martes, 14 de febrero de 2012

SI BIEN SOMOS HOY LA SEXTA ECONOMÍA DEL MUNDO… ESTAMOS LEJOS DE SER EL SEXTO PAÍS MENOS DESIGUAL E INJUSTO DEL PLANETA…


Miércoles 15 de febrero de 2012

EL REAL COSTO DEL BRASIL,
LA SEXTA ECONOMÍA DEL MUNDO

Escriben
BRUNO LIMA ROCHA
Y RAFAEL CAVALCANTI
Fuente
“Barómetro Internacional”
(Sacado de Contexto en el Blog)
.
 (*) BRUNO LIMA ROCHA – Rio de Janeiro–Analista político y periodista, Radicado en Rio Grande do Sul. Columnista en varios medios,  mantiene vínculos cercanos con los sectores progresistas de la sociedad (blimarocha@gmail.com ).
RAFAEL CALVANCANTI – Periodista radicado en el noreste de Brasil (Butigahn@gmail.com. ) Junto a Bruno Lima Rocha trabaja en “HablaCentro”  un proyecto de periodismo ciudadano colaborativo para todo Latino América.

Esta vez es de verdad. El Brasil fue considerado la sexta economía del mundo, atrás sólo de EUA, China, Japón, Francia y Alemania. A juzgar por el hecho de que las dos últimas potencias son el pilar de la enflaquecida zona euro; de que el Japón permanece estancado desde mediados de la década de 90’ y los Estados Unidos son hoy el más desigual y menos productivo de los países desarrollados, tenemos esperanzas de crecimiento y proyección aún mayores.
Rafael Calvancanti

A partir de ese hecho innegable, cabe una reflexión más allá de la crítica radical o de la complacencia oficial. Si bien somos hoy la sexta economía del mundo en términos de volumen de producción y riqueza circulante, estamos lejos de ser el sexto país menos desigual e injusto del planeta. Nuestra pirámide social, aunque con una sensible disminución de la miseria absoluta, concentra renta y no distribuye los beneficios de la modernidad urbana.

Según estudios recientes del Instituto de Investigación Económica y Aplicada (IPEA) sobre la pobreza en el Brasil, cerca de 107 millones de brasileños poseían hasta 2009 una renta per cápita entre R$ 67,00 y R$ 465,00. La mayor parte de los que viven en la extrema pobreza corresponde a agricultores de municipios pobres de la región Nordeste. En contraste a este cuadro, tenemos cinco capitales brasileñas que concentran el 25% de toda la riqueza del país. El problema es de fondo e implica una opción no presentada en el escenario político profesional.

El crecimiento brasileño se da a partir de la exportación de commodities agrícolas en ancha escala, del aumento del crédito para el consumo y de la inyección de recursos estatales en la economía. Todo iría relativamente bien (la excepción es el modelo agro-exportador), si no tuviéramos bajo una guillotina llamada “forma de financiación”.

(………) El casino financiero alimenta al sector del crédito al consumo y en la punta de la pirámide, el Estado sigue financiando la expansión privada. Sea a través de préstamos a fondo perdido, como en la fusión de las operadoras de telecomunicación de capital extranjero Brasil Telecom y OI (los valores que salieron de los bancos públicos llegaron a R$ 11 mil millones y fueron destinados a la ahora mayor empresa de telefonía fija de América del Sur).

(……….) Sumando esta injusticia estructural con la carencia del servicio público –estando la población brasileña sobrecargada impositivamente y aún no atendida de forma satisfactoria tenemos el real “costo Brasil”. Esa expresión es usada por los grandes medios para hablar de los gastos internos del país –tales como la carga tributaria, los costos portuarios, los transportes, los gravámenes laborales, las financiaciones, la energía y telecomunicaciones y la reglamentación gubernamental– que supuestamente aumentan el valor de productos y servicios brasileños, haciéndolos menos competitivos en relación a los del exterior. Son la mayoría de los brasileños quienes deben pagar la cuenta de la acumulación privada (oficializada) de recursos colectivos.

DESARROLLO CUESTIONABLE
No es posible negar que hoy vivimos bien comparado a diez años atrás y también que la primera década del siglo XXI fue mejor para los latino-americanos y los brasileños que la secuencia de las dos décadas perdidas. La de los ’80 tuvo como marca la crisis de la deuda, acompañada de estanflación galopante, llegando el Brasil al borde de la hiperinflación (la inflación acumulada en el país durante la década fue de 36.850.000%, increíble para quien no vivió ese periodo). En aquella época se construyó un consenso en torno al Estado Burocrático Autoritario, asociando todo lo que era estatal a retraso y abismo cultural de los latinoamericanos respecto a los países de capitalismo central.

La consecuencia vino en los años ’90, cuando se dilapidan los patrimonios nacionales, liquidando todo (o casi todo, en especial a través de las polémicas privatizaciones del gobierno de Fernando Henrique Cardoso entre 1994 y 2001 aún muy bien vistas por los partidarios del Partido de la Social Democracia Brasileña –PSDB– el de de los presidenciables José Serra, Geraldo Alckmin y Aécio Nieves). Aun así nos mantuvimos estancados económicamente, aunque ya sin el fantasma inflacionario.

No negar lo obvio está lejos de implicar una adhesión incondicional a la política económica del gobierno y menos aún producir discurso optimista y oficialista. Si mejoramos en comparación con la historia reciente, aún estamos lejos de tener una estructura productiva que permita vuelos más altos. Estamos a siglos de tener un desarrollo regionalizado. Los niveles de inversión directos aún son bajos y el volumen de impuestos no se corresponde a la calidad de los servicios prestados. Frenar la saña privatizadora fue importante, pero ahora cabría un debate profundo acerca del (los) modelo(s) de desarrollo y distribución de renta en el largo plazo.

Hoy el país vive el fruto de la expansión del empleo directo (positivo), pero también del acceso al crédito a través de la presencia cada vez mayor del sistema financiero en nuestras vidas cotidianas (dudoso). El consumo suntuario es incentivado por el gobierno y los medios (a ejemplo de la cobertura de las compras de Navidad, día de las madres, día de los niños, etc.), predicando un keynesianismo limitado donde el mercado interno (antes el patito feo) es la gallina de los huevos de oro.

La expansión consumista desenfrenada dos problemas produce. El primero es el endeudamiento creciente de los brasileños, que llegó al monto de R$ 715 mil millones en noviembre de 2011; el segundo es la exageración de productos importados, aumentando el abismo científico nacional.

(…..) Sería absurdo negar esta realización del actual gobierno de Dilma Rousseff (continuidad de los ocho años de Lula y del Partido de los Trabajadores –PT– con una amplia coalición partidaria junto la fuerzas político-económicas conservadoras) y los beneficios advenidos al Brasil como un todo. A la vez, se constata que la asistencia es el paso de salida y no de llegada hacia otra etapa de vida. En ese sentido, vale la adaptación de la expresión popular: “mejor que dar el pescado es enseñar a pescar”.
-
HASTA AQUÍ LO QUE PERMITE EL ESPACIO. En especial esta nota requiere una lectura en su versión integra. El sacar de contexto, cuando hay muchos datos relacionados, no le hace bien al material. HAGA CLIC EN EL ENLACE:

No hay comentarios: