¿CUÁL DE LOS DOS MODELOS
PRODUCE FELICIDAD?
Escribe
FREI BETTO (*)
Publica "Rebelión"
25 de agosto 2012
(*)Carlos Alberto Libânio Christo (FREI BETTO –1944)
Fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación. Es autor de más de 50
libros y de más de 20 Premios a su obra. En 1966, en dictadura fue encarcelado
y torturado. En 1966 paso 4 años en la cárcel militar. Al ser liberado se mudo
a una favela de São Paulo. Allí conocio a Lula da Silva. Es su amigo personal y
de Leonardo Boff. En los años ’80 empezó a asesorar a algunos «países
socialistas» sobre las relaciones Iglesia-Estado. Viajó a Cuba, Checoslovaquia,
China, la Unión Soviética, Nicaragua y Polonia Autor de “Diario de Fernando. En
las cárceles de la dictadura militar brasileña”, “Un hombre llamado Jesús”,
entre otros libros.
Al
viajar por el Oriente, mantuve contacto con los monjes del Tibet, en Mongolia,
Japón y China.
Eran hombres serenos, solícitos, reflexivos y
en paz con sus mantos de color azafrán.
El otro día, observaba el movimiento del
aeropuerto de San Pablo: la sala de espera llena de ejecutivos con teléfonos
celulares, preocupados, ansiosos, generalmente comiendo más de lo que debían.
Seguramente, ya habían desayunado en sus
casas, pero como la compañía aérea ofrecía otro café, todos comían vorazmente.
Aquello me hizo reflexionar: "¿Cuál de
los dos modelos produce felicidad?"
Me encontré con Daniela, de 10 años, en el
ascensor, a las 9 de la mañana, y le pregunté: "¿No fuiste a la escuela?" Ella respondió: "No, voy por la
tarde."
Comenté: "Qué bien, entonces por la
mañana puedes jugar, dormir hasta más tarde."
"No", respondió ella, "tengo
tantas cosas por la mañana..."
"¿Qué cosas?", le pregunté.
"Clases de inglés, de baile, de pintura,
de natación", y comenzó a detallar su agenda de muchachita robotizada.
Me
quedé pensando: "Qué pena, que Daniela no dijo: "¡Tengo clases de
meditación!"
Estamos
formando súper-hombres y súper-mujeres, totalmente equipados, pero
emocionalmente infantiles.
Una
ciudad progresista del interior de San Pablo tenía, en 1960, seis librerías y
un gimnasio; hoy tiene sesenta gimnasios y tres librerías!
No
tengo nada contra el mejoramiento del cuerpo, pero me preocupa la desproporción
en relación al mejoramiento del espíritu. Pienso que moriremos esbeltos:
"¿Cómo estaba el difunto?". "Oh, una maravilla, no tenía nada de
celulitis!"
Pero
cómo queda la cuestión de lo subjetivo? De lo espiritual? Del amor?
Hoy, la
palabra es "virtualidad". Todo es virtual. Encerrado en su
habitación, en Brasilia, un hombre puede tener una amiga íntima en Tokio, sin
ninguna preocupación por conocer a su vecino de al lado! Todo es virtual. Somos
místicos virtuales, religiosos virtuales, ciudadanos virtuales. Y somos también
éticamente virtuales...
La
palabra hoy es "entretenimiento"; el domingo, entonces, es el día
nacional de la imbecilidad colectiva.
Imbécil
el conductor, imbécil quien va y se sienta en la platea, imbécil quien pierde
la tarde delante de la pantalla.
Como la
publicidad no logra vender felicidad, genera la ilusión de que la felicidad es
el resultado de una suma de placeres: "Si toma esta gaseosa, si usa estas
zapatillas, si luce esta camisa, si compra este auto, usted será feliz!"
El
problema es que, en general, no se llega a ser feliz! Quienes ceden,
desarrollan de tal forma el deseo, que terminan necesitando un analista. O de
medicamentos. Quienes resisten, aumentan su neurosis.
El gran
desafío es comenzar a ver cuán bueno es ser libre de todo ese condicionamiento
globalizante, neoliberal, consumista. Así, se puede vivir mejor. Para una buena
salud mental son indispensables tres requisitos: amistades, autoestima y
ausencia de estrés.
Hay una
lógica religiosa en el consumismo post-moderno.
En la
Edad Media, las ciudades adquirían status construyendo una catedral; hoy, en
Brasil, se construye un shopping-center.
Es
curioso, la mayoría de los shopping-center tienen líneas arquitectónicas de
catedrales estilizadas; a ellos no se puede ir de cualquier modo, es necesario
vestir ropa de misa de domingo. Y allí dentro se siente una sensación
paradisíaca: no hay mendigos, ni chicos de la calle, ni suciedad...
Se
entra en esos claustros al son gregoriano post-moderno, aquella musiquinha de
esperar dentista.
Se
observan varios nichos, todas esas capillas con venerables objetos de consumo,
acolitados por bellas sacerdotisas.
Quienes
pueden comprar al contado, se sienten en el reino de los cielos.
Si debe
pagar con cheque post-datado, o a crédito se siente en el purgatorio.
Pero si
no puede comprar, ciertamente se va a sentir en el infierno...
Felizmente,
terminan todos en una eucaristía post-moderna, hermanados en una misma mesa,
con el mismo jugo y la misma hamburguesa de Mac Donald...
Acostumbro
a decirles a los empleados que se me acercan en las puertas de los negocios:
"Sólo estoy haciendo un paseo socrático". Delante de sus miradas
espantadas, explico: "Sócrates, filósofo griego, también gustaba de
descansar su cabeza recorriendo el centro comercial de Atenas. Cuando
vendedores como ustedes lo asediaban, les respondía: ..."Sólo estoy
observando cuántas cosas existen que no preciso para ser feliz”.
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