especialmente a las de Estados Unidos–, la Iniciativa Mérida y el programa de ajuste estructural entroncándolas con leyes secundarias, a mineras de aquí y de allá (Canadá, Australia) y a los intereses que codician la gestión del agua. Lo hacen con una atroz Ley de Aguas congelada hasta después de las elecciones de junio, por el fuerte rechazo popular que concita. La radical contrareforma energética peñista parece calca de diseños de corte colonial de Exxon/Mobil y el Banco Mundial en África Occidental. Se asemejan hasta en la participación de Citigroup como uno de los bancos globales que, años ha, zopilotean el
tan esperado festín a costa de México. Para facilitar operaciones especulativas a gran escala con la riqueza localizada en territorio bajo jurisdicción nacional, las reformas estructurales permiten a las mineras, receptoras de generosas concesiones (70 por ciento ya en manos extranjeras), que suman la friolera de 98 millones de hectáreas, para que, además del desastre humano y ambiental de la minería a cielo abierto, exploten los hidrocarburos, en especial los no-convencionales (gas y petróleo de lutitas, o shale) de
enorme toxicidad, grave impacto medioambiental, atmosférico, sísmico, alta voracidad acuífera y territorial y una inviabilidad geológico-financiera que augura un mega-Fobaproa fósil, a lo bestia. El saqueo neoliberal, llamado proceso de cambio, expulsa la población de su territorio por medio de empresas mercenarias de seguridad para consumar la incautación de los recursos naturales en ejidos, tierras y forestas comunales, mantos acuíferos, desvío o trasvase de ríos, de una cuenca a otra como en el acueducto Independencia con afectación grave a comunidades yaquis entre muchas. Mientras grandes firmas realizan un cercamiento  , mayor al despojo territorial de los años 40 del siglo XIX, vía la privatización y dislocación de la vasta y multimillonaria infraestructura desplegada (desde 1938) en grandes complejos económico/territoriales.     

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