GRECIA:
AJUSTE ECONÓMICO
Y SACRIFICIO HUMANO
Fuente:
“La Jornada” de México
(De la página
editorial)
7 de abril de 2012.
El suicidio del
pensionado griego Dimitris Christoulas, ocurrido el pasado miércoles en la céntrica
plaza Syntagma de Atenas, en protesta por los planes de ajuste avalados por el
gobierno de Lukas Papademos, es una síntesis, particularmente trágica, de la
desazón y la impotencia colectiva, del proceso de devaluación humana y de la
explosividad social que ha generado en ese país la aplicación de las políticas
de ajuste económico exigidas por la llamada troika –el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Central Europeo y la Unión Europea–: reducción del sector
público, abatimiento de los niveles salariales y las pensiones, eliminación de
subsidios a tarifas y servicios y desaparición de prestaciones sociales, lo que
ha implicado profundizar el desempleo y provocar una grave caída de los niveles
de ingreso, de consumo y de vida en general.
Ayer, en la capital
griega, las protestas desatadas en respuesta a la autoinmolación de Christoulas
derivaron en nuevos disturbios y enfrentamientos entre policías y
manifestantes, con saldo preliminar de dos heridos y decenas de detenidos. Pero
la violencia y los barruntos de estallido social en la nación helénica no son más
que expresiones sintomáticas de una población reducida, por sus propios
gobernantes y por las autoridades financieras internacionales, a la condición
de carne de cañón para una incierta recuperación macroeconómica.
Hasta ahora, ni los
directivos del FMI ni las autoridades de Bruselas han tomado en cuenta, al
elaborar las recetas de choque para la economía griega, la zozobra y la
precariedad que agobian a millones de habitantes en ese país; por el contrario,
unos y otras siguen exigiendo al gobierno de Atenas que adopte medidas que
implican un sufrimiento adicional de las mayorías: ayer, por ejemplo, el
portavoz del FMI, Gerry Rice, tras afirmar que esa institución se siente
profundamente triste por el suicidio del jubilado griego, pidió a los partidos
políticos de la nación mediterránea mantener su apoyo al programa de reformas
económicas, les recomendó que mantengan en mente los grandes objetivos, y dio,
con ello, una muestra de la hipocresía proverbial del organismo financiero
internacional.
La Grecia contemporánea
es un ejemplo claro de los límites y del carácter desestabilizador e inhumano
del dogma económico vigente. En tiempos de crisis, la aplicación de la
ortodoxia y la disciplina fiscal pregonadas por los organismos financieros
internacionales no sólo devasta la economía, desgarra el tejido social y
desemboca, tarde o temprano, en pérdida de paz y de estabilidad política; también
representa, para amplias franjas de las poblaciones afectadas, el
aniquilamiento de cualquier esperanza de supervivencia –como expresó Dimitris
Christoulas en una carta póstuma– y atenta, en ese sentido, contra la principal
riqueza que puede tener un país: su población.
En la medida en que
las autoridades de Grecia, de Europa y del mundo no reconozcan el potencial
destructivo de las medidas que suelen pregonar como soluciones para las economías
en dificultades, y en tanto no atiendan la raíz del problema –que no es otra
que la persistencia del modelo económico neoliberal que colapsó hace más de
tres años a escala mundial–, seguirán erigiéndose en impulsoras de un
sacrificio humano tan inmoral e inequívoco como el que expresó el pasado miércoles,
en Atenas, el farmacéutico griego Dimitris Christoulas.
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