UN
MUNDO SIN PETRÓLEO FÁCIL
Escribe
MICHAEL
T.
KLARE (*)
TomDispatch.com
Publicó:
“Rebelion”
21 de
abril de 2012
.
(*) MICHAEL T. KLARE – Escritor. Periodista. Experto
mundial en políticas de energía y recursos. Es profesor de estudios para la paz
y la seguridad mundiales en la Universidad de Hampshire, en Amberts,
Masachusetts. Autor del libro “Sangre y Petroleo”. Ha dicho: “El petróleo se
agota. Digan lo que digan, la preocupación de las naciones no se centra hoy en
el terrorismo, los mercados o la democracia, sino en el crudo”. Escribe en “Le
Monde”. Rebelion, TomDispatch
y en los principales medios de la prensa online.
SACADO
de CONTEXTO. Nota completa aquí:
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NOTA del BLOG:
EL VIDEO INSTALADO SIGUE EN EL 2/2(en la plancha al final )
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Los
precios del petróleo son ahora más altos que nunca, exceptuando varios momentos
frenéticos que se produjeron antes del colapso económico mundial de 2008.
Muchos factores inmediatos están contribuyendo a ese incremento de los precios,
incluidas las amenazas de Irán de bloquear el transporte marítimo del petróleo
en el Golfo Pérsico, los temores a una nueva guerra en el Oriente Medio y la
agitación que vive Nigeria, un país rico en petróleo.
Algunas
de estas presiones podrían debilitarse en los próximos meses, proporcionando un
alivio temporal a los surtidores de las gasolineras. Pero la causa principal de
los altos precios –una transformación fundamental en la estructura de la
industria petrolera- no pueden cambiarse y por esa razón los precios del
petróleo están condenados a seguir siendo altos durante un largo tiempo.
En
términos energéticos, estamos entrando ahora en un mundo cuya aciaga naturaleza
todavía no comprendemos bien. Este cambio fundamental ha venido dado por la
desaparición del petróleo relativamente accesible y barato, el “petróleo
fácil”, en la terminología utilizada por los analistas de la industria; es
decir, el tipo de petróleo que permitió una expansión sorprendente de la
riqueza global durante los últimos 65 años y la creación de innumerables comunidades
suburbanas basadas en el automóvil. Ese petróleo casi ha desaparecido.
El
mundo alberga aún grandes reservas de petróleo, pero resultan difíciles de
alcanzar, difíciles de refinar, porque pertenecen a la variedad “petróleo
difícil”. A partir de ahora, cada barril que consumamos será aún más costoso de
extraer, más costoso de refinar y mucho más caro en las gasolineras.
Todos
esos que afirman que el mundo sigue estando “inundado” de petróleo tienen razón
a nivel técnico: el planeta alberga todavía reservas inmensas de petróleo. Pero
a los propagandistas de la industria petrolera se les olvida subrayar que no
todas las reservas de petróleo son iguales: algunas están situadas cerca de la
superficie o cerca de la costa y se encuentran en rocas porosas y blandas;
otras están situadas en el profundo subsuelo, lejos de la costa o atrapadas en
duras formaciones rocosas.
Los Primeros
lugares son fáciles de explotar y producen un combustible líquido que puede
fácilmente refinarse en líquidos utilizables; las segundas reservas solo pueden
explotarse mediante técnicas costosas y medioambientalmente arriesgadas y, a
menudo, acaban convirtiéndose en un producto que debe procesarse de forma
compleja antes de poder empezar a refinarlo.
La
sencilla verdad es esta: la mayor parte de las reservas fáciles de petróleo del
mundo están ya agotadas, excepto las que se encuentran en países asolados por
la guerra como Iraq. Prácticamente todo el petróleo que queda se halla en
reservas sólidas difíciles de alcanzar. Entre estas últimas podríamos incluir
el petróleo que se encuentra en las profundidades marinas lejos de la costa, el
petróleo del Ártico y el petróleo de esquisto bituminoso, además de las “arenas
petrolíferas” de Canadá, que no están compuestas en absoluto de petróleo, sino
de fango, arena y betún parecido al alquitrán.
