INTERMEDIARIOS
DE LA REALIDAD
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Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
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Una conciencia clara de la propia realidad –darnos cuenta de cuanto nos sucede– es una buena defensa. Pero, entre nosotros y la realidad netamente objetiva, hay variados intermediarios que llegan a constituir en torno de nuestra realidad otras realidades, a veces ajenas, pero diferentes de la propia nuestra. Son realidades parásitas nutridas de nuestra realidad. Algunas son imprescindibles, como la de nuestros seres queridos. No podemos arrancarlas, sin arrancarnos. Son un lastre –a veces pesada impedimenta– pero sin él naufragaríamos o nos encerraríamos en un a carcaza de egoísmo impenetrable, para hacer más pesado el resto de nuestra vida.
DE LA REALIDAD
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Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
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Una conciencia clara de la propia realidad –darnos cuenta de cuanto nos sucede– es una buena defensa. Pero, entre nosotros y la realidad netamente objetiva, hay variados intermediarios que llegan a constituir en torno de nuestra realidad otras realidades, a veces ajenas, pero diferentes de la propia nuestra. Son realidades parásitas nutridas de nuestra realidad. Algunas son imprescindibles, como la de nuestros seres queridos. No podemos arrancarlas, sin arrancarnos. Son un lastre –a veces pesada impedimenta– pero sin él naufragaríamos o nos encerraríamos en un a carcaza de egoísmo impenetrable, para hacer más pesado el resto de nuestra vida.
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Lo importante es escoger nuestras realidades intermediarias, quedarnos con las que valen la pena e incorporarlas a la nuestra propia integrándolas a nosotros; prescindir de las demás porque n os ahogarían o fatigarían. Ya no somos capaces de llevar a remolque tantos fardos.
La vejez es época de simplificación, retransformación de superficie en hondura. Ese fenómeno no nos da la opción de suprimir, aunque a veces sean incómodas, las realidades intermedias originadas en afectos u obligaciones de familia, amor u otros sanos intereses, que nos vinculan en la vida de los demás seres, sin los cuales la nuestra sería apenas una estéril planta en decadencia. Podar y podarse no es lo mismo que cortar raíces. Esto es muy importante razonarlo.
Lo importante es escoger nuestras realidades intermediarias, quedarnos con las que valen la pena e incorporarlas a la nuestra propia integrándolas a nosotros; prescindir de las demás porque n os ahogarían o fatigarían. Ya no somos capaces de llevar a remolque tantos fardos.
La vejez es época de simplificación, retransformación de superficie en hondura. Ese fenómeno no nos da la opción de suprimir, aunque a veces sean incómodas, las realidades intermedias originadas en afectos u obligaciones de familia, amor u otros sanos intereses, que nos vinculan en la vida de los demás seres, sin los cuales la nuestra sería apenas una estéril planta en decadencia. Podar y podarse no es lo mismo que cortar raíces. Esto es muy importante razonarlo.
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La imagen del viejo pintada con los peores colores de la decrepitud y la senilidad, viene de lejos. Ya en Egipto, dos mil quinientos años antes de Cristo, el filósofo Ptha-Hotep la describe con rasgos que concluyen en que..”La vejez es la peor desgracia que puede afectar a un hombre”. Un siglo antes de Cristo, Cicerón nos dice como el viejo se siente molesto para los demás, burlados y escarnecidos y desechados por los otros.
La imagen del viejo pintada con los peores colores de la decrepitud y la senilidad, viene de lejos. Ya en Egipto, dos mil quinientos años antes de Cristo, el filósofo Ptha-Hotep la describe con rasgos que concluyen en que..”La vejez es la peor desgracia que puede afectar a un hombre”. Un siglo antes de Cristo, Cicerón nos dice como el viejo se siente molesto para los demás, burlados y escarnecidos y desechados por los otros.
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Aún hoy, cuando el promedio de vida ha multiplicado casi cuatro veces el del Egipto de Ptha-Hotep, triplicando la longevidad desde el Renacimiento italiano, la imagen del viejo sigue siendo desechada en el cine, la televisión, la radio y la publicidad, de donde el viejo está proscrito. Simone de Beauvoir dedica muchas páginas de su libro “La vejez” a pesquisar el testimonio literario, histórico y etnológico sobre el viejo cuyo resumen –muy compendiado– juzgo conveniente aquí, intercalando con páginas de mi propia cosecha, no sin lamentar cierto desdén de la de Beauvoir por Cicerón –el más precioso testimonio sobre la vejez en dos mil cien años– a quien la de Beauvoir, influenciada por compromisos políticos personales, juzga interesado en mantener la gerontocracia del senado romano.
Este tema proseguirá...
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
Aún hoy, cuando el promedio de vida ha multiplicado casi cuatro veces el del Egipto de Ptha-Hotep, triplicando la longevidad desde el Renacimiento italiano, la imagen del viejo sigue siendo desechada en el cine, la televisión, la radio y la publicidad, de donde el viejo está proscrito. Simone de Beauvoir dedica muchas páginas de su libro “La vejez” a pesquisar el testimonio literario, histórico y etnológico sobre el viejo cuyo resumen –muy compendiado– juzgo conveniente aquí, intercalando con páginas de mi propia cosecha, no sin lamentar cierto desdén de la de Beauvoir por Cicerón –el más precioso testimonio sobre la vejez en dos mil cien años– a quien la de Beauvoir, influenciada por compromisos políticos personales, juzga interesado en mantener la gerontocracia del senado romano.
Este tema proseguirá...
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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