Jueves
5 de enero de 2012
AGRICULTURA
Y BOSQUES BAJO ATAQUE
EN
NEGOCIACIONES CLIMÁTICAS
Escribe
SILVIA
RIBEIRO (*)
Fuente “La
Jornada”
México –
3/01/2012
.
(*) SILVIA RIBEIRO – Escritora.
Periodista. Militante ambientalista. Directora para América Latina del Grupo
ETC y trabaja en la oficina de México.. Ha sido periodista y coordinadora de
campañas en temas ambientales. Especialista en cambio climático: Detener el
calentamiento con manipulación del clima es un grave contrasentido. Escribe sobre
biotecnología y agronegocios. Impactos de los transgénicos; concentración
corporativa, propiedad intelectual, el papel de la ciencia y las nuevas
tecnologías y los peligros. Es grave e irresponsable el intento de FAO de
legitimar los transgénicos como solución al hambre y la crisis climática.
La
conferencia sobre cambio climático realizada en Durban, Sudáfrica, en diciembre
2011, destaca por lo que no decidió: ni compromisos de reducción de gases de
efecto invernadero, ni fondos para los países más afectados, ni respeto a las
responsabilidades comunes pero diferenciadas entre países industrializados que
provocaron el caos climático y los demás que lo sufrimos. Pero sí avanzaron
decisiones en agricultura, bosques, tecnologías y ampliación de mercados de
carbono, que conllevan impactos muy negativos sobre la mayoría.
Los
mercados de carbono –que permiten no reducir emisiones de gases donde se crean,
comprando espacio no contaminado a otros– no sirven para enfrentar la crisis
climática, pero justifican que se siga contaminando y abren nuevos mercados
especulativos, muy preciados en época de crisis financiera. Según el Banco
Mundial –pionero en mercados de carbono y en derivar fondos públicos para
subsidiar el negocio a las trasnacionales– el mercado global de carbono fue de
144 mil millones de dólares en 2009. Solamente 0.2 por ciento fue para
proyectos concretos, el resto fueron honorarios de consultores, gastos de
transacción e inversiones financieras especulativas.
En la
COP17 en Durban, se consolidó REDD para quienes prueben que hayan deforestado y
dejen de talar una pequeña parte (por eso la meta es deforestación evitada, no
evitar deforestar) premiando así a los mayores talamontes. Los que buscan
recibir REDD tendrán que aumentar la deforestación para luego disminuirla,
lucrando el doble: por deforestar y por dejar de hacerlo.
Esto da
lugar a corrupción mediante consultores que certifican cifras de deforestación
más altas a las reales, para seguir aumentando la deforestación y además,
cobrar por supuestamente disminuirla. La otra cara de REDD, llamada
perversamente manejo sustentable de los bosques, serían mínimos pagos a
comunidades que no deforestan. Para ello deberán entregar el manejo de sus
territorios a consultores externos que definan lo que pueden o no hacer, y a
estados o empresas que compren esa función de sus bosques. Hay grupos indígenas
que quieren obtener fondos con REDD, pero con salvaguardas.
La COP
17 reafirmó salvaguardas generales, pero a criterio de los gobiernos en cada
país, lo cual significa que ni son obligatorias ni se podrá ir más allá de la
arbitrariedad que decida cada gobierno. En ningún caso los territorios quedan
fuera del mercado: al contrario, REDD se consolidó como una efectiva evasión de
políticas públicas para proteger derechos indígenas, campesinos y
biodiversidad, cambiándolos por pagos selectivos y ventas de mercado. Contra
esto se formó la Alianza global de los pueblos indígenas y comunidades locales
contra REDD+ y por la vida, que exigió en Durban una moratoria global a REDD.
El
sistema alimentario agroindustrial es el principal factor de emisiones de gases
de invernadero. Por el contrario, como ha mostrado la Vía Campesina y sus
aliados, los sistemas alimentarios campesinos alimentan a la vasta mayoría de
la humanidad y enfrían el planeta con sus métodos diversos y sustentables. La
maniobra de los mercaderes de carbono, con apoyo del Banco Mundial y FAO, es
promover lo que llaman intensificación sustentable y agricultura inteligente
para el clima.
En
lugar de cuestionar el sistema alimentario agroindustrial que es causante de
contaminación, caos climático y hambre, proponen seguir con lo mismo,
aumentando la producción en menor superficie, usando semillas híbridas y
transgénicas y cantidades masivas de fertilizantes químicos, dejando el resto
de la tierra para vender como sumidero de carbono, con lo cual Monsanto y otras
agro-transnacionales aumentarían sus ventas y podrían cobrar créditos de
carbono.
La
absorción de carbono en bosques y suelos, aguas y biodiversidad es de difícil
medición –en realidad imposible–, porque son sistemas vivos y cambiantes con
las geografías, ecosistemas y culturas que allí conviven. Absorben carbono,
pero también lo emiten y en ningún caso son sumideros de carbono sino bases del
sustento de la mayoría de la humanidad. Pero para el mercado, lo importante no
es ser exacto, sino aparentarlo: el monitoreo y medición de carbono en bosques,
suelos, biodiversidad es un jugoso negocio también para investigadores y
consultores, que están desarrollando sofisticados sistemas satelitales y de
bioprospección para medir carbono en sistemas vivos. En esa lógica, los
indígenas y campesinos son una molestia porque alteran la medición.
Los
corsarios del carbono no pudieron avanzar en Durban tanto como querían, gracias
a las denuncias de organizaciones de la sociedad civil y de Vía Campesina. Pero
sin duda es un tema a seguir denunciando.
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