ENTRE LOS ALIMENTOS Y LA ENERGÍA
Escribe
JULIO
CESAR GAMBINA (*)
BLOG
del autor:
15 de
agosto de 2012
(*)GAMBINA
JULIO CESAR – Dr en Ciencias Sociales ( Facultad de Ciencias Sociales de la UBA)
Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad
Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y
Políticas, FISYP, e Integrante del Comité Directivo del consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales, CLACSO. También participa como miembro del Consejo
Académico de ATTAC-Argentina y dirige el Centro de Estudios Formación de la
Federación Judicial Argentina. También participa como columnista sobre Economía
y Cooperativismo en medios periodísticos de Capital Federal y del interior del
país.
La
coyuntura mundial y las condiciones estructurales del desarrollo local
argentino empujan un modelo productivo extractivista, primario exportador, más
allá del agregado de valor, es decir, la agroindustria. Lo que se potencia es el carácter dependiente
del capitalismo argentino al sistema mundial. El capitalismo global demanda
recursos naturales que son abundantes en nuestramérica, que para el caso
argentino se concentra en la riqueza de la tierra, sus nutrientes, los cursos
de agua, y la capacidad de producción agraria (alimentos + energía), incluida
su industrialización.
¿A
cuento de qué lo mencionado? Es que producto de la sequía estadounidense,
principal productor agrario del mundo, competidor directo de la Argentina en
sus producciones agrícolas, especialmente maíz, soja o trigo, el resultado está
siendo el incremento de los precios internacionales de los principales
productos de exportación de la Argentina No solo de minerales o metales
preciosos (oro y plata), soja o maíz, sino también derivados, como los aceites
o el biodiesel, tendencia creciente de utilización “alternativa” de la
producción agraria.
Vale
mencionar, que por primera vez en la historia de la humanidad la producción
agrícola se utiliza con destinos distintos a la alimentación, para intervenir
como base de sustitución de energía ante la crisis petrolera o energética. Se
estima que un tercio de la producción maicera de EEUU, el principal productor
mundial del grano, tiene destino en la producción de bioenergía.
La
contradicción generada en nuestro tiempo es que la innovación tecnológica
permite multiplicar la producción agraria mundial por encima de las necesidades
humanas de carácter alimentario, pero al ser crecientemente utilizada en la
producción energética ocurre la paradoja de un sexto de la población mundial
con hambre.
La FAO
da cuenta en su informe sobre “El Estado Mundial de la Agricultura y la
alimentación 2010-2011” que de “2007 a 2009, la crisis de los precios de los
alimentos seguida de la crisis financiera y la recesión económica mundial
acarreó un incremento sin precedentes del número de personas que padecen hambre
y subnutrición en el mundo, el cual superó la cifra récord de 1000 millones en
2009” .
El
escrito continúa con un análisis de superación de la recesión hacia el 2010 y
baja de los precios de los alimentos, y por lo tanto no contempla la situación
actual, donde la recesión y/o desaceleración de la economía mundial es un dato
para este 2012, que adiciona crecientes precios de los alimentos (superan los
máximos del 2008) y un agravamiento de la situación alimentaria de la población
mundial, que según esos datos involucra un 14% de la población mundial.
ESPECIALIZACIÓN
PRODUCTIVA LOCAL
La
Argentina se insertó en el capitalismo mundial con la “generación del 80” del
Siglo XIX, ocupando un lugar complementario con Inglaterra. El lugar del país
potenció nuestro carácter de proveedores de materias primas, consolidando el
poder económico y político de la “oligarquía terrateniente”, y la dependencia
del ingreso de productos manufacturados desde la fábrica inglesa. A eso se le
llamó modelo primario exportador.
¿Puede
ahora hacerse un símil de esa caracterización, más allá de la política de
restricción a ciertas importaciones de bienes? El interrogante es válido desde
la consolidación de una especialización productiva que se afirma en el agro y loa
agroindustria, donde la dominación sigue estando en el paquete tecnológico en
manos de grandes transnacionales y la dominación monopólica del comercio
internacional y los circuitos globales de circulación de mercancías y
servicios.
Ya no existe la complementación de otrora entre el capitalismo
británico y el local; pero Argentina es parte de la división capitalista del
trabajo en un tiempo donde la fábrica es crecientemente china, y con nuestro
país asegurando la provisión de insumos primarios que resultan imprescindibles
en las condiciones de crisis estructural, no solo económica y financiera, sino
alimentaria, energética y medioambiental.
