domingo, 4 de enero de 2009

PULGA: ANALISTA INTERNACIONAL

N.de R. En la época de la revista "Peloduro" un punto alto eran los comentarios internacionales del Pulga. Hugo Alfaro recopilo una treintena de esas charlas y en 1967 se editó uno "Bolsilibros ARCA" Desde mañana estaremos dando a ustedes partes seleccionadas de esas impagables "reflexiones"
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JULIO E. SUAREZ:
Dos rasgos esenciales.
+ANSIA de JUSTICIA
+LO POPULAR

EN EL HUMORISMO...
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Presentación del libro
“Comentarios internacionales
de El Pulga”
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Por Hugo R. Alfaro
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Es un acto de amistosa alevosía en perpetuar en libro lo que originariamente fue pensado para la fugacidad del periodismo. Sobre todo cuando el autor no está presente para impedirlo o, al menos, para acometer el mismo las tareas de terminado del estilo y la sintaxis, esas que, ilusoriamente, confundimos con escribir bien.
¿Y que importa? Julio E. Suárez sabrá comprenderlo. Sus “Comentarios internacionales de El Pulga”, que comenzó a escribir hace más de veinte años, y mientras tuvieron vida su revista “Peloduro” y él –lo que es lo mismo– no valen por el acicalamiento del estilo, ni Suárez se hubiera avenido a peinarlos para que luzcan mejor.
El acto de cordial irreverencia, de parte de sus amigos, esta edición, permite rememorar –y no a través de sus celebradas caricaturas sino de la prosa, que Suárez cultivaba menos– los dos atributos que en él, como creador, me parecen esenciales: su ansia de justicia y la raigambre popular de su humorismo. Estos “Comentarios” son un paradigma.
Miren que El Pulga se las tiene dicho: no se dejen (los pueblos) engrupir con la cháchara adormecedora de los cipayos, que una cosa es el imperio del socialismo y otra el socialismo del imperio; ¿el gallego Franco? Que habilidad (ya, en 1945) para caer siempre parado: ¿el loco Jitler? Con tal de que no estea acá, que estea en la Gloria.
Ni siquiera es necesario coincidir con todos y cada uno de los rezongos de El Pulga (todas y cada una de las opiniones políticas de Julio Suárez) para poder estimar la sufrida aspiración, el hambre de justicia, que recorre como una línea vertebral esos veinte años de prédica pulguista... Es la fidelidad de Suárez a sí mismo, pero también su fidelidad al personaje, ese hombre común, montevideano y bolichero, desconfiado, realista y sano, cuyo idealismo se apoya mucho más en el sentido común que en la buena doctrina. Por eso puede El Pulga hablar de “esta vida perra, sin despreciar la otra, pero uno no la conoce y no puede abrir opinión y tampoco hay apuro, al fin y al cabo”. El buen Pulga pisa la tierra y sabe, sabiduría de los humildes, que a pesar de todo es mejor estar encima de la tierra que debajo.
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Pienso que a Julio Suárez debería gustarle esta supervivencia de El Pulga, por más que a este le incomoden las costuras de la espalda, por no decir del lomo. Aunque huye de las palabras graves, Suárez habla una y otra vez de la humanidad doliente; él sabe sabía hacerla bien, y esta edición asegura la continuidad de la generosa tarea. Diogo yo, no sé.
Hugo R. Alfaro

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