EL IDEARIO NEOLIBERAL
EN LA ERA DE LA SUPERCHERÍA
Escribe
ALEJANDRO
NADAL (*)
Fuente:
“Sin
Permiso”
31 de
mayo 2012
.
(*)Alejandro Nadal es doctor en Economía
(Université de Paris-X). Periodismo de opinión en Reggio's, artículos, blogs,
documentación, ensayo, periodismo ciudadano. miembro del Consejo Editorial de
SinPermiso, acaba de publicar un importante libro de macroeconomía. Columnista
de “La Jornada” de México y varios otros medios de America y Europa.
La
crisis en Europa ha atravesado varias etapas y ahora ha llegado la fase de la
discusión política. Es la fase que más temen el establishment, el sistema
bancario y las grandes corporaciones y centros de poder. Se nota en la prensa
internacional de negocios. Esta es la etapa más importante porque en ella se
abre la controversia política y los pueblos comienzan a deliberar sobre su
futuro. Recuperan la palabra, la conciencia histórica y piensan su destino. Al
poder establecido le repugna este momento democrático y buscará distorsionarlo
y corromperlo de mil maneras.
Cuando
la crisis comenzó con el colapso inmobiliario en Estados Unidos, la economía
europea fue la primera en sufrir el coletazo. La bursatilización de activos
tóxicos estadounidenses había sido el medio de contagio en el sistema bancario
y financiero europeo. El primer síntoma fue el colapso de los bancos BNP
Paribas (septiembre 2007) y Northern Rock (nacionalizado en febrero 2008). El
congelamiento en el mercado de dinero interbancario hizo lo demás: la correa de
transmisión condujo a una caída en la inversión y la demanda final. La
corrosión en el sector financiero fue seguida de un freno en la actividad de la
economía real (no financiera).
La
segunda fase de la crisis arranca con la caída en el nivel de actividad y la
reducción en los ingresos tributarios. Al mismo tiempo, la coordinación en el
seno del G-20 llevó a un aumento en el gasto público para estimular la economía
y mitigar el efecto de la caída en la demanda agregada. La contracción en los
ingresos tributarios y la expansión en el gasto público se combinaron para
incrementar fuertemente el déficit fiscal.
Como la arquitectura de la unión
monetaria impide al Banco central europeo (BCE) financiar a los gobiernos de la
zona euro, no quedó más remedio que acudir a los mercados financieros, en cuyas
aguas los tiburones están cebados. Por eso esta segunda etapa de la crisis se
presenta para muchos como una crisis de endeudamiento de los gobiernos. Pero
esa no es su verdadera naturaleza.
La
evolución de la crisis no es lineal. Las diversas caras de la crisis coexisten:
la nacionalización de Bankia en España confirma que el sistema bancario en
Europa está dañado y tendrá que seguir en cuidados intensivos. La primera fase
de la crisis no pasó en vano, y la austeridad no sólo no arregla nada sino que
agrava las cosas. La restricción fiscal ya condujo a la recesión y ahora viene
la movilización política para evitar que los daños lastimen a la población
europea.
Inmigrantes desalojados en Barcelona |
Mucho
se ha escrito sobre el triste estado de la teoría económica convencional. No
pudo prever la crisis porque es esencialmente un discurso ideológico y para
hacer la apología del régimen neoliberal lo que menos se quería era hablar de
la inestabilidad intrínseca del capitalismo. Confrontada con el fenómeno del
desempleo esa misma teoría estándar siempre insistió en que la culpa la tenían
los sindicatos y cualquier forma de protección laboral.
Es el mito de la
rigidez de precios que sigue siendo el arma predilecta de propaganda política
neoliberal. Por eso, pasada la primera sorpresa los portavoces del poder
neoliberal recuperaron la iniciativa y relanzaron su discurso en contra del
gasto público y a favor de las reformas estructurales. El neoliberalismo
reconoció rápido la oportunidad para una nueva guerra contra el estado de bienestar.
La contraseña en esta nueva ofensiva es la palabra austeridad.
Los
economistas saben desde hace mucho tiempo que aplicar un régimen de austeridad
en una contracción económica es la mejor receta para hundir una economía en una
depresión. Pero aquí no importa que el diagnóstico sea equivocado y que la
medicina de la austeridad esté contraindicada. Los poderes en la Unión Europea,
en el BCE y en el Fondo monetario internacional (FMI) sólo piensan en rescatar
el programa neoliberal.
El castigo contra los pueblos de Grecia, España,
Portugal e Italia muestra claramente la naturaleza podrida de su proyecto. A
los poderes establecidos no les interesa la democracia, ni los ciudadanos de la
Unión Europea. El pueblo es material gastable porque lo único que cuenta en
este momento es salvar el proyecto neoliberal.
De cara
a las elecciones del 17 de junio, Alexis Tsipras, dirigente de la formación de
izquierda radical Syriza, tiene razón al señalar que el fundamento de Europa es
la democracia y la solidaridad, no un pacto organizado alrededor de los dogmas
de la austeridad fiscal y la estabilidad de precios. No hay que equivocarse,
ésta es la crisis de un modelo económico basado en la especulación y la
explotación, no la crisis del estado de bienestar.
La lucidez de los pueblos
acabará con la superchería neoliberal. La moneda única debe tener otro
fundamento y, en todo caso, no se va a salvar con el dogma de la austeridad
neoliberal y la destrucción del estado de bienestar en Europa. En América y en
Europa, una nueva economía debe construirse sobre las ruinas del proyecto
neoliberal.
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