URUGUAY:
EL ERROR DEL
COMPAÑERO
ESTEBAN VALENTI
Nadie
puede poner en duda la capacidad periodística de Esteban Valenti. Su portal Uypress, hoy es una herramienta para el
conocimiento.
Allí me
entero, por ejemplo de la “herencia maldita” en Víctor Hugo Morales, que
seguramente tendrá sus “descargos”, Dios le ayude con su conciencia.
Pero no
es esto lo que nos interesa, si comentar una brillante nota periodística sobre
el tema de la herencia maldita que nos dejaron Partidos políticos blancos y
colorados. (En la dictadura además de los militares también estuvieron los
blancos y los colorados y algunos otros).Seguidamente la nota, publicada el 30
de julio ppdo. En “Uypress”.
JORGE ANICETO MOLINARI
.
LA
HERENCIA MALDITA
Escribe
ESTEBAN
VALENTI (*)
30 de
julio de 2012
(*)ESTEBAN VALENTI nació
en Italia en 1948, ese mismo año emigra con su familia a Argentina. En. 1961 se
radica en Uruguay. evalenti@tips.org.uy , es
periodista,comunicador. Coordinador de Bitácora, publicación semanal del diario
La República, Montevideo. Dirige Agencia de Noticias UYPRESS. Escritor. Tiene
en su haber varios libros exitosos sobre la realidad nacional.
«Hay
una palabra que asusta, enloquece, enoja, abruma, encrespa los ánimos de los
dirigentes blancos y colorados de todas las generaciones: herencia. Ellos
gobernaron durante 170 años, 20 años después de la dictadura, se fueron casi
por la ventana con una estrepitosa caída de los votos, pero no dejaron ninguna
herencia. De allí en adelante comenzó todo, de la nada.
La
izquierda no debe, no puede justificar sus errores, sus insuficiencias, sus
debilidades por la pesada, terrible herencia dejada por blancos y colorados,
pero...no puede dejarse engatusar por la dirección de ambos partidos históricos
y excluir de sus análisis la realidad. Porque de eso se trata, de analizar la
realidad con todos sus elementos.
Ellos
se enojan si la izquierda roza siquiera un discurso fundacional, la herencia
reconocida y rebautizada es sólo lo positivo, lo que le da identidad al país,
mientras que las responsabilidades por el fracaso económico, social, político y
cultural, eso está prohibido, hay que borrarlo de la historia.
La
izquierda hace mucho tiempo que incorporó a su discurso, a su atención y a su
propia cultura el proceso fundacional del país, sus páginas luminosas y
progresistas y también sus tragedias y sus horrores. Somos uruguayos a todos
los efectos y es posible que nuestra capacidad de analizar en forma equilibrada
el aporte de las dos colectividades políticas fundacionales nos permita reconstruir
una historia más correcta, menos parcial y tendenciosa.
Incluso
en el análisis de las ideas, de las ideologías, de los aportes particulares que
hicieron los pensadores colorados, batllistas y nacionalistas reconocemos sin
duda una identidad que cruza toda la sociedad y nos incluye.
Pero
eso no nos impide, al contrario aguza nuestra mirada, al observar y analizar
los gobiernos elegidos luego de la dictadura, sus resultados y sus
responsabilidades. Analizar la herencia, es tratar de profundizar a 10 años de
distancia de la mayor crisis de nuestra historia, sus causas, sus consecuencias
y sus responsables. No es un inventario de cifras y estadísticas.
La
derecha quiso establecer algunos conceptos centrales en relación a la crisis.
Primero, fue la combinación de situaciones externas y de mala suerte la que nos
precipitaron en el barranco del 2002 y 2003. Segundo, la culpa, toda la culpa,
la tiene Jorge Batlle a pesar de que se trataba de un gobierno bicolor, elegido
con los votos de ambos partidos y con un equipo ministerial colorado-blanco.
La
principal actividad ideológico-política de las direcciones de ambos partidos es
olvidar y hacer que la sociedad olvide. Como si 10 años desde aquella crisis y
sobre todo una decadencia que comenzó bastante antes en el 2002, fueran la
prehistoria. Ni siquiera son historia, son crónica actual y son lecciones para
el futuro.
Creo
que la izquierda debería hacer un doble esfuerzo. Por un lado analizar y
profundizar todos los aspectos sectoriales, pegados a la vida de la gente,
territorial y socialmente en cuanto a los efectos de la crisis y su comparación
con la actual situación y por otro lado penetrar a fondo en las causas de esa
crisis y no en su descripción. Esa es una batalla que todavía no hemos ganado.
De la
crisis fue económica, con un terrible impacto social en los sectores medios y
bajos de la sociedad, en nuestro aparato productivo, en la cultura y el estado
de ánimo de los uruguayos y queda todavía mucho por aprender y por analizar. No
por justicia histórica solamente sino para que NUNCA MAS TENGAMOS UNA CRISIS DE
ESAS CARACTERISTICAS Y UNA POLÍTICA COMO LA QUE NOS LLEVÓ A ESA CRISIS. Nunca
más.
¿Alguien
leyó, escuchó, intuyó un mínimo de autocrítica de parte de los gobernantes de
esa época? Al contrario, pasa el tiempo y aparecen libros, discursos, opiniones
justificándolo todo. El gran objetivo es el olvido o una versión distorsionada
de la historia.
