LAS VERDADES:
EVIDENTES Y ESQUIVAS
Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
Fuente:
“Moncada” Cuba
abril de 2012
.
(*) JORGE GÓMEZ
BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive
en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Ha dicho que “En todas las esferas del saber y
de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla,
...”
Corría el año 1967
que para la Revolución Cubana era de aguda confrontación, intensas luchas y de
un extraordinario debate ideológico, político y teórico que abarcaba a la
izquierda latinoamericana tradicional y a las interpretaciones del marxismo
vigentes en los países del socialismo real cuando, al clausurar la conferencia
de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), Fidel Castro señaló:
“…Ya no aceptamos ningún tipo de verdad
evidente. Las verdades evidentes pertenecen a la filosofía burguesa…”
En esa época
cursaba una escuela para oficiales de las fuerzas armadas donde, entre otras
cosas, estudiábamos filosofía y tratábamos de penetrar en los retruécanos
hegelianos del materialismo dialectico, mientras, muy lejos, Joseph Ratzinger
enseñaba Teología Dogmatica en la universidad de Tubinga, un retiro cuyos muros
medioevales no lo protegían de los aires renovadores de la Década Prodigiosa,
caracterizada por los sucesos de Mayo de 1968, la lucha de los afroamericanos
por los derechos civiles y por los intentos de la izquierda académica que en
Cuba, el occidente del Viejo Continente, incluso en los Estados Unidos,
intentaban realizar una lectura renovadora del marxismo.
Recuerdo que
alguien preguntó a un profesor el sentido de aquellas palabras de Fidel Castro
que no coincidían con los manuales que entonces nos servían de texto.
—No sé que habrá
querido decir el Comandante —explicó el profesor— pero debe tener razón. Y
aunque su crítica estaba dirigida al dogmatismo que coloca a algunos marxistas
en el lado equivocado de la historia, que yo sepa, donde primero se utilizó eso
de las “verdades evidentes” fue en la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos.
En la tarde fui a
la biblioteca, encontré una historia de los Estados Unidos y en efecto allí
estaba la tesis: “ Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que
todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de
ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad…”
Naturalmente nunca
supe si Fidel aludía a aquel texto pero quedé en deuda conmigo mismo debido a
que no pude averiguar por qué las verdades evidentes son burguesas pero guarde
la nota en la memoria y la retomo ahora cuando el líder histórico de la
Revolución, en su más reciente artículo, vuelve a referirse a que: “La búsqueda
de la verdad política siempre será una tarea dura…”
Más que evidente es
obvio que los hombres nacen iguales pero, también lo es que no viven ni mueren
de la misma forma y que las vanguardias políticas no pueden conformarse con
constatar el hecho sino que han de luchar por hacerlo efectivo. La Iglesia que
invita a encontrar la verdad, puede también contribuir a realizarla.
No podía imaginar
entonces que un día vería a Ratzinger convertido en Papa desde unos metros de
distancia y que como parte de los presentes en la misa y de todos los cubanos,
caería bajo los beneficios de sus bendiciones, cosa que agradezco.
A 236 años de su
proclamación, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, una
conmovedora apelación a la libertad y al derecho a luchar para conquistarla, es
todavía uno de los más avanzados documentos políticos jamás escritos y también
uno de los más grandes monumentos a la hipocresía y al oportunismo.
Los prohombres
encabezados por Thomas Jefferson que redactaron aquel tratado y que con
meridiana exactitud inscribieron el derecho a la libertad como un don ligado a
la naturaleza humana al considerarlo como una “verdad evidente” cedieron ante
el reclamo de los delegados procedentes de estados sureños que hicieron
prevalecer sus mezquinos intereses y lograron que se omitieran las referencias
a la esclavitud.
La abyecta
negociación sobre la cual nacieron los Estados Unidos explica por qué tuvieron
que transcurrir 89 años y librarse la Guerra de Secesión para que en 1865 fuera
aprobada la Décima Tercera Enmienda que abolió la esclavitud, no obstante
pasaron otros 103 años para que en 1968 se adoptaran las propuestas de JFK que
pusieron fin a la segregación racial.
En total fueron 192 años de inenarrables
sufrimientos desde que la igualdad, proclamada como “verdad evidente” fuera
realizada en la primera república de la era moderna.
Coincido con
Benedicto XVI en la importancia del debate constructivo en torno a la dialéctica
de la verdad y la libertad. Para buscar la verdad es preciso disfrutar de la
libertad para pensar diferente, para dudar, para investigar y para divulgar los
resultados alcanzados. Tampoco basta con establecer algunas verdades sino que
es preciso luchar para que todos puedan disfrutar de sus dones. Ningún debate
ideológico y ninguna reflexión cultural son posibles ni pertinentes mientras
las mayorías no se hallen en condiciones de poder realizarlas.
Benedicto XVI pudo
marcharse tranquilo, su llamado a tales reflexiones tendrán eco en la sociedad
cubana donde la ilustración y la cultura de las mayorías y el elevado grado de
participación política garantizan la atención a sus palabras. Seguramente los
claustros universitarios donde se explica la teoría de la verdad del
Materialismo Dialectico e Histórico, tendrán mucho que decir, lo que no es
posible garantizar es que concuerden con la Iglesia.
Abrir el diálogo no
significa deponer la diversidad. Allá nos vemos
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