EXTRACTIVISMO
EN
CONTRADICCIÓN
Escribe
FEDERICO KOELLE D.
(Ambientalista-ecologista popular)
Publicado en CEPRID
(Movimiento Generacion 80)
(SACADO de CONTEXTO)
(………)
No han desarrollado una nueva posición latinoamericana, lo
que es particularmente asombroso entre los sociólogos, quienes todavía no
asumen el significado de la dimensión ambiental, reduciendo lo ambiental a
problemas de basura, árboles y otros elementos ambientales menores, dejando a
un lado aspectos fundamentales como lo es la relación ser humano – naturaleza.
¿Cuál sociólogo trata sobre los derechos de la naturaleza?
(......…)
Parece que problemas altisonantes, como Cambio Climático y
Economía Verde, les llama mediáticamente la atención, cuando ellos deberían
asumir asuntos de fondo, como lo es la proyección socioambiental, en una nueva
era ambiental, en trilogía con la economía y sociología. Cuando de la economía
surgió la sociología ocurrió algo similar, la negación de la sociología; ahora
lo es la ecología.
La integración latinoamericana, dentro de un esquema de
segunda “liberación nacional”, algo como el modelo chino, en las condiciones
actuales no puede sino significar la formación de otro bloque mercantilista
dentro de la geopolítica global. Tal bloque latinoamericano sería solo un
escalón hacia otra etapa - “un socialismo latinoamericano”.
Mientras que se organicen los pueblos latinoamericanos y
formen sólidas plataformas políticas para asumir el poder e instalar el
socialismo se tendrá que ver de qué manera los burgueses latinoamericanos de la
“liberación nacional” puedan pelearse su espacio global.
Es de verse si pueden surgir transnacionales
“latinoamericanas” no manejadas por accionistas gringos, ni por Wall Street.
Así como se comportan las burguesías de todo el mundo, esa pelea involucraría
cruentas guerras imperiales para defender el territorio latinoamericano de
invasiones yanquis, europeas o chinas.
(…….)
El consumismo “avanzado” solo es factible con el
extractivismo, el mismo extractivismo que ha generado las supuestas “riquezas”
de los países industrializados, con la división internacional del trabajo que
él mismo denuncia. Con esta estrecha visión plantea que el ambientalismo es un
artificio imperialista para armar una contradicción aparente al extractivismo y
que de fondo solo aporta a que los recursos naturales sean protegidos para que
las transnacionales los puedan saquear.
Al mismo tiempo,
critica que los países “progresistas” latinoamericanos se están entregando a
las transnacionales, de lo que se entiende que, según Paz, está en juego una
trilogía de: ambientalistas – gobiernos “progresistas” – corporaciones
transnacionales. Vamos a aclarar esta confusión.
Sabemos lo que son las transnacionales y los gobiernos
“progresistas”, pero ¿qué es lo que se entiende bajo “ambientalismo”? Es donde
se crea un profundo desentendimiento. Tal vez, lo más sencillo para diferenciar
categorías de ambientalismos, es señalar dos tipos: el ambientalismo-ecologismo
popular y el ambientalismo burgués-imperialista. Para eso, primero hay que
entender lo que involucra la dimensión ambiental.
Si observamos el
proceso moderno del ambientalismo, que comenzó con la identificación
documentada de los límites de crecimiento del sistema capitalista (ratificando
lo que Carlos Marx ya demostró científicamente hace más de 100 años) hace 45
años por el Club de Roma, luego el informe Brundtland y las Cumbres de la
Tierra, que vinculan estos límites a la destrucción de la naturaleza, lo
ambiental es contemporáneamente, luego de lo económico y social, la tercera
dimensión de la sociedad humana y atraviesa todos sus estamentos. ¿Qué hacer
frente a la destrucción planetaria causada por el sistema capitalista y la
amenaza a la sobrevivencia del ser humano?
El ambientalismo-ecologismo popular plantea en su ecología
política el cambio profundo del modo de producción y de vida, que es la causa
fundamental del desastre planetario ecológico, social y económico
contemporáneo. Otro aspecto crucial de esta posición es la convivencia armónica
del ser humano con la naturaleza, donde se respetan mutuamente los derechos
humanos y los derechos de la naturaleza.
El ambientalismo burgués-imperialista, en cambio, sostiene
la mitigación de los impactos del modo producción y de vida actual; producir lo
mismo pero “limpio” como dicen. En esta posición el ambientalismo burgués se
enreda continuamente, como lo demuestra todo el debacle del “Cambio Climático”
y de la “Economía Verde”, dejando al descubierto sus verdaderas intenciones de
permanecer en el poder global y seguir expoliando vilmente a los pueblos, como
lo demostraron las cumbres ambientales de Kopenhagen y la reciente de Río20+.
(………)
En actuales condiciones, invitar a las transnacionales es
entregar nuestro bien público a los gringos y chinos, y dejarnos huesos pelados
con todo lo que significa su tecnología química-transgénica destructora. ¿De
qué sirve atender precariamente a las “otras contradicciones fundamentales” que
menciona Paz con el poco dinero que dejan las transnacionales si esto
compromete un futuro de pobreza para nuestros hijos y nietos? ¿Acaso sociología
es sólo ver el momento cortoplacista? ¿Acaso construimos un país digno y
sustentable sobre servicios sociales paternalistas e insustentables del Estado?
Aunque no sean los gringos o chinos, igualmente es
reprochable que empresas latinoamericanas se prestan al mercantilismo
destructivo del sistema mundial consumista burgués. Igual van a despilfarrar
las riquezas, mientras que la pobreza sigue rampante en todo el planeta. El
ambientalismo-ecologismo popular plantea que el Patrimonio Natural debe servir
para construir un nuevo modo de vida, con una economía solidaria que otorga
soberanía alimentaria generacional.
Solo así tiene
sentido el “uso interno endógeno” que menciona Paz. De nada nos sirve el
“nacionalismo defensivo con proyecciones de fortalecer la economía estatal y social”
si se sigue con el modo de producción destructor y el modo de vida consumista
burgués, ya que ello sólo “permite una mejor redistribución de las riquezas y
los excedentes” para la élite privilegiada, como la situación en el mundo lo
demuestra por doquier.
De nada nos servirá la “independencia economía, soberanía
política y participación de las masas” si Latinoamérica sigue con este modelo
destructor. El “uso interno de los recursos naturales en procesos de
industrialización avanzada” (Paz) solo puede significar el desmantelamiento de
la gran industria y de los sistemas químicos-transgénicos, construir una nueva
era posindustrial, algunos dicen “de conocimiento”, basada en el empoderamiento
comunitario de sus vidas, la pequeña y mediana producción solidaria y la
soberanía alimentaria en estrecha convivencia armónica con la naturaleza.
Superemos
contradicciones, como esta: por un lado ataca al extractivismo y a los
gobiernos que se entregan a las transnacionales (igual que lo hacen los ambientalistas-ecologistas
populares), por otro indica que los opositores al extractivismo abortan “los
procesos de avance social y económico que se consiguieron en la última década”.
Esta parece ser una contradicción fundamental de los “progresistas” e “izquierdistas”
latinoamericanos frente a los necesarios procesos de cambio revolucionario en
la era ambiental.
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