ANIVERSARIO:
6 de AGOSTO de 1945
EN LA SOMBRA DE HIROSHIMA
Escribe
NOAM
CHOMSKY (*)
Fuente
“La Jornada” Mexico
Lunes 6
de agosto 2012
.
(*) AVRAM NOAM
CHOMSKY (928) lingüista, filósofo, activista, autor y analista político
judío estadounidense. Es profesor emérito de Lingüística en el MIT y una de las
figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, es sumamente reconocido
en la comunidad científica y académica por sus importantes trabajos en teoría
lingüística y ciencia cognitiva. A lo largo de su vida, ha ganado popularidad
también por su acercamiento al estudio de la política, siendo hoy reconocido
como un activista e intelectual político que se caracteriza por una visión
fuertemente crítica de las sociedades capitalistas.(Wikipedia)
El 6 de
agosto, aniversario de Hiroshima, debería ser un día de reflexión sombría, no
sólo acerca de los sucesos terribles de esa fecha en 1945, sino también sobre
lo que revelaron: que los seres humanos, en su dedicada búsqueda de medios para
aumentar su capacidad de destrucción, finalmente habían logrado encontrar una
forma de acercarse al límite final. Los actos en memoria de ese día tienen un
significado especial este año.
Tienen
lugar poco antes del 50 aniversario del momento más peligroso en la historia
humana, en palabras de Arthur M. Schlesinger Jr, historiador y asesor de John
F. Kennedy, al referirse a la crisis de los misiles cubanos. Graham Allison
escribe en la edición actual de Foreign Affairs que Kennedy ordenó acciones que
él sabía aumentarían el riesgo no sólo de una guerra convencional, sino también
de un enfrentamiento nuclear, con una probabilidad que él creía de quizá 50 por
ciento, cálculo que Allison considera realista.
Kennedy
declaró una alerta nuclear de alto nivel que autorizaba a aviones de la OTAN,
tripulados por pilotos turcos (u otros), a despegar, volar a Moscú y dejar caer
una bomba. Nadie estuvo más asombrado por el descubrimiento de los misiles en
Cuba que los hombres encargados de misiles similares que Estados Unidos había
emplazado clandestinamente en Okinawa seis meses antes, seguramente apuntados
hacia China, en momentos de creciente tensión. Kennedy llevó al presidente
soviético Nikita Krushov hasta el borde mismo de la guerra nuclear y él se
asomó desde el borde y no tuvo estómago para eso, según el general David
Burchinal, en ese entonces alto oficial del personal de planeación del
Pentágono.
Uno no
puede contar siempre con tal cordura. Krushov aceptó una fórmula planteada por
Kennedy poniendo fin a la crisis que estaba a punto de convertirse en guerra.
El elemento más audaz de la fórmula, escribe Allison, era una concesión secreta
que prometía la retirada de los misiles estadunidenses en Turquía en un plazo
de seis meses después de que la crisis quedara conjurada. Se trataba de misiles
obsoletos que estaban siendo remplazados por submarinos Polaris, mucho más letales.
En
pocas palabras, incluso corriendo el alto riesgo de una guerra de inimaginable
destrucción, se consideró necesario reforzar el principio de que Estados Unidos
tiene el derecho unilateral de emplazar misiles nucleares en cualquier parte,
algunos apuntando a China o a las fronteras de Rusia, que previamente no había
colocado misiles fuera de la URSS. Se han ofrecido justificaciones, por
supuesto, pero no creo que soporten un análisis. Como principio acompañante de
esto estaba que Cuba no tenía derecho de poseer misiles para su defensa contra
lo que parecía ser una invasión inminente de Estados Unidos.
Los
planes para los programas terroristas de Kennedy, Operación mangoose
(mangosta), establecían una revuelta abierta y el derrocamiento del régimen comunista
en octubre de 1962, mes de la crisis de los misiles, con el reconocimiento de
que el éxito final requerirá de una intervención decisiva de Estados Unidos.
