CÓMO SE HACE PAGAR
SU POBREZA A LOS POBRES
Escribe
BARBARA
EHRENREICH
(*)
Fuente
“Revista
Pueblos”
12 de junio
2012
(*)BARBARA EHRENREICH-- Periodista, ensayista y autora de más de veinte libros en los
que indaga con mordacidad y provocación la realidad social de EE
UU. Ha sido calificada como marxista
sólo por escribir que los Estados Unidos no son una sociedad sin clases. Estudió en el Reed College de Portland, Oregón obteniendo un
doctorado. Activista social estadounidense, su obra ha sido
traducida a varios idiomas. Escribe en”SinPermiso” “Rebelion” entre otros
medios
El
truco consiste en robarles con formas que sean sistemáticas, impersonales y
casi imposibles de localizar en lo que respecta a sus responsables
individuales. Los patronos, por ejemplo, no tienen más que programar sus
ordenadores para rebanarles unos cuantos dólares de cada cheque, o pueden
pedirles a los trabajadores que vayan a trabajar treinta minutos o más antes de
que empiece a contar el reloj.
Los
prestamistas, contando a las principales empresas crediticias, así como a los
prestamistas del día de paga, han adoptado el papel del tradicional usurero de
la esquina, cobrando tasas de interés de locura. Cuando se complementan con intereses
de demora (sujetos a su vez a intereses), la tasa de interés efectivo
resultante puede llegar a ser tan elevada como de un 600% anual, lo que es
perfectamente legal en muchos estados.
No sólo
el sector privado se dedica a explotar a los pobres. Las administraciones
locales están descubriendo que pueden compensar sus ingresos fiscales en
declive gracias a multas, tasas y otros costes impuestos a acusados indigentes,
a menudo por delitos cuya ruindad no va más allá de conducir con un carné
caducado. Y si eso parece una forma ineficaz de sacar dinero, dado el elevado
coste de lo que supone encerrar a la gente, un número creciente de
jurisdicciones han empezado a cobrar a los acusados el coste de los tribunales
y hasta el precio de ocupar una celda.
(…..) A
escala local, sin embargo, la administración opta cada vez más por unirse al
saqueo. En 2009, con un año ya de Gran Recesión, empecé a oír quejas de
activistas comunitarios sobre umbrales cada vez más agresivos a la hora de
hacer cumplir la ley en zonas de bajos ingresos. Tira una colilla y te
detendrán por ensuciar; vacíate los bolsillos a petición de un agente de
policía en cualquier control de parar y cachear y acabarás esposado por unos
restos de marihuana. Cada una de estas infracciones puede tener como resultado
una multa, como mínimo, de tres cifras.
Y la
cifra de posibles infracciones que suponen cárcel y/o a multas se ha ido
multiplicando temerariamente. Por todo el país – de California y Tejas a
Pensilvania – condados y municipalidades han ido endureciendo las leyes contra
el absentismo escolar y ampliando el cumplimiento de la ley, llegando a veces
incluso hasta a esposar niños encontrados en las calles en horario escolar.
En la
ciudad de Nueva York es ahora delito poner los pies encima de un asiento del
metro, aunque el resto del vagón esté vacío, y una mujer de Carolina del Sur
pasó seis días en la cárcel cuando no pudo pagar una multa de 480 dólares por
el delito de tener el "patio en desorden". Algunas ciudades, – muy
recientemente, Houston y Filadelfia – han convertido en delito compartir comida
con indigentes en lugares públicos.
Ser
pobre no es en sí mismo un delito de momento, pero al menos en un tercio de los
estados, tener deudas puede acabar contigo en la cárcel. Si un acreedor como un
casero o una empresa de tarjetas de crédito consigue una citación judicial
dirigida a ti y no compareces en la fecha prevista en el juzgado, se emite una
orden judicial de detención. Y es fácil pasar por alto una citación judicial,
que puede haberse enviado a una dirección errónea o, en el caso de un
repartidor negligente, que se tire simplemente a la basura – una práctica tan
común que el sector tiene incluso una denominación para ello: "servicio de
alcantarilla”.
(…) Cada
uno de estos delitos, neo-delitos y pseudo-delitos conlleva penas financieras,
así como la amenaza de un periodo de cárcel, pero la cantidad de dinero que así
se les saca a los pobres resulta endemoniadamente difícil de determinar.
