AFORTUNADOS
Escribe
DAVID
BROOKS (*)
Fuente:
“La Jornada” Mx
3
de abril de 2012
.
(*) DAVID BROOKS (Toronto, 11 de agosto de 1961),
periodista canadiense-estadounidense especializado en política. Columnista del
New York Times y PBS, NYT entre otras
Agencias.. Ha sido redactor jefe del
Weekly Standard y colaborador en Newsweek y Atlantic .Corresponsal en Estados
Unidos de “La Jornada” de México. Entre varios otros medios Autor del
bestseller “The Social Animal” (“El animal social”)
.
Los ricos están gozando más que nadie de la recuperación
económica luego de la peor crisis desde la gran depresión; o sea, los mismos
que la provocaron son los más beneficiados con el rescate de la destrucción que
generaron.
Los más ricos de las más ricos son los que gozan más que
todos. Unas 15 mil familias, las que cuentan con ingresos promedio de 23.8
millones de dólares, vieron sus ingresos crecer 21.5 por ciento en 2010 (4.2
millones adicionales). Representan el 0.01 por ciento más rico, y concentraron
más de un tercio (37 por ciento) del incremento de los ingresos en ese año de
recuperación económica.
Los integrantes del famoso 1 por ciento tan identificado
por el movimiento Ocupa Wall Street recaudaron 93 por ciento del ingreso
adicional creado en el país en 2010 sobre 2009, un total de 228 mil millones de
dólares. El 1 por ciento que goza de por lo menos 352 mil dólares en ingresos
anuales y en promedio un millón y pico, tuvo un incremento en su ingreso del
11.6 por ciento (106 mil adicionales).
El 99 por ciento –o sea, todos los demás– se quedó con sólo
7 por ciento del ingreso adicional generado por la recuperación en 2010; esto
es, 80 dólares por persona.
Estos cálculos, de una investigación de los economistas
franceses Thomas Piketty y Emmanuel Saez, que estudiaron los datos oficiales de
tributo hacendario, y resumidos en un artículo de Steven Rattner en el New York
Times, sólo confirman lo que todos sienten a diario: este país hoy es de, para
y por los ricos.
La economía creció 3 por ciento en el último trimestre de
2011, reportó el gobierno la semana pasada, comparado con 1.8 por ciento en el
tercer trimestre de 2011. Pero, como sugieren las tendencias de 2010 –el año más
reciente con cifras completas–, casi todo el tesoro adicional generado se sigue
concentrando en el 1 por ciento más rico.
Robert Reich, ex secretario del Trabajo, profesor e
intelectual público, señala que las recuperaciones económicas recientes han
beneficiado cada vez más a los más ricos. El 1 por ciento obtuvo 45 por ciento
del crecimiento económico durante la presidencia de Bill Clinton en los 90, y
65 por ciento durante los tiempos de su sucesor, George W. Bush. Ahora, con
Barack Obama, obtiene 93 por ciento del incremento en la generación de la
riqueza nacional.
Reich señala que casi nadie más abajo del 10 por ciento más
rico registró una mejora en su ingreso y que, de hecho, la mayoría del 90 por
ciento de abajo hoy es más pobre. El ingreso ajustado promedio fue de 29 mil
840 dólares anuales en 2010, 127 menos que 2009 y casi 5 mil dólares menos que
en 2000. A la vez, las prestaciones otorgadas por patrones también están en
declive; menos trabajadores gozan de seguro de salud y planes de jubilación de
sus empresas.
Por supuesto los ricos son los inversionistas más
grandes, y resulta que la bolsa de valores tuvo un incremento de billón y medio
sólo en el último trimestre de 2011, mientras los del 90 por ciento tienen casi
siempre sus casas como el mayor de sus bienes, pero el valor de sus inmuebles
se ha desplomado más de un tercio desde 2006.
Peor aún: no sólo los incrementos en ingresos se han
concentrado, sino ha habido un traslado masivo de abajo hacia arriba. Andrew
Hacker reporta en la New York Review of Books que, según sus cálculos basados
en el censo oficial, desde 1985 el 60 por ciento de la población de abajo ha
perdido 4 billones de dólares, la mayoría de los cuales se han trasladado al 5
por ciento más rico.
No es casualidad que Estados Unidos sea en este momento
tal vez el país avanzado más desigual del mundo. A pesar de todo, los republicanos en el Congreso y sus
precandidatos presidenciales favorecen hacer aún más marcado este desequilibrio
entre el 1 y el 99 por ciento al presentar propuestas para reducir aún más los
impuestos sobre los más ricos y reducir cada vez más los servicios públicos de
salud, educación y empleo para las grandes mayorías.
Por su parte, el gobierno
de Obama anuncia cada día el gran éxito de sus políticas económicas evidente en
la recuperación, pero, por supuesto, no menciona que benefician casi
exclusivamente a los más ricos.
Todo esto en medio de un ciclo electoral donde la economía
es el tema que determinará casi todo. Con ello, el gran debate es entre las políticas
económicas que benefician a los más ricos con Obama y las de republicanos que
dicen que los ricos se deben beneficiar aún más.
La batalla electoral, por cierto, es financiada por los más
ricos. El gasto de agrupaciones independientes en las elecciones se ha
incrementado más de 108 por ciento en lo que va de este ciclo comparado con los
niveles en 2008. Todos esperan que la inversión de los ricos en esta elección
será la mayor jamás ocurrida (recientemente unos donantes acaudalados se
comprometieron a invertir 100 millones para derrotar a Obama).
A través de
nuevas entidades conocidas como Súper PAC, los ricos pueden donar cantidades
sin límite para favorecer a un partido o un candidato, siempre que la entidad
no coordine sus esfuerzos con una campaña electoral. En 2011 los Súper PAC
recaudaron 62 millones; la mitad de este total provino sólo de 22 donantes.
Las políticas que han transformado la economía y a la
sociedad en este país a favor de los más ricos ahora se aplican a la política.
En el transcurso de las últimas décadas, el poder del dinero concentrado ha
subvertido a las profesiones, destruido a los pequeños inversionistas,
destruido al Estado regulador, corrompido en masa a legisladores y exprimido
repetidamente a la economía. Ahora ha venido por nuestra democracia, afirma
Thomas Frank en un artículo en Harper’s, donde detalla cómo los ricos ahora son
los que seleccionan a los candidatos presidenciales en este país.
Es cada vez más difícil describir este país como una
democracia, a menos que los ricos sean el demos mientras todos los demás sólo
tienen la opción de comprar boletos de lotería para poder ingresar al 1 por
ciento y, con ello, ser admitidos a participar en determinar el destino de su
país. La democracia aparentemente no es gratuita.
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