EN URUGUAY, LA POBLACIÓN
URBANA COMENZÓ
A REACCIONAR CONTRA EL MODELO
AL COMPROBAR EL DETERIORO
DE LA
CALIDAD DEL AGUA QUE CONSUME.
Escribe
RAÚL ZIBECHI (*)
Periodista. Escritor. Analista.
Fuente: “Resumen Latinoamericano”
Publica “Eco Portal”
1º de junio 2015.
(*) RAÚL ZIBECHI- (Uruguay
1952) Periodista, docente, investigador y
escritor uruguayo. Analista internacional en Red Voltaire. Logró en 2003 Premio
José Martí por sus crónicas sobre Argentina. Publica en “La Jornada” de Mexico
y diversos medios alternativos en el continente y del exterior, incursiona en
una visión panorámica sobre las luchas sociales en nuestra América. Tiene a su cargo la
sección internacional de “Brecha” (Uruguay). Profesor en “Multiversidad
Franciscana” de América Latina
La
resistencia al extractivismo está barriendo el continente latinoamericano, de
norte a sur, del Atlántico al Pacífico, involucrando a todos los países,
forzando a los gobiernos a sacar a sus uniformados
a las calles y decretar
estados de emergencia para atemorizar a poblaciones que ya no se dejan, porque
están sufriendo las consecuencias del modelo. La megaminería a cielo abierto,
las grandes obras como las represas hidroeléctricas, los monocultivos fumigados
con glifosato y la especulación inmobiliaria, están siendo respondidos como
nunca antes en intensidad, extensión y duración. Los pueblos están consiguiendo
en los últimos años importantes victorias: paralización de la planta de
semillas de
Monsanto en Malvinas Argentinas; detención del proyecto binacional
de Barrick Gold, Pascua Lama; aplazamiento de la construcción de decenas de
represas, como sucedió con La Parota, en México. En las últimas semanas ha sido
la población de Arequipa, sur del Perú, la que está forzando al gobierno de
Ollanta Humala a decretar un nuevo estado de emergencia, luego de la cuarta
víctima mortal por la represión policial en el marco de un paro indefinido que
ya lleva más de 60 días contra el proyecto cuprífero Tía María, de la empresa
Southern Copper. Es probable que Perú sea e
l epicentro de las resistencias a la
minería, con un promedio de 200 conflictos socio ambientales desde 2008. En
Brasil no sólo se resiste a la minería sino a los grandes proyectos
hidroeléctricos como Belo Monte, además de las múltiples resistencias a la
especulación inmobiliaria (extractivismo urbano), que avanza febrilmente en Río
de Janeiro de cara a los Juegos Olímpicos de 2016. La
pampa argentina es el
epicentro de la resistencia al modelo soyero, donde destacan las Madres de
Ituzaingó, la Asamblea de Malvinas Argentinas, la campaña Paren de Fumigarnos y
los médicos comprometidos, que del 15 al 18 de junio organizan la Semana de
Formación Docente para la Ciencia Digna y la Salud Socio Ambiental, en Rosario.
Hasta ahora no existe una resistencia unificada ni centralizada, ni a escala
regional ni en cada uno de los países, pero la multiplicidad de luchas se
coordina en las
calles, sin necesidad de aparatos unificados. Como señala el
último informe del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina
(OCMAL), todo este esfuerzo por sostener el extractivismo minero es cada vez
más criticado y deslegitimado por amplios sectores de la sociedad, y es que la
minería no logra convencer a la población de sus ventajas (OCMAL, abril de
2015, p. 101). Los obreros fabriles consiguieron desarticular la producción en
base a una resistencia directa en cada sección y en cada taller, en base a la
acción directa sin depender de las burocracias sindicales, hasta que la
disciplina y la división del trabajo fueron derrotadas. Parece necesario
insistir en que fue una lucha no institucional, ni siquiera declarada
abiertamente, pero tan efectiva que doblegó al capital en sus propios feudos,
las fábricas, forzándolo a una completa
restructuración del aparato productivo. Algo que podemos aprender de esa oleada
de luchas obreras es que para derrotar un modelo de dominación lo central es lo
que sucede sobre el terreno donde ese modelo se aplica, siendo completamente
intrascendentes los
gobiernos y las administraciones estatales. La lucha y la
resistencia directas son insustituibles, como enseñan las crónicas recopiladas
en infinidad de trabajos y relatos.En este punto es necesario destacar que no
hay un momento de derrota o lucha final, como dice la estrofa de *La
Internacional, *porque lo decisivo es el largo proceso de acciones directas que
consiguen trabar el mecanismo de dominación. Lo que está sucediendo frente al
extractivismo debe ser
fuente de múltiples aprendizajes; con un ojo puesto en
la historia de las resistencias y otro en el presente, podemos sacar algunas
conclusiones. La primera es que la resistencia la protagonizan pueblos
indígenas, negros y mestizos en las áreas donde se despliegan la minería, los
monocultivos y las megaobras de infraestructura. Se trata de un amplio y
heterogéneo entramado de campesinos, trabajadores rurales y habitantes de
poblados, donde destaca el papel de las mujeres y sus familias. Es una lucha
cara a cara frente a empresas y gobiernos, casi siempre sin apoyo de las
instituciones, que sólo se hacen presentes cuando la mayor parte de la población
ocupa las calles.
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