Luis Alfonsin |
No
pueden hacer autocrítica, por una sencilla razón, no tienen la mínima idea de
haberse equivocado, es su política, es su naturaleza, como la del alacrán, para
eso tienen aguijón, la culpa es de la realidad y de la izquierda por no
haberlos apoyado. Patético.
La
crisis del 2002 comenzó a gestarse mucho antes. Si se analizan los periodos de
gobiernos, como capítulos separados y divisibles se comete un grave error. La
base de esa crisis y sobre todo de la constante decadencia nacional, de la
gráfica ondulante pero decadente es que el primer gobierno democrático, no tocó
las bases sustanciales de la política que venía aplicando la dictadura en
materia económica. Las retocó, nada más.
Se
desaprovecharon las condiciones políticas, sociales y culturales surgidas de la
lucha contra la dictadura para producir un cambio en serio. Había si
limitaciones surgidas de la propia esencia de los partidos que gobernaron, pero
había un amplio margen para cambiar que nunca le pasó por la cabeza a los
líderes blancos y colorados.
Los
bancos estatales y privados como perno del “capitalismo parasitario” en el que
la plusvalía se distribuía fundamentalmente a través de las “carteras pesadas”
es decir la socialización de las pérdidas, las quiebras del sistema financiero
y bancario siguió funcionando con las velas desplegadas.
Es más,
se intensificó ese modelo de plaza financiera, que de liberal tenía sólo los
aspectos privatizadores, pero de estatal todo el soporte de los dineros
públicos para salvar bancos y empresas fundidas y financiadas con los dineros
del estado, con instrumentos diversos, como el Banco República, el Banco
Hipotecario y la Corporación para el Desarrollo.
Durante
el gobierno de Luis Alberto Lacalle se dio un nuevo paso en esa dirección, se
le entregaron potentes bancos comerciales a banqueros de asalto como los
Peirano o los Rhon y se avanzó en el modelo de “plaza financiera” que sería
reivindicada 15 años después en la campaña electoral del 2009 por el propio
Lacalle. Allí comenzó a cavarse más aceleradamente el pozo en el que nos
precipitamos en el año 2002 y 2003.
La
política fiscal, con sucesivos ajustes, pero ninguno, absolutamente ninguno que
buscara mejorar, hacer más justa la distribución de la carga tributaria; el
gasto público, el endeudamiento nacional, o cualquiera de los principales
indicadores económicos y sociales estuvieron fuera de esos esquemas. Y lo peor
fue el discurso para justificarlos.
Fue la
ideología concentrada de la derrota, de la frustración nacional. Las clases
dominantes uruguayas que tuvieron durante periodos importantes de nuestra
historia un discurso de desarrollo, de audacia en la producción, en las
políticas sociales, en el ejercicio democrático, en la promoción de la
educación, en la edificación de un país pujante, se entregaron.
Todo su
discurso fue un canto a la justificación del fracaso y sobre todo a que nada
podíamos hacer para diferenciarnos de nuestros vecinos. Éramos un apéndice
enano y molesto. En todo caso más honesto y poco más.
Lo que
se agotó en el 2002 no fue solo un modelo fracasado, sino la capacidad de la
derecha y del centro derecha de construir un relato nacional, de tener un
proyecto de país, de proponerle a los uruguayos una ideología, un discurso. Fue
una gran crisis política, económica e ideológica.
¿Cómo
reaccionó la sociedad uruguaya? ¿Cuáles fueron los principales cambios y sus
consecuencias en el país? ¿Cuáles son hoy las condiciones para que no se repita
una crisis de esas dimensiones y esa profundidad? ¿Son sólo financieras,
económicas o hay otros elementos en juego? ¿Cuáles son las debilidades y
peligros de la actual situación? ¿Cómo nos relacionamos hoy con un mundo
desarrollado en profunda crisis?
Son
algunas de las preguntas que quedan para futuras notas.»
ESTEBAN VALENTI
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JORGE ANICETO MOLINARI
Escribe
Esteban Valenti:
“De la
crisis fue económica, con un terrible impacto social en los sectores medios y
bajos de la sociedad, en nuestro aparato productivo, en la cultura y el estado
de ánimo de los uruguayos y queda todavía mucho por aprender y por analizar. No
por justicia histórica solamente sino para que NUNCA MAS TENGAMOS UNA CRISIS DE
ESAS CARACTERISTICAS Y UNA POLÍTICA COMO LA QUE NOS LLEVÓ A ESA CRISIS. Nunca
más”.
Considero
que atribuir la crisis del 2002, solamente a la política de blancos y colorados
es por lo menos un exceso. Que blancos, colorados e inda mais trataron de
aprovecharla para sus fines, no hay duda. Como no hay duda de que en cada
crisis los oportunistas están a la ofensiva (ver caso Pluna o casinos).
Como
sería un exceso atribuir a los gobiernos frentistas (los más prolijos en
materia económica en los últimos 60 años, casi), las consecuencias que
seguramente se precipitarán sobre nuestra sociedad en el proceso de la actual
crisis mundial.
La
política del paraguas es práctica, mientras la lluvia es suave y no hay viento,
pero no es lo que se aproxima, si en el ínterin el mundo no logra variar la
dirección de su timón.
Jorge Aniceto Molinari
2 de agosto de 2012
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