LA
“ANARQUÍA QUE VIENE”
EN
COLOMBIA Y VENEZUELA
Escribe
ALFREDO
JALIFE-RAHME (*)
Publicó
“Rebelion”
5 de agosto 2012
(*) ALFREDO JALIFE-RAHME-Escritor y periodista.
Profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM). Especialista en relaciones internacionales. Habitual
columnista en importantes medios del continente. Editorialista y maestro de
postgrado en geopolítica y negocios internacionales de la UNAM. Edito varios
libros en esos temas.
Pareciera
respuesta a mi artículo “Nueva visión geoestratégica de Brasil” (Bajo la Lupa,
18/7/12), ya que al día siguiente, la superestrella de la geopolítica de los
super halcones de Estados Unidos y flamante colaborador de Stratfor, Robert D.
Kaplan, publicó “La fuente del poder de EU”, que encubre ominosas amenazas de
desestabilización tanto de Colombia, en forma “sorprendente”, como de Venezuela
(por la propaganda negra consabida), mediante la aplicación de los conceptos
geopolíticos del holando-estadunidense Nicholas J. Spykman, quien se ha puesto
de moda en los círculos geoestratégicos de Brasil y EU.
Cabe
destacar que el artículo sobre la “Nueva visión geoestratégica de Brasil” causó
fuerte impacto en el cono sur al día siguiente (Vermelho, 19/7/12).
El
controvertido portal Stratfor fue desnudado por Anonymous en sus nexos con la
CIA, Israel y la filial en México del super fascista Committee on the Present
Danger.
La geo biografía
del israelí-estadunidense Robert D. Kaplan (soldado cabal del ejército de Israel),
que apoyó la invasión de Estados Unidos a Irak, evidencia el choque conceptual
de las geopolíticas de Estados Unidos y Brasil: miembro del Consejo de Política
de Defensa con el secretario Robert Gates, consultor de las tres ramas del
ejército de Estados Unidos y considerado por Foreign Policy entre los “100
primeros pensadores (sic) globales (sic)”.
A mi
juicio, Robert D. Kaplan representa el heraldo del Pentágono para palpar el
pulso de sus adversarios y/o amenazarlos. Su indeleble artículo “La anarquía
que viene” (Atlantic Monthly, febrero de 1994) cautivó al presidente Clinton y,
de hecho, anunció “premonitoriamente” el caos geopolítico global posterior a
los polémicos atentados del 11/09.
Los
“análisis” de Robert D. Kaplan han sido demolidos, con justa razón, como poco
ortodoxos y sin rigor. No importa. Aquí vale más el mensaje trascendental del
heraldo que su cualidad académica.
Aduce
que pese a la hegemonía de Estados Unidos en el gran Caribe y a su control
geopolítico hasta la frontera del Amazonas, “donde ningún poder significativo
puede desafiar a Estados Unidos”, paradójicamente “Estados Unidos no puede
contar con la estabilidad de Colombia o Venezuela, aun cuando la guerra de las
drogas continúa en su frontera norte”.
ESTABILIDAD
SIN GARANTÍAS
Así que
“Estados Unidos puede dominar el gran Caribe” pero, con todo y su “poderío, no
puede garantizar la estabilidad (¡súper sic!) en ningún lugar de la región
misma”.
Robert
D. Kaplan define “La fuente del poder de EU”, con enfoque geopolítico, que representa
el gran Caribe, lo cual hace temer que el Pentágono pretende recuperar lo
perdido en Latinoamérica –que ya empezó: Haití, Honduras y Paraguay, después de
su abandono durante la década fallida de la “guerra contra el terrorismo” de la
aciaga fase de Baby Bush– y hasta librar una tercera guerra mundial
termonuclear contra los nuevos inquilinos indeseables de Latinoamérica (Irán,
Rusia y China).
Robert
D. Kaplan define el gran Caribe desde Yorktown (¡súper sic!) hasta las Guyanas
(¡súper sic!), es decir, “desde los estados a la mitad del océano Atlántico de
Estados Unidos hasta las selvas del norte de Sudamérica (¡súper sic!)”, con
base en una extensión del concepto de “hemisferio occidental” del geoestratega
Spykman en 1942.
Por
cierto, la línea Yorktown-Guyanas llega a la frontera de Brasil y deglute a
todas las islas del gran Caribe.
El gran
Caribe de Robert D. Kaplan choca con la definición de “Sudamérica” del profesor
universitario brasileño Ronaldo Carmona.
