(NI MASCULINA
NI FEMENINA)
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Escribe:
Gonzalo Canal Ramírez (*)
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La vejez no es masculina ni femenina, es un fenómeno humano atinente a varones y a mujeres por igual, apenas con las lógicas diferentes del sexo y sus implicaciones. Desgraciadamente la historia ha sido machista en todas partes. Cuando menos “patriarcal”, una forma más benigna del “machismo”, pero de todas maneras “machista”, aun en los pocos paréntesis del matriarcado” registrado en la crónica humana. Todo gira en torno al macho, que lo hacía todo a su conveniencia, hasta los requiebros y gentilezas a las hembras, casi por el único interés sexual.
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Escribe:
Gonzalo Canal Ramírez (*)
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La vejez no es masculina ni femenina, es un fenómeno humano atinente a varones y a mujeres por igual, apenas con las lógicas diferentes del sexo y sus implicaciones. Desgraciadamente la historia ha sido machista en todas partes. Cuando menos “patriarcal”, una forma más benigna del “machismo”, pero de todas maneras “machista”, aun en los pocos paréntesis del matriarcado” registrado en la crónica humana. Todo gira en torno al macho, que lo hacía todo a su conveniencia, hasta los requiebros y gentilezas a las hembras, casi por el único interés sexual.
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Viene de lejos la civilización machista en la historia occidental. En la Biblia, su raíz oriental, antes de los tiempos, los ángeles, primera noticia para nosotros en “la noche de los tiempos”, son masculinos. Se ha escrito y se ha hablado siempre de “los ángeles”, jamás de “las angelas”. No he hallado ninguna en textos, ni en otros documentos antiguos ni modernos, ni esculturas, ni pinturas, ni dibujos. Los ángeles frecuentemente tienen formas feminoides, pero siempre son “los ángeles” y cuando en la Biblia se les individualiza, siempre tienen nombres masculinos: Rafael, Miguel, Gabriel.
Viene de lejos la civilización machista en la historia occidental. En la Biblia, su raíz oriental, antes de los tiempos, los ángeles, primera noticia para nosotros en “la noche de los tiempos”, son masculinos. Se ha escrito y se ha hablado siempre de “los ángeles”, jamás de “las angelas”. No he hallado ninguna en textos, ni en otros documentos antiguos ni modernos, ni esculturas, ni pinturas, ni dibujos. Los ángeles frecuentemente tienen formas feminoides, pero siempre son “los ángeles” y cuando en la Biblia se les individualiza, siempre tienen nombres masculinos: Rafael, Miguel, Gabriel.
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Ha sido necesaria una revolución de costumbres para la liberación femenina, cuando la mujer comienza la conquista e sus derechos de igualdad, ya bien demostrada hoy con la eficaz presencia de la mujer en todos los campos del trabajo, la ciencia, la técnica, las artes y las letras, suficiente para probar la enorme pérdida, durante tantos siglos, del aporte femenino, causado por el histórico esclavismo varonil. Hasta en la mitología grecolatina, generosa con las diosas, las nereidas y las ninfas tienen algo de espíritu maligno.
Ha sido necesaria una revolución de costumbres para la liberación femenina, cuando la mujer comienza la conquista e sus derechos de igualdad, ya bien demostrada hoy con la eficaz presencia de la mujer en todos los campos del trabajo, la ciencia, la técnica, las artes y las letras, suficiente para probar la enorme pérdida, durante tantos siglos, del aporte femenino, causado por el histórico esclavismo varonil. Hasta en la mitología grecolatina, generosa con las diosas, las nereidas y las ninfas tienen algo de espíritu maligno.
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Este libro no parte de ninguna discriminación sexual. Cuando se habla del “viejo” se entiende también la vieja y se habla del hombre –varón o mujer– genéricamente: la especie humana. Las diferencias tales como la de que la mujer vive más que el varón, pero envejece más pronto, y su longevidad es menos problemáticamente sicológicamente, acaso por su mayor resistencia física y moral, porque conserva más tiempo su importancia en el hogar, porque sus intereses familiares son más vivos y duraderos. Pero fuera de esto, la vejez femenina es social y económicamente más desamparada aunque más resistente. La vejez es un valor, como la vida humana misma, aumentado por la acumulación de vida.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
Este libro no parte de ninguna discriminación sexual. Cuando se habla del “viejo” se entiende también la vieja y se habla del hombre –varón o mujer– genéricamente: la especie humana. Las diferencias tales como la de que la mujer vive más que el varón, pero envejece más pronto, y su longevidad es menos problemáticamente sicológicamente, acaso por su mayor resistencia física y moral, porque conserva más tiempo su importancia en el hogar, porque sus intereses familiares son más vivos y duraderos. Pero fuera de esto, la vejez femenina es social y económicamente más desamparada aunque más resistente. La vejez es un valor, como la vida humana misma, aumentado por la acumulación de vida.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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