La
Agencia Internacional de la Energía (AIE) proporcionó en 2010 nuevas pruebas de
este cambio en una revisión de las prospecciones petrolíferas mundiales. Al
preparar el informe, la Agencia examinó las reservas históricas en los mayores
campos productivos del mundo: el “petróleo fácil” del que el mundo aún depende
para la mayor parte de sus necesidades energéticas.
Los
resultados fueron impactantes: se esperaba que esos campos perdieran las tres
cuartas partes de su capacidad productiva en los próximos 25 años, perdiéndose
52 millones de barriles al día de los suministros petrolíferos del planeta, es
decir, alrededor del 75% de la actual producción mundial de crudo. Las
implicaciones eran sorprendentes: o se encontraba petróleo nuevo para sustituir
esos 52 millones de barriles o la Edad del Petróleo llegaría pronto a su fin y
la economía mundial se vendría abajo.
Desde
luego, como dejó claro la AIE en 2010, habrá petróleo nuevo, pero solo de la
variedad difícil que nos hará pagar un duro precio a todos nosotros y también
al planeta. Para comprender bien las implicaciones de nuestra creciente
dependencia del petróleo difícil, merece la pena hacer una gira relámpago por
algunos de los lugares más espeluznantes y dañados de la Tierra. Así pues,
abróchense los cinturones: primero, salimos hacia el mar –allá vamos - para
investigar el “prometedor” nuevo mundo del petróleo del siglo XXI.
PETRÓLEO
EN AGUAS PROFUNDAS
Las
compañías petroleras han estado durante un tiempo llevando a cabo perforaciones
en zonas de alta mar, especialmente en el Golfo de México y el Mar Caspio. Sin
embargo, hasta hace poco, esos esfuerzos tenían lugar invariablemente en aguas
relativamente poco profundas –a lo sumo, varios cientos de pies- lo que
permitía que las compañías petroleras utilizaran perforadoras montadas sobre
embarcaderos extendidos.
Pero la
perforación en aguas profundas, en profundidades que superan los 1.000 pies, es
un tema muy distinto. Necesita plataformas de perforación especializadas,
sofisticadas e inmensamente costosas cuya preparación puede alcanzar miles de
millones de dólares. El Deepwater Horizon, que quedó destruido en el Golfo de
México en abril de 2010 como consecuencia de una explosión, es un ejemplo
bastante típico de este fenómeno. El navío fue construido en 2001 y costó
alrededor de 500 millones de dólares y un millón de dólares al día en equipo y
mantenimiento.
En
parte como consecuencia de estos altos costes, BP tenía prisa en acabar de
trabajar en su malhadado pozo de Macondo y mover el Deepwater Horizon a otro
lugar de perforación. Muchos analistas creen que esas consideraciones
financieras explican la prisa con la que la tripulación del navío selló el
pozo, provocando una fuga de gases que produjeron la consiguiente explosión. BP
tendrá ahora que pagar alrededor de 30.000 millones de dólares más para
satisfacer todas las reclamaciones por el daño causado por el derrame masivo de
petróleo.
Tras el
desastre, la administración Obama impuso una prohibición temporal a las
perforaciones mar adentro. Pero apenas dos años después, las perforaciones en
las aguas profundas del Golfo han vuelto de nuevo a los niveles anteriores al
desastre. El Presidente Obama ha firmado también un acuerdo con México para que
permita las perforaciones en la parte más profunda del Golfo, a lo largo de la
frontera marítima entre EEUU y México.
Mientras
tanto, en otros lugares las perforaciones en aguas profundas se aceleran a toda
marcha. Por ejemplo, Brasil se está moviendo para explotar sus campos “pre-sal”
(denominados así porque se encuentran bajo una capa de sal movediza) en las
aguas del Océano Atlántico, lejos de la costa de Río de Janeiro. Nuevos campos
mar adentro están también desarrollándose de forma parecida en las aguas
profundas frente a Gana, Sierra Leona y Liberia.
.
HASTA
AQUÍ LA PRIMERA PARTE DE LA NOTA.
Para
completar la lectura este es el enlace:
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