Martes 1º de Noviembre de 2011
MUTACIÓN ECOLÓGICA
Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
Publica: ARGENPRESS.info
31 de
octubre de 2011
.
(*)
JORGE GOMEZ BARATA - Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas
las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la
verdad es siempre sencilla, ...”
.
La maniobra
política con cobertura indigenista y ecológica que obligó al gobierno boliviano
a desistir de construir una carretera obligando a improvisar una ley que
consagra la “intangibilidad” de una porción del territorio nacional, carece de
precedentes y evidencia que el tema ambientalista tiene potencial reaccionario.
El
petróleo y el gas de la región del TIPNIS permanecerá eternamente en el
subsuelo sin beneficiar a nadie: los arboles perecerán sin que su madera sea
provechada, en los ríos y lagos los peces morirán de viejos y la pobreza impondrá
su despreciable rostro. Los habitantes del lugar no disfrutaran de la
electricidad, no conocerán la televisión, nunca pisarán el asfalto y tal vez
nunca se enteren de que fueron víctimas de una perversa manipulación. No hay
razones para semejantes sacrificios ni existen precedente de nación alguna que
haya prescindido de sus recursos naturales para el desarrollo.
La
reciente polémica y la marcha atrás del gobierno boliviano que cedió a las
protestas de sectores indígenas contra el tramo de carretera que pasaría a
través del Territorio Indígena Parque Nacional Isaboro-Sécure (TIPNIS) es una
muestra de hasta qué punto el discurso ecológico, un problema creado por los
países ricos, puede ser localmente manipulado con fines políticos
reaccionarios. Obviamente, el objetivo no era preservar la flora y la fauna
boliviana sino debilitar a Evo Morales.
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Evo Morales debio ceder a las demandas |
El
enclaustramiento y la mediterraneidad impuesta por venganza y chovinismo es el
más importante problema económico, social y político de Bolivia y luchar contra
esa realidad es la principal tarea estratégica de ese país para el cual la
comunicación con el resto del mundo es vital.
Impedida
de embarcar por mar sus exportaciones, Bolivia necesita alternativas que se han
tornado promisorias en la medida en que algunos de sus vecinos: Brasil,
Argentina, Chile y Perú experimentan sostenidos crecimientos, incluso debutan
como actores en la economía mundial y se convierten en consumidores de materias
primas, minerales y energía. Acceder por tierra y mediante oleoductos y
gasoductos a esos centros industriales es para Bolivia un cometido estratégico.
El
enclaustramiento mediterráneo de Bolivia se complica por tratarse de un país de
más de un millón de kilómetros cuadrados con una geografía caracterizada por la
existencia de grandes montañas y extensas selvas que ofrecen paisajes
magníficos, feraces y que albergan una rica biodiversidad pero que, en materia
de comunicaciones, representan obstáculos naturales que es preciso vencer
mediante la creación de infraestructuras viales.
Los
estrategas económicos bolivianos no tienen manera de evadir el hecho de que
cualquier que sea el rumbo que tomen sus carreteras y vías férreas para
conectarse con los sistemas viales vecinos que conducen a los centros
industriales y a los puertos sudamericanos, tendrán que cruzar por los
territorios vírgenes de la Amazonia y otros macizos forestales de la región.
En
todas partes y en todos los tiempos, el progreso significa carreteas,
ferrocarriles, electrificación, puentes y pasos de montaña. El asfalto, el
hormigón y el acero no son necesariamente enemigos de la Amazonia y si aliados
del progreso que el pueblo boliviano y otros de la región necesitan tanto como
el aire que respiran; lejos de degradarse el medio ambiente se embellece con las
torres de alta tensión, las autopistas que son las alamedas del desarrollo y
del bienestar.
Por
otra parte ignoro de qué puntos de vista parten aquellos que estiman que para
tender una carretera habría que dañar la ecología de una floresta que como la del
TIPNIS abarca unos 12 000 Km². Hay regiones de Europa donde se explotan cientos
de minas de carbón desde hace siglos y en las cuales existen también magníficos
bosques, preciosos jardines y la fauna autóctona convive con una intensa
actividad económica y es posible explotar las maderas de los bosques sin
exterminarlos.
Sigo
creyendo que la agenda política de los países del sur es de liberación
nacional; mientras las preocupaciones ecológicas globales, si bien no deben ser
ajenas, no constituyen nuestra prioridad. El occidente desarrollado, como ya ha
hecho Estados Unido ha acumulado riqueza y desarrollo que le permiten
desindustrializarce y renunciar a las producciones contaminantes, status al que
ni siquiera se aproxima ningún país subdesarrollado y todos dependen aun de la
explotación de sus materias primas y otros recursos naturales.
Lo
ocurrido en Bolivia plantea un peligroso precedente, no sólo porque el revés
desgasta al gobierno boliviano, puede paralizar importantes proyectos de
desarrollo, sino porque muestra una arista que hasta ahora no había sido
explotada y que evidencia una mutación que puede convertir el ambientalismo de
una posición progresista en una opción reaccionaria.
La
ignorancia de los pueblos originarios es una culpa de los colonialistas, los
imperialistas y los explotadores, no una virtud de esos pueblos. A unos hay que
combatirlos y acompañar a los otros en su lucha contra la exclusión y por
acceder al progreso. Reivindicar el primitivismo en nombre del respeto a la
tradición puede no ser una buena estrategia.
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