BOLIVIA MUESTRA EL MAYOR
CRECIMIENTO ECONÓMICO
DE TODA SUDAMÉRICA, CON LA
RENACIONALIZACIÓN DE
LOS HIDROCARBUROS Y MINERÍA QUE PROVEEN EL GRUESO
DE SUS INGRESOS. ANTES ERAN DE
LAS TRASNACIONALES.
Escribe
ALFREDO JALIFE-RAHME (*)
Columnista de Internacionales
en “La Jornada” de México.
12 de setiembre 2015
(*) ALFREDO JALIFE-RAHME- (LIBANO
1948) Escritor y periodista. Analista de origen libanés. Radicado en México.
Especializado en relaciones internacionales, economía, geopolítica y
globalización. Profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). Editorialista y maestro de postgrado. Publica crónicas sobre sus especialidades en
el diario “La Jornada” de Mexico, semanario “Contralínea” y varios otros medios del continente y Europa.
Edito varios libros de gran éxito editorial, Último publicado: “El Híbrido
Mundo Multipolar: un Enfoque Multidimensional”
Bolivia, en la etapa de su
notable presidente, Evo Morales, es un país fascinante por sus logros épicos,
pero que carece de publicidad, ya que hoy es el país que ostenta el mayor
crecimiento económico de
toda Sudamérica, paso que ha sostenido en los
recientes siete años con un promedio espectacular de 5.3 por ciento, pese al
declive de la cotización de los hidrocarburos. Poco se habla del milagro
económico de Bolivia en la fase de la economía mixta con rectoría estatal de
Evo Morales, lo cual tuvo como detonador a la revuelta ciudadana contra la
perniciosa privatización del agua y encaminó al país a su presente ruta exitosa
que culminó con la renacionalización de sus
hidrocarburos y minería que le
proveen hoy el grueso de sus ingresos que antes se esfumaban en las arcas
trasnacionales.
Mientras el devaluado México
neoliberal mal crece a menos de 2 por
ciento, Bolivia este año supera(rá) 6 por ciento de crecimiento gracias a sus
triunfales nacionalizaciones, donde descuellan los hidrocarburos, en medio de
una remarcable tolerancia a su banca privada, que, a mi juicio, es
aldeana/regionalista y todavía no alcanza el anhelado
impulso nacional. “Irish
Times” sintetizó cómo la guerra del agua derrocó al régimen neoliberal de Hugo
Banzer en Bolivia, lo cual ejemplica la debacle a la que puede conducir el mal
manejo del recurso en Irlanda. A su juicio, el gobierno neoliberal de Banzer
manejó pésimamente una disputa local sobre el líquido que escaló en la primera
(sic) guerra del agua del siglo XXI y eventualmente ayudó a encabezar el
derrocamiento del orden político entero.
Bolivia se había vuelto el
laboratorio de experimentación del Fond
o Monetario Internacional (FMI) y el
Banco Mundial (BM) que exigían al gobierno neoliberal la privatización del
recurso sin el menor miramiento a sus daños estructurales y colaterales. “Irish Times” juzga que a cambio de la ayuda financiera para
rescatar su economía quebrada, el FMI y el BM exigieron reformas estructurales,
incluyendo la privatización de las empresas estatales del agua de Bolivia. Ya
todo había sido vendido: minas, campos de gas y petróleo, ferrocarriles y
empresas de electricidad, mientras decenas de miles de trabajadores eran
despedidos con un desempleo disparado y una pobreza
Con E. Galeano en Montevideo |
intensificada. En 1999, el
gobierno de Banzer otorgó al consorcio trasnacional Aguas del Tinari
–encabezado por Bechtel (cuarta empresa privada por ingresos en el ranking de
Forbes de 2014), además de la estadunidense Edison, la española Abengoa y las
bolivianas Petrovich y Doria Medina– una concesión de 40 años para manejar el
agua de Cochabamba, la tercera ciudad, a cambio del compromiso de modernizar su
red acuífera.
Entonces, Semapa, la todavía
agencia gubernamental hidráulica de
Cochabamba, elevó en forma demencial hasta 300
por ciento las tarifas del consumo (http://goo.gl/ychou1
) y eliminó los subsidios, haciendo oídos sordos a las realidades sociales de
un país empobrecido, de acuerdo con el inflexible guión del BM, mientras el
gobierno se encargaba de privatizar el líquido. Ya a inicios de 2000, el
alcalde privatizador de Cochabamba, Manfred Reyes –anterior capitán del
ejército apuntalado por Banzer– enloqueció al intentar cobrar la captura de
lluvia, lo cual desembocó en un levantamiento insurgente. Bolivia se partió en
dos, ya que Cochabamba se encuentra ubicada en la principal carretera que
conecta al oriente con el occidente.
(………..)La guerra del agua de Cochabamba
propulsó al entonces joven diputado indígena Evo Morales a alturas
insospechadas junto a sus legendarios cocaleros. Banzer no tuvo más remedio que
negociar
y expulsar a la empresa Aguas del Tunari, mientras remunicipalizaba a
Semapa, la compañía de aguas de Cochabamba. En el estrujante reporte de Der
Spiegel (http://goo.gl/v5kbJs ), que
sinteticé (http://goo.gl/1rrWWq), no podía faltar la paradigmática guerra del
agua en Bolivia, bajo la presión privatizadora del BM en la primavera de 2000,
que carcomió la cuarta parte de los ingresos de la clase ordinaria fagocitados
por un alza de 300 por ciento de las tarifas. La revuelta ciudadana e indígena
–el segmento más afectado debido a su pauperización por el neoliberalismo–
obligó a revocar la privatización del líquido que catalizó la restitución
estatal de los hidrocarburos que forman parte de la médula de su presente auge
económico y entronizó el liderazgo de Evo Morales.
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