Lunes 5 de diciembre de 2011
UNA
VIDA PARA LA LIBERTAD:
CHAPLIN,
UN GENIO
EN BLANCO Y NEGRO
EN BLANCO Y NEGRO
Escribe
DANIELA
SAIDMAN (*)
ARGENPRESS
Cultural
(Desde
Venezuela).
2 de
diciembre 2011
.
(*) DANIELA SAIDMAN. Poeta, escritora. Diario de Guayana,
Venezuela. TVLecturas. La Televisora de los libros en Nuestra América y sus
Voces del Sur. Ganadora del Premio Nacional
del Libro, está coordinado por la Fundación La Librería Mediática,
divulgadora de los autores que importan. De esta poeta se dijo que…” eligió la
palabra como una trinchera de lucha, para ganarse los sueños por asalto…”
.
No le
hizo falta el color ni el sonido para decirnos los miedos y las esperanzas,
para hacer nacer la risa que estalla alegre en todo lo humano de la humanidad.
Se
sientan en una sala aclimatada, en la que suele hacer más frío de la cuenta. En
una bandeja de plástico generalmente roja, descansa un enorme vaso de refresco
y un cartón con tantas cotufas que parecen para toda una familia. Se acomodan
en las butacas. Mientras miran los avances que estarán pronto de estreno, flexionan
las rodillas para dejar pasar a alguno que pide permiso, y que finalmente se
sienta en la misma fila. Cuando por fin se apagan las luces, estallan ante los
ojos imágenes que casi pueden tocarlos.
El malo
y el bueno, el beso de dos enamorados, una nave espacial o una chica de formas
imposibles están tan cerca como si fueran reales. Es el tiempo de lo
tridimensional. Pero la mayoría de las salas de cine proyectan películas hechas
por el mercado para vender ideas como quien ofrece espejitos o carros. Es la
industria del cine diciéndoles y diciéndonos qué comer, cómo vestirnos, cómo
amar, pensar, sentir, como vivir al fin y al cabo. Claro, es posible que más de
uno prefiera pantallas más chicas y menos refresco y salas donde no se puede
ingerir comida, para volar con otros filmes, esos que saben contar historias
que pueden hacernos pensar.
Chaplin,
el infinito humorista que nos regaló y nos regala, el tiempo necesario para
pensarnos más libres y más juntos. El que hizo posible Tiempos Modernos, El
Chico, El Gran Dictador y Candilejas, entre tantas películas que siguen siendo
un espacio propicio para el encuentro.
Hoy, en
pleno siglo XXI, Charles Chaplin, a pesar del silencio y del blanco y negro, o
tal vez precisamente por eso, es una referencia del buen cine, es en
definitivamente lo que nos falta ver, para no comprar espejitos de pantalla
grande, sino la utopía realizable de un mundo más justo.
CHARLOT
Probablemente
todo lo que se pueda decir, alguien lo haya dicho ya. Sobre Chaplin no hay
mucho que aportar, y sin embargo es una invitación abierta a encontrarnos, a
contarnos, a soñarnos distintos y sobre todo, a luchar por nuestras esperanzas.
Charles
Spencer Chaplin nació en Londres, el 16 de abril de 1889. Joven subió a las
tablas del teatro y los “music hall”, pero el salto a las salas de cine lo dio
el septiembre de 1913. El cómico estaba de gira en Estados Unidos con la
compañía teatral de Fred Karno. Y fue precisamente para esos años que nació Charlot,
el sin techo que vestido de dandy, se nos ha quedado a todos en la memoria,
tanto que a veces no es posible diferenciar a Chaplin de Charlot, porque ambos
son libertarios y tiernos, divertidos y conmovedores, son arte y parte de un
tiempo y de una historia.
Durante
su vida Chaplin fue acusado por el gobierno de Estados Unidos de comunista, que
en aquellos años era -y sigue siendo- un estigma.
Fue uno
de los cofundadores de la United Artists en 1919, en la que también
participaron Mary Pickford, Douglas Fairbanks y David Griffith. Y a partir de
1923 produjo, dirigió y escribió con ella, ocho películas y actuó en todas
menos en la primera. A partir de Luces de la ciudad también compuso las
partituras de sus filmes. De estos años son Una mujer de París, La quimera de
oro, El circo, Luces de la ciudad, Tiempos modernos, El gran dictador, Monsieur
Verdoux y Candilejas. Mientras que en Inglaterra, una vez negado el permiso de
volver a Estados Unidos, produjo Un rey en Nueva York y La condesa de Hong
Kong.
La
carrera artística de Chaplin se extendió durante siete décadas, y su vida
dedicada a contar desde el humor las miserias humanas y los anhelos de los
pueblos, lo llevaron a estar nominado al Nobel de la Paz en 1948.
Exiliado
en Suiza desde 1953 debido a la persecución del gobierno estadounidense, por
considerar que su vida y obra atentaban contra los intereses de ese país,
Chaplin denunció en más de una oportunidad las guerras y a la industria
armamentística, siempre desde el humor, desde la militante ternura que nos
llama a ser más humanos y más justos. Falleció el 25 de diciembre de 1977, a
los 88 años de edad.
Pero
está en vivo en Charlot, en ese vagabundo que en silencio y en blanco y negro,
nos convoca a reescribir la historia, a amar lo más hondo y lo más libre de la
humanidad. Chaplin vive y vivirá siempre que alguien se atreva a navegar en los
claroscuros en los que la palabra emerge de la mirada, y en las que nace en la
certeza de todo lo que está por decir.
“Mirada
de cerca, la vida parece una tragedia; vista de lejos, parece una comedia.
Nunca te olvides de sonreír, porque el día en que no sonrías será un día
perdido. La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta,
ríe, baila, llora y vive cada momento, antes de que baje el telón y la obra
termine sin aplausos. Hay que tener fe en uno mismo. La vida es maravillosa...
si no se le tiene miedo. Sin haber conocido la miseria, es imposible valorar el
lujo. Más que maquinaria necesitamos humanidad, y más que inteligencia, amabilidad
y cortesía. Fui perseguido y desterrado, pero mi único credo político siempre
fue la libertad”, afirma Chaplin en uno de los personajes de El Gran Dictador y
así es.
DISCURSO
FINAL
DEL GRAN DICTADOR (fragmento)
“El
camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia
ha envenenado las almas. Ha levantado barreras de odio. Nos ha empujado hacia
la miseria y las matanzas.
Hemos
progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado nosotros. El maquinismo, que
crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho
cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy
poco.
Más que
máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.
Sin estas cualidades, la vida será violenta. Se perderá todo.
Los
aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de
estos inventos exige bondad humana. Exige la hermandad universal que nos una a
todos nosotros.
Ahora
mismo mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, a millones de hombres
desesperados, mujeres y niños. Víctimas de un sistema que hace torturar a los
hombres y encarcelar a gentes inocentes.
A los
que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más
que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del
progreso humano.
El odio
de los hombres pasará. Y caerán los dictadores. Y el poder que le quitaron al
pueblo, se le reintegrará al pueblo. Y así, mientras el hombre exista, la
libertad no perecerá”. CHARLES CHAPLIN
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