Escribe
ISAAC ROSA (*) Fuente “eldiario.es” Lunes 25 de febrero 2013
(*) ISAAC ROSA –(1974, España, Sevilla). Escritor. Vivió en
Extremadura y actualmente reside en Madrid. Autor de novela "El vano
ayer" (Premio Rómulo Gallegos 2005) «La mano invisible» (2013) en el que
desnuda el mundo laboral para dejar al descubierto su lado más tóxico- Acaba de
presentar "El país del miedo" en el Premio Mandarache. Periodista. Es
columnista habitual del diario “Público” “eldiario.es”.”Marea” “Hora25” y “El
Jueves”. Cadena SER. Miembro del colectivo @_quehacemos.
Lo dijo
Alfon, el joven vallecano detenido y encarcelado dos meses en régimen FIES por
su participación en la huelga general. Lo advirtió a la salida de la cárcel:
“El miedo va a cambiar de bando”. Lo
cantan también Los Chikos del Maíz y Habeas Corpus: “El miedo va a cambiar de
bando”. Y en terrenos más integrados, lo decía también Izquierda Unida en un
vídeo contundente hace unos meses: “La crisis acabará cuando el miedo cambie de
bando”. Que a este lado hay miedo, es obvio: miedo a que te despidan, a
que te echen de tu casa, a hundirte en la miseria, a perderlo todo y aun seguir
debiendo. Y algo más arriba, en la frágil clase media, miedo a descender, a
perder un nivel de vida y un bienestar que parecía ya consolidado, miedo al
futuro, a qué será de nosotros y de nuestros hijos.El miedo no suele ser un agente revolucionario, con pocas
excepciones (se me ocurre el Gran Miedo francés de 1789, que provocó revueltas
y aceleró la abolición del feudalismo). Por lo general las revoluciones son
posibles cuando el miedo al presente es mayor que el habitual miedo a cambiarlo
todo de golpe y entrar en terra incognita. Si el proletariado fue alguna vez un
sujeto revolucionario lo fue más bien por su falta de miedo, por no tener ya
nada que perder. Entre otras cosas, porque en el fondo la mayoría
seguimos fantaseando con que la salida de la crisis será un regreso a la
casilla inicial, como despertar de una pesadilla. No aceptamos que aquellos,
como las oscuras golondrinas, no volverán. ¿Y
la clase política dirigente? ¿De qué puede tener miedo un ministro, un
comisario europeo, un diputado, un alcalde, un gobernador del Banco de España,
una delegada del Gobierno? Pero
además, entre ellos el riesgo de caída es pequeño, y la posibilidad de llegar
al suelo es escasa.
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