Martes
1º de noviembre de 2011
¿AFRICA
AHORA? ¿POR QUÉ NO?
Escribe
JUAN
GELMAN (*)
Fuente:
Página 12
30 de
octubre 2011
.
(*)JUAN GELMAN
(Bs. As. 1930) poeta y periodista argentino. Autor de varios libros de gran
éxito. Premio Cervantes en 2007. El
escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum lo ha calificado como "el mayor
poeta vivo de habla hispana". Se graduó de Quimico en la Universidad de
Buenos Aires. Uno de los fundadores del
grupo de poetas “El pan duro”. En 1966 comenzó su actividad como periodista, publicando habitualmente en
medios de América y Europa.. Estuvo exiliado en la Dictadura retorno a la
Argentina en 1988. Decidió radicarse en México, donde reside.
.
No
terminaba de apagarse el estruendo de la última bomba que la OTAN arrojó en
Libia cuando el presidente Obama anunció la decisión de intervenir militarmente
en otro país africano: Uganda. “Esto es necesario –dijo– porque el Ejército de
Resistencia del Señor (ERS) representa una amenaza para a la seguridad
regional” (www.whitehouse.gov, 14-10-11). En cierto sentido, el argumento es
novedoso: hasta el presente, la Casa Blanca invadía países “en defensa de la
seguridad nacional”, la de EE.UU. Esta explicación del operativo Uganda –al que
ya se destinaron 40 millones de dólares– pone de manifiesto la capacidad de
cambio que caracteriza al mandatario estadounidense y la amplitud de su
preocupación por el mundo entero.
Washington
enviará un centenar de “asesores militares” para contribuir al aniquilamiento
del ERS, una miniguerrilla de vaga orientación cristiana sin base social alguna
que ha cometido atentados terroristas en la zona. Opera desde hace 20 años,
pero el Departamento de Estado le presta ahora una repentina atención. Ese
cuerpo de élite “permanecerá en el país todo el tiempo que sea necesario”,
precisó Obama y la historia se conoce: la intervención de EE.UU. en Afganistán
comenzó con personal militar escaso y hoy asciende a 100.000 el número de sus
efectivos en el país asiático. La generosidad del jefe de la Casa Blanca asomó
en otro ofrecimiento: está dispuesto a intervenir en el Congo y en la República
Centroafricana “si esos Estados lo solicitan”.
El 16 de octubre, dos días después del anuncio de Obama, tropas de Kenia invadieron el sur de la vecina Somalia por tierra, mar y aire con el propósito declarado de impedir que presuntos miembros de la organización islamita al Shabaab siguieran violando la frontera. La Casa Blanca manifestó su sorpresa por el hecho y negó que estuviera involucrada, pero los misiles que causaron la muerte de centenares de civiles somalíes “parecen haber sido disparados desde aviones no tripulados o submarinos estadounidenses”, según The Economist (www.economist.com, 29-10-11).
Francia
negó asimismo su participación en el operativo y fue desmentida por un vocero
militar de Kenya, el mayor Emmanuel Chirchir, quien manifestó que la marina de
guerra francesa había bombardeado poblaciones somalíes (The New York Times,
23-12-11). Libia quedó atrás, pero la OTAN es incesante.
Todo
parece indicar que, en realidad, avanza la aplicación de la estrategia del
comando de EE.UU. para Africa (Africom, por sus siglas en inglés): EE.UU.
persigue el control militar de las zonas estratégicas del continente negro:
Libia, en el cruce del Mediterráneo que baña a Medio Oriente y Africa; el
Cuerno de Africa y la región central africana, que facilitan el control del
océano Indico y el Atlántico. Se puede pensar que la razón de este designio es
apoderarse de las riquezas de la región, el petróleo libio, por ejemplo, y las
reservas de oro negro de Somalia, al parecer cuantiosas. No deja de ser así,
pero el juego es más amplio: se trata del sueño imperial de colonizar al mundo
entero.
El
Pentágono entrena febrilmente a los militares de Mali, Chad, Níger, Benin,
Botswana, Camerún, la República Centroafricana, Etiopía, Gabón, Zambia, Uganda,
Senegal, Mozambique, Ghana, Malawi y Mauritania y realiza con frecuencia
maniobras conjuntas con las fuerzas armadas de esos países
(www.blackagendareport.com 18-10-11). Ejerce así una notoria influencia en los
mandos militares de la región y, en consecuencia, en sus gobiernos. EE.UU. ha
convertido en “socios” a Etiopía y a los cinco Estados de la Comunidad del
Africa Oriental. Cualquier nación africana que, como Eritrea, no mantiene una
relación con el Pentágono, es blanco de un cambio de régimen.
La Casa
Blanca justifica actualmente la invasión keniana de Somalia como parte
necesaria de la llamada guerra antiterrorista en razón de la insurgencia de la
organización islamita al-Shabaab, que se alzó contra el gobierno federal de
transición de Mogadiscio impuesto en 2009 con el apoyo de EE.UU. y otros países
de Europa para combatirla. Washington acusa a los insurgentes de mantener lazos
con al-Qaida, pero “la mayoría de los analistas considera que esos lazos son
débiles”, según el Council on Foreign Relations, el think-tank no partidista
con sede en Nueva York (www.cfr.org, 10-8-11). El CFR estima que el número de
combatientes islamitas ideológicamente convencidos de su lucha oscila entre 300
y 800 individuos. No obstante, al-Shabaab controla buena parte del sur de
Somalia y obstaculiza así el dominio geopolítico estadounidense del estratégico
territorio marítimo de Africa oriental.
Hay
unos 12 millones de personas con hambre en la región, castigada por la sequía
más dura de las últimas seis décadas. Decenas de miles han muerto y en los
próximos meses centenares de miles conocerían el mismo destino en Somalia,
advirtió la ONU. La invasión militar de Kenia ahonda, y mucho, la gravedad de
esta situación humanitaria.
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