lunes, 27 de agosto de 2012

EL EURO ESTÁ EN BUEN ESTADO DE SALUD EMPEORA EL BIENESTAR DE LA POBLACIÓN EN ESOS PAÍSES.


EL EURO NO TIENE PROBLEMAS;

LAS CLASES POPULARES SÍ

Escribe
VICENÇ NAVARRO (*)
Fuente: “Público.es”
Publicó “Rebelion”
27 de agosto 2012
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(*) Vicenç Navarro (Barcelona, 1937) se licenció en Medicina y Cirugía en la Universidad de Barcelona en 1962, pero no ejerció, dedicándose al Ensayo y la política social. Escritor, periodista. Sociólogo, politólogo y economista español. Es Catedrático de Políticas Públicas y de Economía Aplicada en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Autor entre otros libros de "La lucha de clases continúa siendo esencial". Es una referencia para la socialdemocracia.  

Una de las frases frecuentemente repetida en los círculos económicos en Estados Unidos (y en menor medida en Europa) es “el euro va a desaparecer”. Las personas que repiten esa frase una y otra vez parecen ignorar cómo se fundó el euro, por quién y para beneficio de quién. Si supieran la historia del euro, se habrían dado cuenta de que a las fuerzas principales que hay detrás del euro les ha ido muy bien y así les sigue yendo. Mientras ellos sigan beneficiándose de la existencia del euro, el euro va a seguir existiendo.

Empecemos con la historia del euro y la razón principal de su creación. Después de la caída del Muro de Berlín, parecía que la Alemania Oriental y la Occidental podrían reunificarse y, como era el deseo del establishment de Alemania Occidental, volver a ser, de nuevo, una Alemania unida. Esta posibilidad no era del agrado de la Europa democrática. En dos ocasiones en el siglo XX, la mayoría de los países europeos tuvieron que ir a la guerra para detener las ansias expansionistas de la Alemania Unida. Los gobiernos europeos no estaban contentos de ver a la Alemania del post-nazismo reunificada. El presidente de Francia, François Mitterrand llegó a decir irónicamente que: “Amo a Alemania tanto que prefiero ver dos Alemanias en lugar de una.”

La única alternativa para los gobiernos de la Europa democrática era asegurarse que la Alemania unida no se convirtiera en un país aislado en frente de todos los demás. Alemania tenía que integrarse a Europa. Tenía que ser europeizada. Mitterrand pensaba que una manera de hacerlo era reemplazar la moneda alemana, el marco, por una nueva moneda europea, el euro. Así es cómo se planeó integrar la Alemania unificada del post-nazismo a la Europa democrática.

El establishment alemán puso dos condiciones para aceptar la sustitución del marco alemán por el euro. Una condición fue establecer una autoridad financiera, el Banco Central Europeo, el BCE, que gestionara el euro con el único objetivo de mantener la inflación baja. El BCE debía estar bajo la fuerte influencia (es decir, bajo el control) del Banco Central de Alemania, el Bundesbank. La otra condición era establecer el Pacto de Estabilidad, que impone la disciplina financiera a los Estados miembros de la Eurozona. Sus déficits públicos tendrían que mantenerse por debajo del 3% de su PIB, incluso en momentos de recesión.

Para entender por qué los otros países aceptaron estas condiciones, uno tiene que entender que el neoliberalismo (que se inició con el presidente Ronald Reagan en los Estados Unidos y con la primer ministro Margaret Thatcher en el Reino Unido) era la ideología dominante en esos países. Un objetivo importante dentro de ese dogma neoliberal era reducir el papel del Estado tanto como fuera posible, fomentar la financiación privada y restar importancia a la demanda doméstica como la manera de estimular la economía. En este punto de vista, el principal motor de la economía debía ser el crecimiento de las exportaciones. Éstas son las raíces del problema, no del euro, que está en buen estado de salud, sino del empeoramiento del bienestar de la población en esos países.