En
efecto, el país potenció la sojización y la mega minería a cielo abierto,
producciones donde resulta imprescindible la tecnología importada, que afianza
la dependencia de esas inversiones externas. Parte de la renta agraria es
apropiada por el Estado vía retenciones, unos 8.500 millones de dólares en
2011, que, fondo sojero mediante, favorecen un gasto público en todos los
municipios, con inversión en infraestructura que permite disputa de consensos
locales. Con precios en alza, la estimación de recaudación por derechos de
exportación (retenciones) para el presente año alcanza a los 11.000 millones de
dólares. En ese sentido avanzaron recientes medidas de política económica.
Mediante
el Decreto 1339/2012, publicado en el Boletín Oficial el 7 de agosto pasado se
incrementaron “las alícuotas de los Derechos y del Reintegro a la Exportación
para las mercaderías identificadas como biodiesel y sus mezclas”, sobre la base
que “la promoción de la elaboración de biocombustibles constituye una política
adecuada para profundizar el proceso de reindustrialización y diversificación
productiva impulsado desde 2003 en adelante”, y que “a partir de las políticas
de promoción instrumentadas, el complejo oleaginoso en general y la producción
de biodiesel en particular se han establecido como actividades consolidadas,
competitivas y de elevada rentabilidad.”
Queda
clara la apuesta a la producción primaria y a su industrialización, al punto
que no solo se incrementan las retenciones, del 14,2 al 24,2%, sino que también
se autoriza, transitoriamente, a la importación de granos soja por capacidad
ociosa de la industria productora de biocombustibles, ya que la producción
local se coloca mayoritariamente en el mercado mundial.
En ese
marco es que se conformó la “UNIDAD EJECUTIVA INTERDISCIPLINARIA DE MONITOREO”,
integrada por los ministerios de planificación, economía, industria y la AFIP
para “favorecer el desarrollo de los biocombustibles en el país” y que permite
que la Secretaría de Energía establezca el precio de referencia para el
biodiesel (Resolución 1436/2012 de la Secretaría de Energía) y promover el
desarrollo industrial en ese sentido.
Argentina
se transformó en un gran exportador de biodiesel y el vice ministro de economía
destacó que se trata de "una industria muy dinámica y en expansión” y “que
en 2011 alcanzó las 18,5 millones de toneladas” constituyéndose en principal
proveedor mundial del rubro, favorecido por retenciones menores. Hasta ahora,
las retenciones a la exportación de aceites eran de 32%, contra el 14,2% que
tributaban las exportaciones de biodiesel.
La diferencia, un 17,8% constituyó
una renta apropiada privadamente. Desde ahora las retenciones a la exportación
de biodiesel subirán al 24,2% achicando la rentabilidad privada y mejorando la
ecuación fiscal en un momento de dificultades para sostener el superávit de las
cuentas fiscales.
SÍNTESIS
Y DEBATE POR ALTERNATIVAS
En
definitiva, las medidas recientes apuntan a un aumento de las retenciones al
biodiesel; a la importación de soja como insumo industrial para
biocombustibles; y a la articulación de dependencias del gobierno para la
promoción de esa industria asociada a la producción agrícola.
Son un
conjunto de medidas que potencian la especialización asociada al carácter
extractivista del modelo productivo en la Argentina, que profundizan la soja
dependencia, proceso que se consolida desde los cambios estructurales promovidos
en los 90 con la implantación de los transgénicos. Es una situación convergente
con las modificaciones al código de minería que facilitó el ingreso de
inversiones externas en la mega minería a cielo abierto.
El
interrogante es si resulta posible pensar en otro modelo productivo para otra
inserción internacional de la Argentina, privilegiando satisfacer necesidades
sociales, alimentarias, energéticas o medioambientales.
Todo
ello supone discutir el tipo de país, su producción y beneficiarios fuera de la
lógica de la ganancia, más centrado en resolver demandas de movimientos
diversos que reclaman contra la fumigación de los pueblos, o en defensa de la
soberanía alimentaria, energética, o del medio ambiente amenazado por la
producción orientada al mercado, es decir, dominada por el capital.
No es
solo una cuestión de carácter nacional, sino de discusión global, en donde la
misma FAO llama la atención sobre las tendencias preocupantes del precio de los
alimentos y la contradicción que supone la mayor oferta de productos del agro
con el crecimiento del hambre y la desnutrición. Es un llamado de atención para
pensar el orden mundial, precisamente en un mundo en crisis.
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