lunes, 3 de mayo de 2010

INTERCAMBIO JULIO CASTILLO Y JORGE MOLINARI (2)

TENEMOS LA OBLIGACIÓN
DE COMENZAR A SOÑAR...

Escribe
JULIO CASTILLO
.
N. de R. Esto pertenece a un material, que por su extensión no podemos publicar integro. Esta parte con lo que el autor lo finaliza, toma a manera de conclusión, elementos relacionados por él Y lo ubica en la realidad uruguaya, en un enfoque de particular interes. Antes de esta entrada esta la opinión del compañero Jorge Aniceto Molinari.
.
(.....)Volviendo a Uruguay ¿qué posibilidades de futuro tiene para procesar en su sociedad un cambio real, en donde formas económicas y culturales propias del sistema capitalista sean sustituidas por formas de solidaridad, de experiencia colectiva unida a bases económicas de no apropiación del trabajo ajeno? Sería pretencioso de mi parte tratar de dar respuesta a esta pregunta, simplemente me voy a animar a tratar de establecer algunos aspectos.
.
Los procesos de nuestros vecinos hasta hoy han tenido un signo progresista, pero no establecen de por sí su continuidad. En definitiva se encuentran en una situación que nada indica que necesariamente se hayan consolidado garantizando su continuidad. Vale aquí señalar el caso chileno. Hasta hoy la correlación de fuerza a nivel del Mercosur y continental ha sido favorable al proceso uruguayo, pero no podemos tomarlo como algo que se va a mantener así.
.
Por la situación demográfica, Uruguay tiene poca capacidad para pretender frente a una situación adversa recurrir al mercado interno para sostener su producción y lo que genera esta. Inclusive su crecimiento se encuentra ligado estrechamente en la capacidad de hacerlo hacia fuera o sea abrirse más al mundo. Como sabemos, esto significa otros niveles de inversión de capitales privados o combinados que perfectamente, ante un cambio de las reglas de juego, no lo harían o se retirarían. Otro aspecto relacionado a lo demográfico y su incidencia en el futuro desarrollo es la falta de mano de obra calificada así como la cantidad.
.
El índice poblacional que tenemos es un techo real al crecimiento al igual que la capacidad de generar mano de obra capacitada en virtud al desarrollo de las nuevas tecnologías.
Por ejemplo: para incrementar la producción agrícola tenemos dos caminos: Las grandes superficies y producción a gran escala de determinados productos o la de gran intensidad que pasa por aumentar la productividad incorporando nuevas tecnologías en donde se genera mayor valor agregado. Uno de los grandes temas de la lechería para aumentar su capacidad de generar más litros de leche es la posibilidad de ampliar su cartera de tierras. La ganadería en nuestro país es extensiva y necesita tierras si se quiere aumentar las cabezas de ganado. La producción de sorgo, maíz u otros productos relacionados con la producción de energía y no alimento necesita grandes superficies. La producción de celulosa necesita tierras para plantar árboles y sin embargo la tierra es una y finita. En el caso de Uruguay, su superficie es muy pequeña en comparación con nuestros vecinos.
.
¿Cuánto más se puede expandir en el campo el proceso productivo? ¿En cuánto más se puede crecer?
Se ha dicho que Uruguay debe apostar a la calidad. Es cierto ya que no podríamos estar a la altura de los grandes países que desarrollan volúmenes enormes de producción de bienes materiales. Conjuntamente con ese proceso, en el agro se une las cadenas manufactureras de alimentos que pueden dirigir la producción hacia mercados consumidores ya que el interno es muy pequeño.
.
El producto de calidad compite en un mercado exclusivo y no el de las grandes mayorías, y en este sentido no estamos solos. Por ejemplo: el hecho de la crisis última de aftosa nos llevó a vacunar nuestro ganado, cuando habíamos logrado un ganado libre de aftosa sin vacunación, permitiéndonos ingresar en un mercado muy pequeño pero de alto valor. Ese mercado está determinado por una barrera sanitaria que en realidad es una barrera proteccionista.
.