EL BANCO CENTRAL EUROPEO 
NO ES UN BANCO CENTRAL
¿Qué hace un Banco Central? Entre otras cosas imprimir dinero y, con ese dinero, comprar bonos públicos del Estado, asegurándose que las tasas de interés de esos bonos son razonables y no llegan a ser excesivas. Un Banco Central protege a los Estados contra la especulación de los mercados financieros. El BCE, sin embargo, no lo hace. Las tasas de interés sobre la deuda pública de los Estados, en algunos países, se ha disparado debido a que el BCE no ha comprado deuda pública desde hace bastante tiempo. España e Italia son plenamente conscientes de ello.

 Lo que hace el BCE, sin embargo, es prestar un montón de dinero a los bancos privados a una tasa de interés muy baja (inferior al 1%) y con este dinero compran bonos públicos emitidos a un interés muy alto (6% a 7% en Italia y España). ¡Se trata de una oferta fantástica para estos bancos! Desde el pasado mes de diciembre, el BCE ha prestado más de 1 billón de euros a los bancos privados, la mitad (500.000 millones de euros) a los bancos españoles e italianos. Esta transferencia de fondos públicos (el BCE es una institución pública) para el sector financiero privado se justifica argumentando que esta ayuda era necesaria para salvar a los bancos y, por tanto, asegurar el crédito que se ofrece a la pequeña y mediana empresa y a las familias. Este crédito, sin embargo, no ha aparecido y tanto los individuos como las medianas y pequeñas empresas siguen teniendo dificultades para obtenerlo.

En ocasiones, el BCE compra bonos públicos en los mercados secundarios de los Estados que están en problemas, pero los compra de manera casi clandestina, en dosis muy pequeñas y por períodos muy cortos de tiempo. Los mercados financieros son conscientes de esta situación. Esta es la razón por la que los intereses de los bonos públicos bajan, cuando el BCE los compra, pero luego vuelven a subir, siendo así muy difícil para los Estados poder mantener bajos los intereses de su deuda pública. El BCE debería anunciar abiertamente que no permitirá que el interés de los bonos públicos sobrepase un cierto nivel, lo que haría imposible para los mercados financieros poder especular con ellos. Pero el BCE no lo hace, dejando a los Estados sin protección frente a los mercados financieros.

En esta situación, el argumento de que España e Italia deben reducir su déficit público para recuperar la confianza de los mercados financieros no es creíble. España ha estado reduciendo su déficit público, mientras que los intereses de su deuda pública ha ido en aumento, lo que demuestra que es el BCE, no los mercados financieros, quien determina el valor de la tasa de los intereses de la deuda.

¿QUIÉN CONTROLA
 EL SISTEMA FINANCIERO EUROPEO?
En teoría, se suponía que el BCE era el gerente del euro. Pero quien realmente controla el Euro y el sistema financiero europeo es el Bundesbank, el Banco Central alemán. Se diseñó de esa manera, como he señalado anteriormente. Pero ha habido otro hecho que ha incrementado el control del sistema financiero europeo por el Bundesbank y los bancos alemanes: el conjunto de decisiones tomadas por el gobierno alemán, en concreto por el gobierno de Schroeder socialdemócrata (Agenda 2010), y continuada por los gobiernos conservadores de Merkel, que hicieron hincapié en el sector exportador como el principal motor de economía. 

Oskar Lafontaine, el ex ministro de Finanzas de Schroeder, quería situar la demanda doméstica como el principal motor de la recuperación económica alemana. Para ello propuso aumentar los salarios y el gasto público. Él perdió y dejó el partido socialdemócrata, formando un nuevo partido, Die Linke (La Izquierda), y ganó Schroeder (que ahora trabaja para una industria orientada a la exportación). Como consecuencia de que la actividad económica centró el énfasis en las exportaciones (la mayoría a la zona del euro), los bancos alemanes acumularon una enorme cantidad de euros. 

En lugar de utilizar estos euros para aumentar los salarios de los trabajadores alemanes (lo que habría estimulado no sólo la economía alemana, sino la economía europea en su conjunto), los bancos alemanes optaron por exportar euros, invirtiéndolos en la periferia de la zona euro. Esa inversión fue la causa de la burbuja inmobiliaria en España. Sin el dinero alemán, los bancos españoles no podrían haber financiado esta burbuja, basada en una especulación enorme. (CONTINUA)

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