martes, 21 de agosto de 2012

EL AMBIENTALISMO-ECOLOGISMO PLANTEA EN SU POLÍTICA CAMBIO DEL MODO DE PRODUCCIÓN Y DE VIDA


EXTRACTIVISMO 
EN CONTRADICCIÓN

Escribe
FEDERICO KOELLE  D.
(Ambientalista-ecologista popular)
Publicado en CEPRID
(Movimiento Generacion 80)
(SACADO de CONTEXTO)
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No han desarrollado una nueva posición latinoamericana, lo que es particularmente asombroso entre los sociólogos, quienes todavía no asumen el significado de la dimensión ambiental, reduciendo lo ambiental a problemas de basura, árboles y otros elementos ambientales menores, dejando a un lado aspectos fundamentales como lo es la relación ser humano – naturaleza. ¿Cuál sociólogo trata sobre los derechos de la naturaleza?

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Parece que problemas altisonantes, como Cambio Climático y Economía Verde, les llama mediáticamente la atención, cuando ellos deberían asumir asuntos de fondo, como lo es la proyección socioambiental, en una nueva era ambiental, en trilogía con la economía y sociología. Cuando de la economía surgió la sociología ocurrió algo similar, la negación de la sociología; ahora lo es la ecología.

La integración latinoamericana, dentro de un esquema de segunda “liberación nacional”, algo como el modelo chino, en las condiciones actuales no puede sino significar la formación de otro bloque mercantilista dentro de la geopolítica global. Tal bloque latinoamericano sería solo un escalón hacia otra etapa - “un socialismo latinoamericano”. 

Mientras que se organicen los pueblos latinoamericanos y formen sólidas plataformas políticas para asumir el poder e instalar el socialismo se tendrá que ver de qué manera los burgueses latinoamericanos de la “liberación nacional” puedan pelearse su espacio global. 

 Es de verse si pueden surgir transnacionales “latinoamericanas” no manejadas por accionistas gringos, ni por Wall Street. Así como se comportan las burguesías de todo el mundo, esa pelea involucraría cruentas guerras imperiales para defender el territorio latinoamericano de invasiones yanquis, europeas o chinas.

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El consumismo “avanzado” solo es factible con el extractivismo, el mismo extractivismo que ha generado las supuestas “riquezas” de los países industrializados, con la división internacional del trabajo que él mismo denuncia. Con esta estrecha visión plantea que el ambientalismo es un artificio imperialista para armar una contradicción aparente al extractivismo y que de fondo solo aporta a que los recursos naturales sean protegidos para que las transnacionales los puedan saquear.

 Al mismo tiempo, critica que los países “progresistas” latinoamericanos se están entregando a las transnacionales, de lo que se entiende que, según Paz, está en juego una trilogía de: ambientalistas – gobiernos “progresistas” – corporaciones transnacionales. Vamos a aclarar esta confusión.

Sabemos lo que son las transnacionales y los gobiernos “progresistas”, pero ¿qué es lo que se entiende bajo “ambientalismo”? Es donde se crea un profundo desentendimiento. Tal vez, lo más sencillo para diferenciar categorías de ambientalismos, es señalar dos tipos: el ambientalismo-ecologismo popular y el ambientalismo burgués-imperialista. Para eso, primero hay que entender lo que involucra la dimensión ambiental.

 Si observamos el proceso moderno del ambientalismo, que comenzó con la identificación documentada de los límites de crecimiento del sistema capitalista (ratificando lo que Carlos Marx ya demostró científicamente hace más de 100 años) hace 45 años por el Club de Roma, luego el informe Brundtland y las Cumbres de la Tierra, que vinculan estos límites a la destrucción de la naturaleza, lo ambiental es contemporáneamente, luego de lo económico y social, la tercera dimensión de la sociedad humana y atraviesa todos sus estamentos. ¿Qué hacer frente a la destrucción planetaria causada por el sistema capitalista y la amenaza a la sobrevivencia del ser humano?

El ambientalismo-ecologismo popular plantea en su ecología política el cambio profundo del modo de producción y de vida, que es la causa fundamental del desastre planetario ecológico, social y económico contemporáneo. Otro aspecto crucial de esta posición es la convivencia armónica del ser humano con la naturaleza, donde se respetan mutuamente los derechos humanos y los derechos de la naturaleza.

 El ambientalismo burgués-imperialista, en cambio, sostiene la mitigación de los impactos del modo producción y de vida actual; producir lo mismo pero “limpio” como dicen. En esta posición el ambientalismo burgués se enreda continuamente, como lo demuestra todo el debacle del “Cambio Climático” y de la “Economía Verde”, dejando al descubierto sus verdaderas intenciones de permanecer en el poder global y seguir expoliando vilmente a los pueblos, como lo demostraron las cumbres ambientales de Kopenhagen y la reciente de Río20+.

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En actuales condiciones, invitar a las transnacionales es entregar nuestro bien público a los gringos y chinos, y dejarnos huesos pelados con todo lo que significa su tecnología química-transgénica destructora. ¿De qué sirve atender precariamente a las “otras contradicciones fundamentales” que menciona Paz con el poco dinero que dejan las transnacionales si esto compromete un futuro de pobreza para nuestros hijos y nietos? ¿Acaso sociología es sólo ver el momento cortoplacista? ¿Acaso construimos un país digno y sustentable sobre servicios sociales paternalistas e insustentables del Estado?

Aunque no sean los gringos o chinos, igualmente es reprochable que empresas latinoamericanas se prestan al mercantilismo destructivo del sistema mundial consumista burgués. Igual van a despilfarrar las riquezas, mientras que la pobreza sigue rampante en todo el planeta. El ambientalismo-ecologismo popular plantea que el Patrimonio Natural debe servir para construir un nuevo modo de vida, con una economía solidaria que otorga soberanía alimentaria generacional.

 Solo así tiene sentido el “uso interno endógeno” que menciona Paz. De nada nos sirve el “nacionalismo defensivo con proyecciones de fortalecer la economía estatal y social” si se sigue con el modo de producción destructor y el modo de vida consumista burgués, ya que ello sólo “permite una mejor redistribución de las riquezas y los excedentes” para la élite privilegiada, como la situación en el mundo lo demuestra por doquier.

De nada nos servirá la “independencia economía, soberanía política y participación de las masas” si Latinoamérica sigue con este modelo destructor. El “uso interno de los recursos naturales en procesos de industrialización avanzada” (Paz) solo puede significar el desmantelamiento de la gran industria y de los sistemas químicos-transgénicos, construir una nueva era posindustrial, algunos dicen “de conocimiento”, basada en el empoderamiento comunitario de sus vidas, la pequeña y mediana producción solidaria y la soberanía alimentaria en estrecha convivencia armónica con la naturaleza.

 Superemos contradicciones, como esta: por un lado ataca al extractivismo y a los gobiernos que se entregan a las transnacionales (igual que lo hacen los ambientalistas-ecologistas populares), por otro indica que los opositores al extractivismo abortan “los procesos de avance social y económico que se consiguieron en la última década”. Esta parece ser una contradicción fundamental de los “progresistas” e “izquierdistas” latinoamericanos frente a los necesarios procesos de cambio revolucionario en la era ambiental.

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