Ninguna agencia central rastrea la aplicación de la Ley a escala local, y los
registros municipales pueden ser casi deliberadamente superficiales.
Nadie
se arriesgaría a llevar a cabo una estimación de la pena financiera media de
una falta, aunque los expertos a los que he entrevistado afirmaron todos que la
cantidad suele estar generalmente en "cientos de dólares". Si tiramos
extremadamente por lo bajo, unos 200 dólares por falta, y tenemos en cuenta que
el 80-90% de los delitos los cometen personas que son oficialmente indigentes,
entonces loas administraciones locales están utilizando el cumplimiento de la
Ley para sacarles o intentar sacarles anualmente a los pobres al menos 2.000
millones de dólares anuales.
Y eso
no es más que una pequeña fracción de lo que a las administraciones les
gustaría recaudar de los pobres. Katherine Beckett, socióloga de la Universidad
de Washington, estima que los "padres aprovechados" (y madres) deben
105.000 millones de dólares en pagos atrasados para manutención de los hijos,
la mitad de los cuales se adeudan a la administración de los estados como
reembolso de pagos anteriores de asistencia social a los niños. Sí, los padres
tienen una obligación moral con sus hijos, pero la gran mayoría de quienes
deben la manutención de sus hijos son indigentes.
Los
intentos de recaudar entre los que ya son pobres pueden ser despiadados y a
menudo, se podría pensar, contraproducentes. La mayoría de los estados
confiscan los permiso de conducir de la gente que adeuda la manutención de los
hijos, con lo que prácticamente garantizan que no podrán trabajar. Michigan
acaba de empezar a suspender los permisos de conducir de quienes deben dinero
de tickets de aparcamiento. En Las Cruces, Nuevo México, acaba de aprobarse una
ley que castiga a la gente que tiene sin pagar multas de tráfico vencidas
cortándoles el agua, gas y alcantarillado.
Una vez
cae una persona en las garras del sistema de justicia criminal, encontramos el
tipo sadismo de payasada familiar a los espectadores de Wipeout [programa
televisivo en el que los participantes se someten a pruebas hilarantes e
humillantes que suelen acabar con ellos en el barro o en el agua]. Muchos
tribunales imponen costas sin determinar si el acusado puede pagarlas o no, y
el privilegio de disponer de un plan de pagos también cuesta en si mismo
dinero.
En un
estudio de de quince estados, el Brennan Center for Justice de la Universidad
de Nueva York descubrió que catorce de ellos tenían jurisdicciones que imponen
"penas de pobreza" de hasta 300 dólares para aquellos que no pueden
pagar sus tasas y multas, más las tasas de demora y "tasas de
recaudación" para quienes precisan plazos de pago. Si se impone alguna
pena que conlleve un periodo de prisión, también eso cuesta dinero,
Las
actividades depredadoras de las administraciones municipales le dan un nuevo
sentido a esa frase cansina de "el ciclo de la pobreza". La gente
pobre tiene bastantes más probabilidades de meterse en líos con la Ley, ya sea
porque no paga las multas o porque incurra en la ira de un acreedor del sector
privado como un casero o un hospital..
Una vez
se te considera delincuente, ya puedes ir diciéndole adiós a lo que te quede de
recursos. No solo te enfrentarás al coste de los tribunales antes mencionado
sino que te será difícil volver a conseguir un empleo una vez tengas historial delictivo.
Y luego, por supuesto, cuanto más pobre te vuelves, más probabilidades tienes
de meterte otra vez en líos con la Ley, haciendo de esto menos un
"ciclo" y más un tobogán al infierno. Cuanto más desciendes, más
rápido caes, hasta que acabas por último en las calles y te trincan por una
falta como orinar en público o dormir en la acera.
Podría
proponer toda clase de medidas políticas para frenar la depredación de los
pobres. Deberían restablecer los límites a la usura. Habría que tomarse en
serio el robo también cuando lo cometen patronos millonarios. No debería
meterse a nadie en la cárcel por deudas o sangrarle un dinero al que no tiene
posibilidad de acceder. Esto no tiene mucha discusión y debería tener
preferencia sobre cualquier cosa que se diga a largo plazo acerca de generar
empleo o fortalecer las redes de seguridad.
Antes
de que podamos "hacer algo" por los pobres, hay ciertas cosas que
tenemos que dejar de hacerles.
SACADO
DE CONTEXTO – LA NOTA COMPLETA AQUÍ:






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