Este caso muestra, que si bien por un lado, se exige una mayor apertura de mercados por parte de los grandes centros económicos, en simultánea se levantan barreras proteccionistas, y ni hablar luego de la última crisis del sistema que provocó una retracción muy grande en los niveles de consumo.
Se señala la importancia de crear conocimiento y que los uruguayos vuelva a ser “tan ilustrados como valientes”. Nos preparamos, según este gobierno, a un gran salto en el plano de la educación a todos los niveles y por consiguiente a un avance en los niveles del conocimiento de la sociedad. Este es determinante y hace la diferencia a la hora de competir, pero seamos sinceros que Uruguay no puede contener todo ese conocimiento y que hoy ese conocimiento también es una mercadería que se vende y se compra.
Por tamaño y posibilidades de desarrollo no podremos retener a todos los cerebros. Muchos se irán en busca de nuevos horizontes donde su conocimiento valga más y se pague mejor.
.
Entonces ¿en un mundo en donde los términos de intercambios son de tipo capitalista, que chances tiene Uruguay en levantar un nuevo sueño, una nueva utopía? La izquierda hasta ahora ha realizado una buena gestión, haciendo del Uruguay devastado por el neoliberalismo, un Uruguay algo más justo y con ciertas certezas en torno a su posible desarrollo dentro del actual esquema productivo. En realidad, la izquierda ha hecho el trabajo de fortalecer y desarrollar el capitalismo, con un tinte más social y frenando la caída provocada en el marco de la crisis del año 2000. De ninguna forma ha realizado cambios en el plano estructural que signifiquen nuevas formas de producción ni en el plano legal o leyes que modifiquen aspectos supraestructurales. De cualquier forma estos cambios han sido realizados por la izquierda, quedando así en manos de ella, banderas que otrora fueran banderas de la burguesía nacional reformista.
Nuestra izquierda sufre lo que sufren todas las fuerzas de izquierda del mundo y es el vacío creado por la caída del socialismo y la ausencia de una nueva utopía.
.
En el caso del FA y los gobiernos de izquierda que estamos viviendo, se han basado en el pragmatismo y en tratar de hacer una buena gestión, pero no mucho más. En mi opinión creo que mientras no definamos un horizonte y no levantemos una nueva perspectiva, no podrá existir una nueva acumulación, ya que, del momento que no existe un conocimiento hacia dónde vamos o mejor dicho, que se quiere construir, que sociedad soñamos o pretendemos, no es posible definir cuáles son y serán las fuerzas motrices que lo permitirán.
.
¿Sobre qué, para qué y en base a qué vamos a trabajar políticamente? ¿Para qué proyecto de futuro vamos a acumular fuerzas? No se trata de dar respuestas funcionales, porque en lo inmediato las acciones realizadas se agotan en el corto plazo. Redistribuir la riqueza, incrementar la producción, Uruguay 2030 y otros conceptos no alcanzan para definir un proyecto distinto y no necesariamente tiene un carácter revolucionario. En este período de “paz”, de vida democrática, no necesariamente implica un período de acumulación de fuerzas ya que las últimas elecciones el FA no creció y en las elecciones Municipales, en el caso de Montevideo probablemente retrocedamos. Toda la batalla política se circunscribe en hacer una buena gestión y preocupantemente, a una simple batalla por cargos administrativos.
.
Sin un beneficio mayor, esperanzador, de posibilidad futura, de la importancia de la acción activa de las personas para determinar ese futuro, la izquierda está sometida a ser simplemente una buena bailarina al compás de las notas tocadas por el capitalismo y lo peor de todo a vaciarse de contenido y ser una opción más al igual que cualquier partido tradicional.
Tenemos la obligación de comenzar a soñar y a definir y elaborar nuevos esbozos de una sociedad alternativa a la que vivimos, salvo que entendamos que no hay nada más allá de lo que hoy existe.
Julio Castillo

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente artículo, totalmente de acuerdo, pero,siempre existe algún pero, decrece el votante por lo que está sucediendo con este progresismo? o simplemente se abstiene en una actitud de espera para que alguien le solucione sus problemas.