Para
Spykman, según Robert D. Kaplan, el hemisferio occidental no está dividido
entre Norte y Sudamérica, sino entre “las latitudes norte de la gran barrera de
la selva amazónica y la latitud sur de ésta”. ¡Qué fuerte!
La
“barrera natural” del Amazonas, a mi juicio, balcanizaría de facto el concepto
de “Sudamérica” de Brasil, al Mercosur y al mismo Brasil.
Se
deduce que Argentina y Chile serían más “sudamericanos” que Br
asil y quedarían
a la merced de una doble asfixia desde la Antártida y las islas Malvinas.
Robert
D. Kaplan trastoca la geografía en beneficio de los intereses geopolíticos
irredentistas de Estados Unidos y sentencia que “Venezuela no es para nada un
país sudamericano. Es un país caribeño: la mayor parte de su población 28.8
millones vive en el norte a lo largo del mar Caribe, lejos de sus selvas al
sur”. ¿Dónde quedarían Perú, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay?
Estados
Unidos, a su juicio, constituye la “potencia hegemónica del hemisferio
occidental con la salvedad del Ártico canadiense y el cono sureño (sic) de
Sudamérica que incluye las zonas grises (sic) de Bolivia, Ecuador y Perú, más
allá del cinturón de seguridad esculpido (sic) por la armada de EU”.
Lo
interesante: “con el hemisferio occidental bajo su dominio, Estados Unidos fue
capaz de afectar el balance del poder en el hemisferio oriental. Las victorias
de Estados Unidos en las dos guerras mundiales y en la guerra fría fueron
originalmente construidas sobre la geopolítica del gran Caribe”. ¡Sin duda!
Considera
“una exageración (sic) decir que Estados Unidos perdió su control del gran
Caribe” y juzga en forma despectiva que hasta su “Guardia Costera (¡súper sic!)
es capaz de manejarla”.
PRESENCIA
CHINA EN
EL
CANAL DE PANAMÁ Y VENEZUELA
A su
juicio, los problemas hoy provienen del “contrabando masivo de drogas de México
y Centroamérica a Estados Unidos y por una presencia comercial robusta de China
en el Canal de Panamá y Venezuela”. Cita a Colombia como “un Estado fallido
parcial” y a Venezuela como asiento del “radicalismo anti EU” cuando las
“apuestas son elevadas debido a la ampliación del Canal de Panamá en 2014 que
aumentará el trafico marítimo global de Colombia y Venezuela”.
Me
salto las diatribas contra Venezuela y concluyo brevemente con el linchamiento
a Juan Manuel Santos, a quien culpa de la resurrección de las FARC y quien “ha
cambiado retóricamente su política exterior lejos de la amistad con Estados
Unidos y más hacia un acomodamiento con Venezuela y Ecuador”. Se le pasó el
espectacular acercamiento geoeconómico de Santos con China.
En
realidad, Venezuela es tan caribeña como es sudamericana (ver Radar
Geopolítico, Contralínea, “EU captura el mar Caribe frente al BRIC”, 21/2/10).
La
novedad no es que Estados Unidos considere al mar Caribe como su mare nostrum
ni que busque desmontar tanto a los BRICS como al Mercosur, sino que por medio
de su heraldo predilecto anuncia la “anarquía que viene” en Colombia y
Venezuela, para impedir la nueva conexión con China e incendiar la jungla
amazónica de Brasil.
CONCLUSIÓN
Mi
hipótesis: Estados Unidos controla hegemónica y geopolíticamente el gran Caribe
y deja hacer, si es que no promueve, la “anarquía que viene” en Colombia
(citada antes que Venezuela, debido a su singular característica bioceánica)
para incitar “cambios de régimen” que se coordinen con la irredentista agenda
hemisférica y global de Estados Unidos.
En el
caso de México, no está en juego el “cambio de régimen” –que Estados Unidos
avasalla desde la Revolución– sino el control de los hidrocarburos en el Golfo
de México (parte sustancial del gran Caribe), donde en forma paulatina Estados
Unidos comienza a recuperar sus “activos” mediante la expulsión española de
Repsol en América Latina y del megaescándalo del “lavado” del banco británico
HSBC exhibido por el Senado de Estados Unidos después del “accidente ambiental”
de BP.
Los
“lavados” (ampliamente expuestos por un servidor desde hace mucho) son eso:
sirven para las “limpiezas energéticas y financieras” con objetivo geopolítico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario