sábado, 29 de agosto de 2015

CÓMO CUIDAR DE NUESTRA CASA COMÚN

CUIDAR ES PRESERVAR SU INTEGRIDAD Y VITALIDAD. NO PERMITIR  QUE
VASTAS REGIONES SEAN DEFORESTADAS ALTERANDO EL RÉGIMEN DE
LLUVIAS, COMO  ASEGURAR  BIODIVERSIDAD, EL PATRIMONIO DE TODOS.



Escribe 
LEONARDO BOFF (*) 
Fuente WEB del autor 
Viernes 28 de Agosto 2015

(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos a diversas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood, considerado el Nobel Alternativo.

Hoy, para cuidar de la Tierra, como nos sugirió el Papa Francisco en su encíclica, se exige «una conversión ecológica global», «cambios
profundos en los estilos de vida, en los modelos de producción y de consumo, en las estructuras consolidadas de poder».  
La Madre Tierra es la base que sustenta y alimenta todo. Nosotros no podemos vivir sin ella. La agresión que ha sufrido en los últimos siglos le quitó el equilibrio necesario.  El 13 de agosto de este año fue el Día de la Sobrecarga de la Tierra (The Overshoot Day), día en que se constató la superación de la biocapacidad de la Tierra para atender las demandas humanas. Necesitamos 1,6 planetas para satisfacerlas. 

En otras palabras, esto demuestra que nuestro estilo de vida es insostenible. En ese cálculo no están incluidas las demandas de toda la comunidad de vida. Esto vuelve más urgente nuestra responsabilidad por el futuro de la Tierra, el de nuestros compañeros de recorrido terrenal y de nuestro proyecto planetario.  ¿Cómo cuidar de la Tierra? En primer lugar hay que considerar a la Tierra como un Todo vivo, sistémico, en el cual todas las partes son interdependientes y están inter-relacionadas. 
La Tierra  está constituida por el conjunto de sus ecosistemas, con la
inmensa biodiversidad que existe en ellos, y con todos los seres animados e inertes que coexisten y se interrelacionan siempre. Cuidar de la Tierra como un todo orgánico es mantener las condiciones prexistentes desde hace millones y millones de años que propician la continuidad de la Tierra.. Cuidar de cada ecosistema es comprender las singularidades de cada uno, su resiliencia, su capacidad de reproducción y mantener las relaciones de colaboración y de mutualidad con todos los demás, ya que todo
está relacionado y es incluyente. Comprender el ecosistema es darse cuenta de los desequilibrios que pueden ocurrir por interferencias de nuestra cultura, voraz de bienes y servicios. 
Cuidar de la Tierra es principalmente cuidar de su integridad y vitalidad. Es no permitir que biomas enteros o toda una vasta región sea deforestada y así se degrade, alterando el régimen de lluvias. Es importante asegurar la integridad de toda su biocapacidad. Esto vale
no solo para los seres orgánicos vivos y visibles, sino principalmente para los microorganismos. En realidad son ellos los ignotos trabajadores que sustentan la vida del Planeta. 
Nos dice el eminente biólogo Edward Wilson que «en un solo gramo de tierra, o sea, menos de un puñado, viven cerca de 10 mil millones de bacterias, pertenecientes hasta a 6 mil especies diferentes» (La creación, 2008, p. 26). Por ahí se demuestra. Que la Tierra está viva y
es un superorganismo viviente y nosotros, la porción consciente e inteligente de ella. Cuidar de la Tierra es cuidar de los “commons”, es decir, de los bienes y servicios comunes que ella gratuitamente ofrece a todos los seres vivos como agua, nutrientes, aire, semillas, fibras, climas etc. 
Estos bienes comunes, precisamente por ser comunes, no pueden ser privatizados y entrar como mercancías en el sistema de negocios, como está ocurriendo velozmente en todas partes. La Evaluación de
los Ecosistemas del Milenio, inventario pedido por la ONU hace unos años, en la cual participaron 1.360 especialistas de 95 países, revisados por otros 800 científicos, arrojaron resultados aterradores. De los 24 servicios ambientales esenciales para la vida, como agua, aire limpio, climas regulados, semillas, alimentos, energía, suelos, nutrientes y otros, 15 estaban altamente degradados. Esto muestra claramente que las bases que sustentan la vida están amenazadas. De año en año, todos
los índices van empeorando. 
No sabemos cuando va a parar ese proceso destructivo o si se transformará en una catástrofe. Si hubiera una inflexión decisiva como el temido “calentamiento abrupto”, que haría que el clima subiese de 4 a 6 grados centígrados, como advirtió la comunidad científica norteamericana, conoceríamos destrucciones apocalípticas que afectarían a millones de personas. Confiamos en que todavía vamos a despertar. Cuidar de la Tierra es cuidar de su belleza, de sus paisajes,
del esplendor de sus selvas, del encanto de sus flores, la diversidad exuberante de seres vivos de la fauna y de la flora. 
Cuidar de la Tierra es cuidar de su mejor producción que somos nosotros, los seres humanos, hombres y mujeres especialmente los más vulnerables. Cuidar de la Tierra es cuidar de aquello que ella a través de nuestro genio ha producido en culturas tan diversas, en lenguas tan numerosas, en arte, en ciencia, en religión, en bienes culturales especialmente en espiritualidad y religiosidad, por las cuales nos damos cuenta de la presencia de la Suprema Realidad que subyace a todos los seres y nos lleva en la palma de su mano. Cuidar de la Tierra es cuidar de los sueños que ella suscita en nosotros,  . 

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