CUBRIMOS HERIDAS DE LA TIERRA CON ESPARADRAPOS.
REMIENDOS NO SON REMEDIOS. CON ESO CREEMOS
QUE ESTAMOS DANDO RESPUESTAS ADECUADAS,
QUE ESTAMOS DANDO RESPUESTAS ADECUADAS,
SIN ENTENDER URGENCIAS QUE SON DE VIDA O MUERTE…
Escribe
LEONARDO BOFF (*)
Fuente Web del autor
Viernes 8 de mayo 2015
(*)LEONARDO
BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología
de la Liberación. en 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida
por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia,
Carisma y Poder” . Profesor de ética y filosofía en Brasil. Conferencista en
muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund,
Lovaina, París, Oslo, Turín entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos
a diversas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right
Livelihood, considerado el Nobel Alternativo.
Todos los países, especialmente los que están pasando por
crisis financieras, como es el caso de Brasil en 2015, tienen una obsesión
persistente: tenemos que crecer, tenemos que asegurar el crecimiento del PIB
que resulta de la suma de
todas las riquezas producidas por el país. Es un
crecimiento fundamentalmente económico en la producción de bienes materiales.
Cobra una alta tasa de iniquidad social (desempleo y reducción de los salarios)
y una perversa devastación ambiental (agotamiento de los ecosistemas). En
realidad deberíamos hablar primero de desarrollo que comporta elementos
materiales imprescindibles, pero principalmente dimensiones subjetivas y humanísticas
como la expansión de la libertad, de la creatividad y de la formas de moldear
la propia vida. Desgraciadamente somos todos rehenes de ese súcubo que es el
crecimiento. Hace bastante tiempo que el equilibrio entre crecimiento y
preservación de la naturaleza se rompió a favor del crecimiento. El consumo ya
supera en un 40% la capacidad de reposición de los
bienes y servicios del
planeta. Y está perdiendo su sostenibilidad. Hoy sabemos que la Tierra es un
sistema vivo auto regulador en el cual se entrelazan todos los factores (teoría
de Gaia) para mantener su integridad. Pero está fallando en su autorregulación.
De ahí el cambio climático, los eventos extremos (vendavales, tornados,
desregulación de los climas) y el calentamiento global que nos puede sorprender
con graves catástrofes. La Tierra está intentando buscar un equilibrio nuevo
subiendo su temperatura entre 1,4 y 5,8 grados centígrados. Comenzaría entonces
la era de las grandes devastaciones (el antropoceno) con la subida del
nivel de
los océanos, afectando a más de la mitad de la humanidad que vive en sus
costas. Millares de organismos vivos no tendrían tiempo suficiente para
adaptarse o mitigar los efectos perjudiciales y desaparecerían. Gran parte de
la propia humanidad, hasta el 80% según algunos, podría no poder subsistir más
sobre un planeta profundamente alterado en su base físico-química. Con acierto
afirma el ambientalista Washington Novaes: «ahora no se trata ya de cuidar el
medio ambiente sino de no sobrepasar los límites que podrán poner en peligro la
vida». Hay científicos que sostienen que nos estamos acercando al punto de no
retorno. Es posible disminuir la
velocidad de la crisis pero no detenerla. Esta
cuestión es preocupante. En sus discursos oficiales, los jefes de estado, los
empresarios y, lo que es peor, los principales economistas, casi nunca abordan
los límites del planeta y los problemas que eso puede traer a nuestra
civilización. No queremos que nuestros hijos y nietos mirando hacia atrás nos
maldigan a nosotros y a toda nuestra generación porque sabíamos de las amenazas
y poco o nada hicimos para escapar de la tragedia. El error de todos habrá sido
seguir al pie de la letra el extraño consejo de Lord Keynes para salir de
la
gran depresión de los años treinta: «Durante por lo menos cien años debemos
simular delante de nosotros mismos y ante cada uno que lo bello es sucio y lo
sucio es bello, porque lo sucio es útil y lo bello no lo es. La avaricia, la
usura, la desconfianza deben ser nuestros dioses porque ellos son los que nos
podrán guiar hacia la salida del túnel de la necesidad económica rumbo a la
claridad del día… Después vendrá el retorno a algunos de los principios más
seguros y ciertos de la religión y de la virtud tradicional: que la avaricia es
un vicio, que la usura es un crimen y que el amor al dinero es detestable»
(Economic Possibilities of our Grand-Children). Así piensan los
principales
responsables de la crisis de 2008 que nunca fueron castigados. Es urgente
redefinir nuevos fines y los medios adecuados a ellos que ya no pueden ser
simplemente producir devastando la naturaleza y consumir ilimitadamente. Nadie
tiene la salida a esta crisis de civilización. Pero sospechamos que ella debe
orientarse por la sabiduría de la naturaleza misma: respetar sus ritmos, su
capacidad de soporte, dar centralidad no al crecimiento sino a la sustentación.
Si nuestros modos de producción respetasen los ciclos naturales seguramente
tendríamos lo suficiente para todos y preservaríamos la naturaleza de la cual
somos parte. Cubrimos las heridas de la Tierra con esparadrapos. Remiendos no
son remedios. Prácticamente nos restringimos a esos remiendos con la ilusión de
que estamos dando una respuesta a las urgencias que significan vida o muerte.
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