Las operaciones terroristas contra Cuba son descartadas habitualmente por los
comentaristas como travesuras insignificantes de la CIA. Las víctimas, como es
de suponerse, ven las cosas de una forma bastante diferente. Al menos podemos
oír sus palabras en Voces desde el otro lado: Una historia oral del terrorismo
contra Cuba, de Keith Bolender.
Imagen de Hiroshima para no olvidar |
Los
sucesos de octubre de 1962 son ampliamente aclamados como la mejor hora de
Kennedy. Allison los ofrece como una guía sobre cómo restar peligro a
conflictos, manejar las relaciones de las grandes potencias y tomar decisiones
acertadas acerca de la política exterior en general. En particular, los
conflictos actuales con Irán y China.
El
desastre estuvo peligrosamente cerca en 1962 y no ha habido escasez de graves
riesgos desde entonces. En 1973, en los últimos días de la guerra
árabe-israelí, Henry Kissinger lanzó una alerta nuclear de alto nivel. India y
Pakistán han estado muy cerca de un conflicto atómico. Ha habido innumerables
casos en los que la intervención humana abortó un ataque nuclear momentos antes
del lanzamiento de misiles por informes falsos de sistemas automatizados.
Hay mucho en que pensar el 6 de agosto.
Allison se une a muchos otros al considerar que los programas nucleares de Irán
son la crisis actual más severa, un desafío aún más complejo para los
formuladores de política de Estados Unidos que la crisis de los misiles
cubanos, debido a la amenaza de un bombardeo israelí. La guerra contra Irán
está ya en proceso, incluyendo el asesinato de científicos y presiones
económicas que han llegado al nivel de guerra no declarada, según el criterio
de Gary Sick, especialista en Irán. Hay un gran orgullo acerca de la
sofisticada ciberguerra dirigida contra Irán.
En la Hiroshima de hoy... |
El
Pentágono considera la ciberguerra como acto de guerra, que autoriza al blanco
a responder mediante el empleo de fuerza militar tradicional, informa The Wall
Street Journal. Con la excepción usual: no cuando Estados Unidos o un aliado es
el que la lleva a cabo. La amenaza iraní ha sido definida por el general Giora
Eiland, uno de los máximos planificadores militares de Israel, “uno de los pensadores
más ingeniosos y prolíficos que (las fuerzas militares israelíes) han
producido.
De las
amenazas que define, la más creíble es que cualquier enfrentamiento en nuestras
fronteras tendrá lugar bajo un paraguas nuclear iraní. En consecuencia, Israel
podría verse obligado a recurrir a la fuerza. Eiland está de acuerdo con el
Pentágono y los servicios de inteligencia de Estados Unidos, que consideran la
disuasión como la mayor amenaza que Irán plantea. La actual escalada de la
guerra no declarada contra Irán aumenta la amenaza de una guerra accidental en
gran escala.
Algunos peligros fueron ilustrados el mes
pasado, cuando un barco estadunidense, parte de la enorme fuerza militar en el
Golfo, disparó contra una pequeña nave de pesca, matando a un miembro de la
tripulación india e hiriendo a otros tres. No se necesitaría mucho para iniciar
otra guerra importante. Una forma sensata de evitar las temidas consecuencias
es buscar la meta de establecer en Oriente Medio una zona libre de armas de
destrucción masiva y todos los misiles necesarios para su lanzamiento, y el
objetivo de una prohibición global sobre armas químicas –lo que es el texto de
la resolución 689 de abril de 1991 del Consejo de Seguridad, que Estados Unidos
y la Gran Bretaña invocaron en su esfuerzo por crear un tenue cobertura para su
invasión de Irak, 12 años después.
Esa
meta ha sido un objetivo árabe-iraní desde 1974 y para estos días tiene un
apoyo global casi unánime, al menos formalmente. Una conferencia internacional
para debatir formas de llevar a cabo tal tratado puede tener lugar en
diciembre. Es improbable el progreso, a menos que haya un apoyo público masivo
en Occidente. De no comprenderse la importancia de esta oportunidad se alargará
una vez más la fúnebre sombra que ha oscurecido el mundo desde aquel terrible 6
de agosto.
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