miércoles, 22 de junio de 2011

PERIPECIAS DEL MAS RECIENTE DE LOS PRESIDENTES DE ESTRENO EN ESTE CONTINENTE DEL SUR…

miércoles 22 de junio 2011

PERÚ:
HUMALA, LAS PRIMERAS DESILUSIONES

Escribe
CÉSAR HILDEBRANDT (*)
Publico: ARGENPRES.Info
22/6/2011
.
A OIIanta Humala le puede pasar lo que le pasó a Alfonso Barrantes.

A Barrantes le pasó lo que les suele pasar a quienes han tenido algún éxito en política: siempre habrá quienes se lo atribuyan.

Perú Posible cree que Humala no sería presidente si el partido no se hubiera manifestado a su favor. No importa que lo hiciera faltando muy pocos días para la elección y a regañadientes.

Pero lo mismo cree Alvaro Vargas Llosa. Y lo mismo los radicales que alguna vez auparon a Hugo Blanco y elevaron a Barrantes a la cima de donde lo dejaron caer con inmensa alegría. Y casi lo mismo piensan algunos periodistas que se creen decisivos y que aparecen la noche del triunfo festejando como si de algo personal se tratara.

Y no me van a decir que Kurt Burneo no piensa que sin su moderación, expresada a veces de modo ininteligible, el triunfo no se habría dado. Del mismo modo que Félix Jiménez está convencido de que la pureza de sus principios, aunque depuestos en la segunda vuelta, mucho tuvieron que ver con el desenlace.

¿Y Nadine? Basta mirarla para darnos cuenta de que está segura que detrás de una gran mujer hay un gran hombre.

Y, por supuesto, Lula, que es como firma, cuando firma con la mano izquierda, el señor Odebrecht. Lula debe sentirse el padre y padrino del asunto. Y la presidenta actual espera de Humala, por lo menos, el elogio de la madrastra.

Siomi Lerner siente que Humala le hizo caso. Y piensa que Humala le seguirá haciendo caso. Y Daniel Abugattás no duda de lo mismo.

Y los intelectuales de izquierda que apoyaron a Humala, ¿acaso no se sienten, con derecho, importantes?

Para no hablar de los sindicatos que se pronunciaron, las federaciones que pusieron sus avisos, las ONG que se hicieron presentes.

No puedo evitar nombrar a Mario Vargas Llosa, a quien el futuro inmediato le debe asignar el ruidoso papel de ser el jefe de la oposición en el exilio voluntario. A no ser que Humala acate sus planes az-naristas, sus metas de liberal extremo y sus consejos para que el Perú termine pareciéndose a Suiza.

A los socios que lo acompañaron en la heroica incertidumbre electoral, se añaden ahora, en la hora del triunfo, los que aspiran a ser amigos tan repentinos como influyentes. Allí están los grandes mineros dando lecciones de por qué las ganancias inmensas e impensadas no pueden gravarse, la Confiep afirmando que todas las dudas se han despejado y los comentaristas de diverso tono que cuentan los días para el besamanos del 28.

¡Lo que le espera al presidente electo!

Los saldos de una izquierda radical lo instarán a dar pasos temerarios. Los conservadores y aportantes, que también son parte de su entorno, se encargarán de decirle que es hora de gobernar y que las promesas electorales fueron eso: promesas, lo que el viento se lleva. La Confiep le exigirá confianza renovada cada 48 horas. La CGTP le prohibirá el olvida La Bolsa de Valores será como el Big Ben inglés marcando el tiempo de las movidas de acciones y los sustos financieros. Las regiones más alzadas, como Cusco y Puno, lo presionarán para que cumpla con lo dicho en cada mitin y en cada reunión con actas. Y el importante Vargas Llosa vigilará desde donde esté -cuando en Lima sea invierno- no sólo que Humala no se parezca a Chávez sino que Humala se parezca cada día más a Uribe. Porque de eso se trata, créanme.

¿Y el partido Gana Perú?

Bueno, como todos sabemos, el partido Gana Perú es, visto con buena fe, un nombre y un espejismo. Lo que existe es una gran bancada parlamentaria que necesita la orientación de un líder.

Aparte de presidente, ¿será líder, aunque fuese sólo de los suyos, Humala?

Esperamos que sí.

Pero, claro, un líder necesita metas y las metas son hijas de ios propósitos y los propósitos son hijos de las ideas. ¿Cuántas de ellas han sido diezmadas por las presiones en el caso del presidente?

Desde que Humala fue elegido (felizmente), ha hecho lo posible por aguarse un poco y borronearse otro tanto. Hoy no sé a qué Humala esperamos: si al que dice que los Estados Unidos son un aliado estratégico del Perú o al que afirma que nuestros representantes en La Haya tendrán que ser evaluados. Si tuviera que elegir entre esos dos Humala la verdad es que votaría en blanco. Porque Estados Unidos no es aliado estratégico de países que están, esencialmente, bajo su dominio y porque si hay algo que decir sobre los funcionarios que nos representan en el litigio que se ve en La Haya, pues eso se dice en Torre Tagle y en reserva. El presidente del Perú no puede enviarle al país con el que tiene un diferendo el mensaje de que no está contento con sus propios abogados. Ese es un mensaje imprudente y derrotista.

Prefiero quedarme con el Humala que es bienvenido en Uruguay y que reafirma nuestra cercanía -esa sí estratégica- con Argentina. Las protocoladas dichas en Santiago de Chile hay que tomarlas con pinzas, aunque constituyen, de por sí, un violento desacato a sí mismo, una grosera contradicción respecto de las altivas (y geopolíticamente correctas) afirmaciones dichas en campaña.

Lo que se ve en el horizonte es un candidato que asustó a la derecha -que se asusta de todo-, que ahora ya no asusta a la derecha -y eso está muy bien-, pero que se ha vuelto un enigma para sus electores populares: los empobrecidos de las ciudades, los pobres rurales, los golpeados por el empleo basura, los desatendidos.

Si Humala cree que gobernar es obtener el apoyo de todos en un país de desiguales y que la luna de miel que ahora disfruta tiene que ser eterna, se equivoca. Las tortillas tendrán que salir de algunos huevos. No esperamos de Humala aventuras peligrosas ni saltos al vacío ni un uso perverso de resentimientos sociales. Lo que la gente que le dio el triunfo espera es que algunas cosas cambien. Con prudencia, pero que cambien. Porque si Humala decide ser el gerente “del Perú” mejorando el departamento de Relaciones Humanas y Asistencia Social, muchos se preguntarán qué diablos ha sido todo esto de la campaña y de los programas formulados y luego amainados.

Lo que se espera, en resumen, es que a Humala la palabra traición nunca le resulte justa. Aunque, al paso que vamos, nadie puede hacer predicciones sobre el tema.

No hay comentarios: