PROPIEDAD
INTELECTUAL
GOBIERNOS
QUE NO GOBIERNAN
DEPREDACIÓN
CONTRA LATINOAMÉRICA
Escribe
ERNESTO RAMOS VILLA (*)
(*)
Lic. en Ciencias Económicas
Fuente:
http://www.aporrea.org/tecno
Publico
“Rebelión” – 9 agosto 2012
La
crisis del capitalismo global desatada contra los sectores trabajadores del
Mundo está develando el entramado de control y dominación implementado desde
los centros de poder que pauperizan grandes masas poblacionales -tanto en los
países centrales como periféricos- en donde la guerra económica parece apuntar
a la devastación de las clases medias y bajas lanzado zarpazos de apropiación
de la renta y patrimonio en manos de personas físicas, pequeñas empresas y
comercios: un capitalismo depredador en su peor fase.
La
propiedad intelectual es uno de los terrenos donde los gobiernos de países
latinoamericanos parecen estar perdiendo la batalla de ideas en un mundo
globalizado por las guerras e invasiones militares y económicas, comerciales y
culturales-mediáticas. En este sentido, la batalla por el control de la
propiedad intelectual -que acompañara el proceso político y económico liberal y
neoliberal de los 200 años de la maquinaria industrial capitalista- continúa
siendo ganada por el poder concentrado global y se libra en escenarios difusos
y oscuros.
La
mayor parte de los países y gobiernos han optado por evadir la confrontación
con el monstruo del Norte para evitar nuevos frentes de tormenta a su ya
tormentosa realidad colonizada por Monsanto, Pfizer, General Motors, British
Petroleum, Cargill, Exxon, Carrefour, Shell, Wall Mart, Syngenta, Glaxo,
Texaco, Astra-Zéneca, Hulliburton, Telefónica, ITT, CNN, Barclays, BBC, Moody’s
o cualquier otro integrante de grupos de la economía que tienen sus conexiones
metabólicas locales en América latina y EL Caribe. Los gobiernos han elegido
dormir con el enemigo antes que enfrentarlo implementando políticas que, en apariencia
progresistas, son continuidad de un proceso económico capitalista con ropaje
social.
La
perversidad de los sistemas burgueses radica en que los gobiernos regidos por
Constituciones liberales y neoliberales van a elecciones pero el poder
económico de estas empresas gobiernan todos los días sin acto eleccionario
alguno, socavando iniciativas que intenten modificar el “fiel” de una balanza
de dos platillos demasiado inclinada para igualar sus cargas. Una lucha
asimétrica con armamento oculto de contundente impacto en la vida de los
ciudadanos y ciudadanas del Sur.
El
mayor logro del sistema capitalista en sus comienzos fue robar a los
trabajadores e inventores sus creaciones para luego protegerlas de posibles
amenazas de quienes se sintieron despojados de sus bienes intelectuales, que
comenzaban a crear valor a partir del trabajo. El capitalismo daba así el salto
cualitativo mediante el cual los patronos fueron creando monopolios exclusivos
y simultáneamente excluyendo a sus competidores más cercanos.
Esta
maniobra fue fraguada mediante leyes de propiedad intelectual necesarias para
blindar el desarrollo del capitalismo y fue de esta forma que la normativa de
patentes introducida desde la constitución francesa y diseminada luego por la
Europa y la América, aunque con pequeñas variantes de forma por motivos
culturales. Décadas más tarde se las ya creadas empresas se agruparían para
elaborar a finales del siglo XIX, el primer tratado internacional de propiedad
industrial: el Convenio de París sería el comienzo de la trasnacionalización
del comercio y la industria mediante las marcas y las patentes. A este le
seguiría el Convenio de Berna para las creaciones de autor y 100 años después
el nefasto acuerdo TRIPS-ADPIC que daría un duro golpe a las economías de países
en desarrollo, monopolizando las fuerzas productivas de la nueva “economía del
conocimiento”.
La
arquitectura económica y legal fue conformando entonces un desarrollo bajo
premisas liberales que impulsaron las dos primeras revoluciones industriales capitalistas
concentro recursos y conocimiento pero acabando en guerras intestinas
intra-imperiales (fascistas) con un saldo millonario en muertes de seres
humanos.
La 3ra
revolución (científico-tecnológica) impulsada en la postguerra fue la palanca
sobre la que pivoteó el poder global que dominó la escena mundial con adelantos
tecnológicos protegidos con las patentes, inclinando la balanza a su favor y
castigando a las economías menos avanzadas del planeta, erigiéndose una nueva
fase del capitalismo de conglomerados internacionales incrustados por regiones
y países con cobertura legal, gubernamental y diplomática: el Capitalismo
Global.
Así,
las empresas globales se han apoderado de las principales industrias y sojuzgan
al resto de las empresas locales y los gobiernos capitalistas “humanizados”
mediante el empleo de estrategias de laboratorio de marketing, maniobras
desestabilizadoras, chantajes, espionaje, sobornos, conspiraciones, utilizando
los medios masivos audiovisuales para presentar otro escenario de una realidad
fabricada artificialmente que controla a las poblaciones de
ciudadanos-clientes.
De esta
forma, el dominio sobre todos los procesos de producción, industrialización,
distribución y comercialización de granos, medicinas, alimentos elaborados, bebidas,
productos para la salud e higiene, automóviles, ropa, tecnología de
comunicación y esparcimiento y cultura fueron acaparados por las empresas del
capitalismo global valiéndose de las leyes de autores, las patentes y las
marcas.
En
realidad, se mantiene un control casi total de las empresas internacionalizadas
sobre los principales presupuestos de Estados nacionales cuyos gobiernos
compran sus bienes, directa o indirectamente, a los mismos conglomerados que
declaman combatir pero a los que alimenta por compras directas o por entrega
del control de los mecanismos de comercio, financieros e industriales donde la
propiedad intelectual juega un papel esencial para la reproducción del
metabolismo del capital depredador al que algunos President@s quieren domar
pero del que continúan siendo rehenes.
Los
propios Estados nacionales en América Latina y El Caribe suministran el
alimento a las fuerzas del capital analizando mercantilmente los factores
endógenos causantes de sus propios males: fuga capitales (Argentina y
Venezuela), aumento del precio de los alimentos mediante utilización de marcas
(en Venezuela, Argentina, Ecuador, Perú, Chile; Colombia), aumento del precio
de medicamentos sensibles a través de las patentes (laboratorios de EE UU
productores de medicinas anti-SIDA en Brasil o Argentina), barrera de
transferencia de tecnología (caso de EE UU contra Venezuela o Cuba), bloqueo de
bienes exportables de valor agregado (el caso de EE UU contra una marca de ron
cubano) y muchos casos más de utilización de leyes nacionales o acuerdos
internacionales para evitar el desarrollo.
Todos
los mecanismos de control y dominación forman parte de un único poder global
metabólico destructor de las economías, las familias y las personas: una guerra
mundial no declarada que amenaza la existencia humana en la Tierra y que
emplean a la propiedad intelectual como arma destructiva.
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