viernes, 11 de septiembre de 2015

LA FALSA «CRISIS DE LOS REFUGIADOS»

ULRICH GRILLO EL PTE. DE LA INDUSTRIA GERMANA PROCURA 800 000
TRABAJADORES  PARA ALEMANIA. LO CUAL INQUIETA EN LA SOCIEDAD.
AUNQUE LOS GRANDES EMPRESARIOS LO ACOGEN CON REGOCIJO....


 Escribe 
THIERRY MEYSSAN (*) 
Red Voltaire | Damasco (SIRIA)
ΕΛΛΗΝΙΚΆ  ENGLISH  FRANÇAIS  
PORTUGUÊS  DEUTSCH  
РУССКИЙ  ITALIANO  
POLSKI  NEDERLANDS  
 Publica: “La Republica” España
7 de Septiembre 2015

(*) THIERRY MEYSSAN (1957 Gironda, Francia) es un periodista y activista político francés, autor de investigaciones sobre la extrema derecha así como sobre la Iglesia Católica, entre otras. Escritor y analista internacional. Tiene reconocida su especialización en temáticas de geopolítica. Presidente fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Es analista y consultante de varios gobiernos. Conferencista  internacional en análisis geopolítico.

Una ola de emoción cayó brutalmente sobre los pueblos que viven en los países de la OTAN. Y bruscamente tomaron
conciencia del drama de los refugiados que tratan de cruzar el Mediterráneo, tragedia que dura desde hace años, ante la permanente indiferencia de la opinión pública europea. El cambio se debe a la publicación de una fotografía que muestra al público el cuerpo de un niño ahogado, depositado por las olas en una playa turca. Poco importa que esa imagen sea una grosera escenificación: los cuerpos devueltos por el mar quedan en posición paralela a las olas, nunca

perpendicularmente a ellas.

Poco importa también que en menos de 2 días casi todos los diarios de los países de la OTAN hayan publicado instantáneamente la misma imagen en primera plana. Ya se sabe lo libre y pluralista que es la prensa occidental. Trabajando en el mismo sentido, las televisiones multiplicaron en estos días los reportajes sobre el éxodo de miles de sirios, a pie, a través de los países balcánicos. Particular atención prestaron al paso de esas personas a través de Hungría, país que comenzó
Ulrich Grillo
construyendo una inútil valla de alambre de espino antes de tomar, una tras otra, toda una serie de decisiones contradictorias que dieron a las televisiones la posibilidad de filmar repetidamente la multitud de migrantes caminando a lo largo de las vías férreas y tomando los trenes por asalto.
«En reacción» ante la conmoción que habían suscitado en sus conciudadanos, los dirigentes europeos, «sorprendidos» y contritos, ahora discuten acaloradamente sobre la manera de socorrer a estos refugiados. Antonio Guterres, ex presidente de la Internacional Socialista y actual Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados, intervino en el debate entre estos dirigentes preconizando «la participación obligatoria de todos los Estados miembros de la Unión Europea». Y agrega que: «Según estimados preliminares, los países europeos tienen una necesidad potencial de aumentar las oportunidades de reinstalación en 200 000 plazas.» ¿Cuál es realmente el problema? ¿Quién está explotándolo y con qué
objetivo? Sin embargo, no se trata de una oleada de migrantes nunca vista e imposible de asimilar. En 1992, aunque la Unión Europea se componía entonces de sólo 15 de los 28 Estados que actualmente la integran, estaba recibiendo proporcionalmente más migrantes que en este momento: 672 000 por 380 millones de habitantes. Existe, por lo tanto, un considerable margen antes de que los migrantes lleguen a desestabilizar la
economía de la Unión Europea, que hoy cuenta 508 millones de habitantes. El presidente de la Federación de la Industria Alemana, Ulrich Grillo, quiere disponer de 800 000 trabajadores extranjeros suplementarios en Alemania.
Como los acuerdos europeos prohíben esa entrada masiva de mano de obra extranjera, que encuentra además la hostilidad de la opinión pública, Grillo contribuye a poner en escena la «crisis de los refugiados» para obtener una
modificación de la reglamentación existente. Este flujo de migrantes despierta inquietud en los pueblos europeos. Pero los grandes empresarios alemanes lo acogen con regocijo. En diciembre de 2014, el «patrón de patrones» alemán, Ulrich Grillo, escondía sus intereses tras una fachada de buena voluntad al declarar a la agencia DPA: «Somos desde hace mucho un país de inmigración y debemos seguir siéndolo».

También afirmaba: «Yo me distancio muy claramente de los neonazis y de los racistas que se reúnen en Dresde y en otros lugares». Y, con un poco más de seriedad, «Debido a nuestra evolución demográfica, garantizamos el crecimiento y la prosperidad con la inmigración»  Este discurso retoma exactamente los mismos argumentos que presentaban los empresarios franceses en los años 1970. Otro elemento a tener en cuenta es que hoy en día la población europea dispone de cierto nivel de educación y de calificación, algo de lo que carece la gran mayoría de los migrantes, que estarán por consiguiente más dispuestos a aceptar ciertos tipos de empleos que los europeos rechazan.   

No hay comentarios: