lunes, 13 de septiembre de 2010

LA TRAGEDIA DE CHILE Y ALGUNAS DE LAS PUNTAS DEL HILO (1)


33 MINEROS CHILENOS…
ENTERRADOS

Escribe
EMILIO CAFASSI
(*)

De “La República”
Contratapa -12/09/10
(Parte 1)

(*) Profesor titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires,escritor, ex decano. cafassi@sociales.uba.ar
(Subtitulos y diseño del Blog)

La naturaleza suele responder violenta y peligrosamente ante intromisiones, particularmente cuando están desprovistas de resguardos y acumulación de conocimientos. Lo sabemos por muy diversos aunque convergentes caminos teóricos, pero sobre todo, por la corroboración empírica que las víctimas ratifican. Sin embargo atrae con el irresistible encanto de sus misterios a los muchos que la exploramos, ocasionalmente o no, con intensa curiosidad.
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En lo personal, por ejemplo, cuando tengo oportunidad y recursos, es decir, infrecuentemente, me sumerjo en mares para observar, fotografiar y alimentar tiburones y otros predadores. Por debajo de los 30 o 40 metros los riesgos se potencian geométricamente aunque las computadoras de buceo y otras tecnologías recientes progresen para mitigarlos. Pero hay quienes, inversamente, se orientan hacia arriba.

SE PROPONÍAN ALIMENTAR A SUS FAMILIAS…
El fotógrafo uruguayo Ignacio Guani recorrió su país a no más de 150 metros volando un precario parapente motorizado, según consigna la prensa. Muy baja altura como para afrontar emergencias y planificar alternativas de aterrizaje, sin radares que lo monitoreen, ni torres de control y sin siquiera un compañero con handy en tierra. Nadie nos obliga a enfrentar peligros. La curiosidad, la necesidad de adrenalina, la aventura o lo que sea, lanza diariamente a miles de aficionados o pioneros de la más diversa laya y especialidad, a transitar por la delgada frontera entre la vida y la muerte.
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Pero estas líneas no se referirán a la humana vocación aventurera y sus asechanzas. Desde hace algo más de un mes, 33 trabajadores mineros viven enterrados a 700 metros bajo la roca, a causa de la violenta inseguridad de las condiciones de subsistencia y del chantaje que supone su inestable y precaria resolución a través de la subsunción laboral. Sólo se proponían poder alimentar a sus familias, aunque su riesgo resultara muy superior al de los más audaces buzos, alpinistas, espeleólogos o paracaidistas.

EL TERROR A NO PODER
SUBSISTIR EN EL CAPITALISMO…

Están bajo una tierra chilena inhóspita y oscura que siempre tiembla y amenaza hasta los conductos capilares por los que hoy se ha conseguido enviarles insumos vitales básicos. Baten un récord, pero ellos no eligieron esa competencia, ni disfrutarán de la inscripción en el Guinness. El sentido común dominante, en una verdadera muestra de prestidigitación ideológica soez, hasta les atribuye buena suerte porque su supervivencia era casi imposible.
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Sin embargo no los llevó hasta allí la aventura sino el terror a no poder subsistir en el capitalismo, para lo cual ponen, paradójicamente, en riesgo continuo, su propia vida. Bajaron para subir oro y cobre para otros, no para sí. Bajaron para sobrevivir quedando al límite de su preservación. Fue, insistimos, la violencia de la incertidumbre la que los enterró en el socavón sin salida, la que les tendió la trampa mortal que hoy todo Chile trata de desmontar a fuerza de tubitos, sondajes e ingeniería. El trabajo al que acudían cotidianamente es mitad tumba, mitad empleo.

MINA REABIERTA EN CONDICIONES
PRECARIAS E INADMISIBLES
La mitad de la que definitivamente se trate, dependerá, ahora sí, del azar que la ruleta rusa de la exacción descontrolada de la naturaleza les depare. La mina San José era un yacimiento privado de la región chilena de Atacama que estuvo cerrado algún tiempo, pero en 2008, a partir de la suba del valor del cobre, fue reabierto en condiciones absolutamente precarias e inadmisibles desde las más elementales exigencias actuales de higiene y seguridad industrial.
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Un mes antes de la última tragedia que tiene enterrados a los 33 trabajadores, a principios de julio, un derrumbe más pequeño atacó a un minero que le aplastó la pierna. En esos casos las soluciones son simples y efectivas: se corta in situ. Por semejante "incidente" la mina estuvo cerrada durante dos semanas solamente y reabrió sin alterar esencialmente nada de su infraestructura de seguridad con una multa de módicos 6.000 dólares.

“PERO FALTABA LA ESCALERA DE ESCAPE…”
Pero no es algo exclusivamente reciente para ese emprendimiento: en 2004 esta mina estuvo parada por un derrumbe que causó la muerte de Pedro González. Se reabrió al año siguiente, pero a fines de 2006 falleció Fernando Contreras, un chofer, y después, en enero 2007, tuvieron que cerrarla porque Manuel Villagrán Díaz, estudiante universitario y ayudante de geólogo, murió aplastado. No faltará quién apele ideológicamente a la expresión "accidente" para reforzar la alegoría casuística.

Los 33 mineros podrían haber salido por sus propios medios, luego del primer derrumbe, a través de una chimenea que es un tubo de ventilación que también actúa de salida de emergencia. Llegaron hasta él sin problemas, pero faltaba la escalera de escape. La falta de esta elemental medida no era una novedad ya que un informe de la Dirección del Trabajo de Copiapó (ciudad en cuyo entorno se encuentra la mina) del 9 de julio (casi un mes antes de la tragedia) informa del incumplimiento de ésta y otras normas básicas de seguridad. Resulta elocuente que para los empresarios, sus trabajadores, al modo en que Galeano ironiza en el poema "los nadies", cuestan menos que la bala que los mata.
(CONTINUA EN LA ENTRADA SIGUIENTE)

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