ORDEN GEOECONÓMICO MUNDIAL
Escribe
ALFREDO
SERRANO MANCILLA (*)
Fuente:
“El Telégrafo” (Ecuador)
Publicó:
“Rebelion”
4 de julio 2012
(*) ALFREDO SERRANO MANCILLA. (España).
Doctor en Economía de la Universidad Autónoma de Tajante. Profesor en la
Universidad Pablo Olavide, Sevilla. Coordinador para América Latina de la
Fundación CEPS. Publica en varios medios de la prensa on line. Autor de “La
crisis económica como ofensiva política”
Venezuela
ya es miembro de Mercosur, y esto supone un cambio significativo en el nuevo
orden geoeconómico mundial. Mercosur es la quinta economía del mundo en
términos de PIB, detrás de Estados Unidos, China, India y Japón, y delante de
la mismísima Alemania. Se constituye así otro polo más en este mundo cada vez
más policéntrico.
Mercosur,
con la entrada de Venezuela, cuenta con todo lo necesario para consolidarse
como otra centralidad en el tablero internacional: mucho petróleo, otras
energías, alimentos, mercado interno, creciente poder adquisitivo, y un
aceptable desarrollo industrial. Además, goza de un territorio sin conflicto
bélico, con importante solidez democrática, y con reglas políticas claras. Esta
nueva reconfiguración regional tiene importantes efectos hacia dentro y hacia
fuera.
En
primera lugar, hacia dentro, los tres grandes países de Sudamérica se asocian
en clave comercial generando así una potencial dinámica de intercambio
comercial, de complementariedad productiva, de integración financiera y de
flujos monetarios sin dólar.
Este Mercosur es sólo un adelanto del Mercosur que
se avecina con la llegada de dos países pequeños pero no menos importantes en
términos políticos, económicos, energéticos y geoestratégicos: Bolivia y
Ecuador. Si Paraguay vuelve a la democracia, será el siguiente.
De esta
manera, Sudamérica, en el marco amplio del UNASUR, y después de la
desintegración de facto de la CAN, queda partida en dos bloques ciertamente
antagónicos en cuanto a las relaciones con el exterior, y en propuestas de
patrón económico y régimen de acumulación.
En un lado, estaría Mercosur, y en
el otro lado, algo más arrinconada por la pérdida de preferencias arancelarias
en el creciente comercio intra-regional, está la alianza del pacífico (Chile, Perú,
Colombia y México). Este grupo de países prefieren seguir subordinado al Norte
(sea EU o EEUU) perpetuándose en una economía de base más estrecha y sufriendo
las consecuencias del intercambio desigual.
En
segundo lugar, hacia fuera, Mercosur avanza a toda prisa para posicionarse como
gran polo económico y político, que se reubica más soberana y estratégicamente
en el mundo, que modifica las relaciones de poder con el norte, y que teje
alianzas en otras condiciones más justas con las economías emergidas.
La
relación con los BRICS es fluida, porque no sólo Brasil forma parte de esa
alianza, sino que Argentina está invitada oficialmente a la próxima reunión del
22 de Septiembre del 2012 donde se acordarán las bases de la creación del Banco
de los BRICS.
Esta
relación Mercosur-BRICS es fundamental por la importancia de éstos en la esfera
mundial; e l propio FMI reconoce que al concluir 2012, los BRICS aportarán el
56% del crecimiento de la economía mundial, mientras que el G7 será responsable
solamente del 9%. Mercosur además es la culminación máxima del grito de rechazo
al ALCA y a la política económica de los Estados Unidos para con el continente.
Todo no
será color de rosa; Mercosur tendrá dificultades y desafíos. Está conformado
por tres gigantes y un país pequeño, con proyectos fuertemente nacionales, y la
integración supondrá una suerte de juego-acuerdos en diferentes ámbitos que
beneficien a todos sin grandes desequilibrios.
Si
llegan Ecuador, Bolivia y regresa Paraguay, habrá una gran diferencia entre los
países grandes y los pequeños, y el reto es evitar una división “a lo europeo”
del trabajo donde se concentre el valor añadido en algunas economías
menoscabando al resto.
Otro desafío es construir una integración superadora de
la dimensión exclusivamente comercial, ocupándose así de relaciones económicas
con contenido social y humano, ecológico, productivo, financiero, monetario y
tributario.
Las
propuestas de política económica emancipadoras de estos países se debaten en
una doble dialéctica: una, entre las urgencias coyunturales y transformaciones
estructurales, y otra, entre la justicia social y la ambiental. En el próximo
Mercosur, son múltiples y variadas las propuestas económicas de desarrollo.
Todas siguen en proceso, en disputa, en transición. Unos abogan por un
desarrollismo posneoliberal redistributivo, otros por un neodesarrollismo
distribuidor, e incluso, existen tímidos planteamientos postdesarrollistas.
El
objetivo está en conciliar todos estos proyectos nacionales-populares, por la
vía de una integración justa y enriquecedora a pesar de las diferencias, o
quizás, esperemos que no, por la imposición de un único modelo mercosuriano de
desarrollo impuesto por los más grandes y poderosos.
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