CUIDAR ES PRESERVAR SU
INTEGRIDAD Y VITALIDAD. NO PERMITIR QUE
VASTAS REGIONES SEAN
DEFORESTADAS ALTERANDO EL RÉGIMEN DE
LLUVIAS, COMO
ASEGURAR BIODIVERSIDAD, EL
PATRIMONIO DE TODOS.
Escribe
LEONARDO BOFF (*)
Fuente WEB del autor
Viernes 28 de Agosto 2015
(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y
escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la
Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Cardenal Ratzinger (ex
Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” .
Profesor de ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades,
como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo,
Turín entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos a diversas lenguas.
En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood, considerado
el Nobel Alternativo.
Hoy, para
cuidar de la Tierra, como nos sugirió el Papa Francisco en su encíclica, se
exige «una conversión ecológica global», «cambios
profundos en los estilos de
vida, en los modelos de producción y de consumo, en las estructuras
consolidadas de poder».
La Madre Tierra
es la base que sustenta y alimenta todo. Nosotros no podemos vivir sin ella. La
agresión que ha sufrido en los últimos siglos le quitó el equilibrio necesario.
El 13 de agosto de este año fue el Día
de la Sobrecarga de la Tierra (The Overshoot Day), día en que se constató la
superación de la biocapacidad de la Tierra para atender las demandas humanas.
Necesitamos 1,6 planetas para satisfacerlas.
En otras palabras, esto demuestra
que nuestro estilo de vida es insostenible. En ese cálculo no están incluidas
las demandas de toda la comunidad de vida. Esto vuelve más urgente nuestra
responsabilidad por el futuro de la Tierra, el de nuestros compañeros de
recorrido terrenal y de nuestro proyecto planetario. ¿Cómo cuidar de la Tierra? En primer lugar
hay que considerar a la Tierra como un Todo vivo, sistémico, en el cual todas
las partes son interdependientes y están inter-relacionadas.
La Tierra está constituida por el conjunto de sus
ecosistemas, con la
inmensa biodiversidad que existe en ellos, y con todos los
seres animados e inertes que coexisten y se interrelacionan siempre. Cuidar de
la Tierra como un todo orgánico es mantener las condiciones prexistentes desde
hace millones y millones de años que propician la continuidad de la Tierra..
Cuidar de cada ecosistema es comprender las singularidades de cada uno, su
resiliencia, su capacidad de reproducción y mantener las relaciones de
colaboración y de mutualidad con todos los demás, ya que todo
está relacionado
y es incluyente. Comprender el ecosistema es darse cuenta de los desequilibrios
que pueden ocurrir por interferencias de nuestra cultura, voraz de bienes y
servicios.
Cuidar de la Tierra es principalmente cuidar de su integridad y
vitalidad. Es no permitir que biomas enteros o toda una vasta región sea
deforestada y así se degrade, alterando el régimen de lluvias. Es importante
asegurar la integridad de toda su biocapacidad. Esto vale
no solo para los
seres orgánicos vivos y visibles, sino principalmente para los microorganismos.
En realidad son ellos los ignotos trabajadores que sustentan la vida del
Planeta.
Nos dice el eminente biólogo Edward Wilson que «en un solo gramo de
tierra, o sea, menos de un puñado, viven cerca de 10 mil millones de bacterias,
pertenecientes hasta a 6 mil especies diferentes» (La creación, 2008, p. 26).
Por ahí se demuestra. Que la Tierra está viva y
es un superorganismo viviente y
nosotros, la porción consciente e inteligente de ella. Cuidar de la Tierra es
cuidar de los “commons”, es decir, de los bienes y servicios comunes que ella
gratuitamente ofrece a todos los seres vivos como agua, nutrientes, aire,
semillas, fibras, climas etc.
Estos bienes comunes, precisamente por ser
comunes, no pueden ser privatizados y entrar como mercancías en el sistema de
negocios, como está ocurriendo velozmente en todas partes. La Evaluación de
los
Ecosistemas del Milenio, inventario pedido por la ONU hace unos años, en la
cual participaron 1.360 especialistas de 95 países, revisados por otros 800
científicos, arrojaron resultados aterradores. De los 24 servicios ambientales
esenciales para la vida, como agua, aire limpio, climas regulados, semillas,
alimentos, energía, suelos, nutrientes y otros, 15 estaban altamente
degradados. Esto muestra claramente que las bases que sustentan la vida están
amenazadas. De año en año, todos
los índices van empeorando.
No sabemos cuando
va a parar ese proceso destructivo o si se transformará en una catástrofe. Si
hubiera una inflexión decisiva como el temido “calentamiento abrupto”, que
haría que el clima subiese de 4 a 6 grados centígrados, como advirtió la
comunidad científica norteamericana, conoceríamos destrucciones apocalípticas
que afectarían a millones de personas. Confiamos en que todavía vamos a
despertar. Cuidar de la Tierra es cuidar de su belleza, de sus paisajes,
del
esplendor de sus selvas, del encanto de sus flores, la diversidad exuberante de
seres vivos de la fauna y de la flora.
Cuidar de la Tierra es cuidar de su
mejor producción que somos nosotros, los seres humanos, hombres y mujeres
especialmente los más vulnerables. Cuidar de la Tierra es cuidar de aquello que
ella a través de nuestro genio ha producido en culturas tan diversas, en
lenguas tan numerosas, en arte, en ciencia, en religión, en bienes culturales
especialmente en espiritualidad y religiosidad, por las cuales nos damos cuenta
de la presencia de la Suprema Realidad que subyace a todos los seres y nos
lleva en la palma de su mano. Cuidar de la Tierra es cuidar de los sueños que
ella suscita en nosotros, .
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