Jueves 20 de octubre de 2011
Escribe
GIOVANNI BELUCHE (*)
20 de octubre 2011
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(*)Giovanni Beluche (Italia) Sociologo, Periodista, Coordinador de Proyectos, Centro de
Estudios para el. Desarrollo Rural (CDR). All rights reserved. Red
Aura,FLACSO (Organization). Sede Costa Rica
Nuevamente la
muerte y la destrucción se ciernen sobre nuestra América Central, otra vez
nuestros pueblos están sufriendo los embates de un sistema social excluyente,
que les coloca en alta vulnerabilidad ante las condiciones del clima. Los
gobiernos declaran el estado de calamidad cuando ya es tarde, pero poco o nada
hacen para prevenir que esto se repita cada año. Son muchas las familias
evacuadas que han perdido bienes materiales, cosechas, animales. Lo más
doloroso ha sido la pérdida de vidas humanas.
La culpa no es
de la naturaleza, esa es la simpleza con que los grandes medios de
desinformación presentan las cosas, tratan de naturalizar lo que no es natural.
Esta región del mundo siempre ha estado sometida a tormentas, terremotos y
demás acciones de la naturaleza. Pero cada vez sus efectos son más destructivos
porque gran parte de los seres humanos han sido desplazados a vivir en zonas
peligrosas y porque las grandes corporaciones han convertido a los recursos
naturales en una mercancía, que explotan de manera insostenible.
El modelo de
acumulación capitalista sacrifica la naturaleza, deforesta para construir
urbanizaciones de lujo, seca humedales para edificar hoteles, priva de agua a
las comunidades para regar canchas de golf. Contaminan los mantos acuíferos con
agroquímicos para incrementar su tasa de ganancias.
El
desmantelamiento del Estado, convertido en facilitador de los negocios de una
oligarquía angurrienta y sus socios transnacionales, ha llevado a la
flexibilización de los estudios de impacto ambiental. Impera un modelo que
provoca cambio climático. De esto no hablan los grandes medios de comunicación,
pero culpan a la naturaleza por los desastres.
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Bajo este
sistema la vivienda, la salud, la educación son mercancías, no son derechos;
quienes no tienen para comprar vivienda deben construir sus casas y sus sueños
en las laderas de las montañas, en la margen de los ríos. ¿Dónde están los
proyectos habitacionales para la gente humilde y para las llamadas capas
medias?, ¿Dónde están los créditos accesibles para que los pequeños agricultores
puedan instalar invernaderos?
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El rostro de
dolor de los niños y las niñas de América Central, debe motivarnos a redoblar
la lucha por acabar con este sistema capitalista que plaga de miseria a la
humanidad. La naturaleza está pasando la factura de tanto daño ambiental, pero
la deuda ecológica la están pagando quienes no le deben nada. Mientras, quienes
se benefician de tan descabellada explotación de la naturaleza y de las clases
trabajadoras ni se mojan con las lluvias.
¡Otro mundo es
posible!
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