Escribe
LEONARDO BOFF (*) lboff@leonardoboff.com Viernes 1º de marzo 2013
(*)LEONARDO BOFF (BRASIL)Teologo, filósofo y
escritor Es uno de los fundadores de la Teología de la Liberación.En 1985, la
Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Ratzinger (hoy Papa) le
silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder”, que criticaba
la Doctrina de la Iglesia . Es profesor de, ética y filosofía en Brasil.
Conferencista en muchas universidades , como Heidelberg, Harvard, Salamanca,
Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Ha escrito más de 100 libros,
traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio
Right Livelihood
Se ha dicho, con verdad, que el ser humano
está devorado por dos hambres: de pan y de espiritualidad. El hambre de pan es saciable.
El hambre de espiritualidad, sin embargo, es insaciable. Estos valores, no conocen límites en su crecimiento. Hay un anhelo
infinito que late dentro de nosotros.. Centrarse excesivamente en la
acumulación y el disfrute de bienes materiales acaba produciendo gran vacío y
decepción. Fue la conclusión a la que llegaron unos analistas de la
Universidad de Lausana. Algo dentro de nosotros clama por algo más grande y más
humanizador. En esta dimensión se plantea la cuestión del sentido de la vida. Es una necesidad humana encontrar un
sentido coherente. El vacío y el absurdo producen ansiedad y sentimientos de
soledad y desarraigo. En todas
partes del mundo, la gente está elaborando sentidos para sus vidas y
sufrimientos, buscando estrellas-guía que le indiquen un norte y le abran un
futuro esperanzador. Podemos vivir sin
fe, pero no sin esperanza. Pero las instancias que históricamente
representaban la construcción permanente de sentido, han entrado modernamente
en erosión. Nadie puede decir con
seguridad lo que es bueno o malo en este bloque planetario de la historia
humana. Las filosofías y caminos espirituales respondían a esta demanda
fundamental del ser humano. Pero en gran parte se han fosilizado y
perdido este impulso creador. Se sofistican sí cada vez más sobre lo ya
conocido, repensado y redicho siempre de nuevo, pero desprovistas de coraje para diseñar nuevas visiones, sueños
prometedores y utopías movilizadoras.
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